El fue­go ha cru­za­do ya el rio. Mi últi­ma lágri­ma de hoy por este valle. Aho­ra tie­ne una ima­gen apo­ca­líp­ti­ca.

Este artículo, mitad crónica mitad reflexión, es fruto de la experiencia personal desde la misma Bejís con el pavoroso arranque explosivo del incendio que, todavía, no ha podido ser controlado. El reportaje gráfico es sobrecogedor. Gran parte del ecosistema que se ve en las imágenes, probablemente, está perdido para nuestra generación.

 @adolfoplasencia

19 agos­to, 2022

 

PARTE I. REFLEXIÓN

Esta es una cró­ni­ca apre­su­ra­da, emo­cio­na­da, par­cial y de alcan­ce, de un suce­so ines­pe­ra­do en un rela­to que ape­nas abar­ca 24 horas. Des­de la tar­de del 15 de agos­to a la media tar­de del 16 de agos­to de 2022. Una cró­ni­ca afec­ta­da de la cons­ta­ta­ción de la enor­me rique­za en bio­di­ver­si­dad de un pai­sa­je por el que había acu­mu­la­do un afec­to pro­fun­do y del poco tiem­po en el que, ines­pe­ra­da­men­te, –aho­ra lo sabe­mos–, nos pue­de ser arre­ba­ta­do por un zar­pa­zo de la pro­pia natu­ra­le­za, –el cli­ma y el fue­go tam­bién son ‘natu­ra­le­za’–. 

Es la cró­ni­ca de una ‘tor­men­ta per­fec­ta’ de fue­go con­tra la que se des­ple­ga­ron enor­mes medios téc­ni­cos. Medios que final­men­te, no con­si­guie­ron dete­ner­la. Cuan­do ya pare­cía con­tro­la­da, tras una maña­na de incan­sa­ble esfuer­zo arro­jan­do agua des­de múl­ti­ples aero­na­ves sobre los pun­tos más calien­tes. Y a pesar de todos los bom­be­ros, fores­ta­les efec­ti­vos de la UME des­ple­ga­dos, sobre­vino un ines­pe­ra­do y súbi­to cam­bio de vien­to hura­ca­na­do que des­em­bo­có en una vio­len­ta y enor­me tor­men­ta de fue­go. Ante su dimen­sión, nada se podía hacer por tie­rra, dado lo escar­pa­do del terreno, con pen­dien­tes en el lado sur del valle de más del 75%. Tam­po­co por aire, con­tra las vio­len­tas lla­ma­ra­das rojas de puro fue­go y, explo­si­vas nubes de negro humo, for­man­do algo pare­ci­do a un ciclón con­cen­tra­do en la angos­ta doble hen­di­du­ra geo­grá­fi­ca que flan­quea por nor­te y sur a la pobla­ción. Vio­len­tas y oscu­ras nubes de un humo den­so y negro eli­mi­na­ban total­men­te la visi­bi­li­dad, acom­pa­ña­das de lla­mas enor­mes que arro­ja­ban altí­si­mas tem­pe­ra­tu­ras en ver­ti­cal. Algo que segu­ro hubie­ra pues­to en ries­go a cual­quier aero­na­ve que inten­ta­se volar sobre ellas en la for­ma en que arro­jan agua. Des­de el lado sur del valle con pare­des casi ver­ti­ca­les avan­za­ba sin freno una mura­lla de fue­go que, de pron­to, doblo apa­re­ció en la cres­ta des­cen­dien­do súbi­ta­men­te la pen­dien­te del mon­te vecino jun­to a las pri­me­ras casas del pue­blo por ponien­te.

Así que los res­pon­sa­bles del enor­me des­plie­gue aéreo sobre Bejís, tuvie­ron que resig­nar­se, final­men­te, por duro que fue­ra tras sus enor­mes esfuer­zos de toda la maña­na. Sus man­dos orde­na­ron al ayun­ta­mien­to que pidie­ra de inme­dia­to a toda la pobla­ción que aban­do­na­sen urgen­te­men­te el pue­blo en pocos minu­tos, ante el peli­gro inmi­nen­te de la gigan­tes­ca cor­ti­na de fue­go y humo que se cer­nía sobre las pri­me­ras casas al otro lado del pue­blo. Los veci­nos, dili­gen­te­men­te así lo hicie­ron, a pesar de lo dolo­ro­so que resul­ta dejar atrás todo de un momen­to para otro. 

Deja­ré de lado los aspec­tos eco­nó­mi­cos que des­pués se habrán que eva­luar. Tam­bién apar­ta­ré del rela­to, por esta vez, las mues­tras de angus­tia y con­go­ja, pero tam­bién de suma ente­re­za que pude ver en las per­so­nas a mi alre­de­dor en la eva­cua­ción; y haré lo mis­mo con los sen­ti­mien­tos en mi memo­ria que el suce­so tam­bién ha devas­ta­do en bue­na par­te, y que no se si sabría con­tar con cal­ma. 

Inten­ta­ré cen­trar­me en ana­li­zar el ins­tan­te ace­le­ra­do de la heca­tom­be des­truc­ti­va de este fue­go; su dimen­sión y sus posi­bles cau­sas rela­cio­na­das. Lo que he vis­to direc­ta­men­te en el incen­dio de Bejís, que va a que­dar ins­cri­to en su his­to­ria local, está liga­do a la sen­sa­ción de que este caso está algo más allá de lo fácil­men­te expli­ca­ble. Pero intu­yo, qui­zá ses­ga­da­men­te, que es otra demos­tra­ción más, esta muy pal­pa­ble, de que los des­equi­li­brios del cli­ma glo­bal se aca­ban des­car­gan­do con gran pre­ci­sión ‘des­truc­cio­nes’ loca­les que, en nues­tra igno­ran­cia, pen­sá­ba­mos que no iban con noso­tros. 

Inten­ta­ré racio­na­li­zar­lo lo más resu­mi­da­men­te posi­ble y acom­pa­ñar­lo de algu­nas de las muchas imá­ge­nes que tomé en esas horas que serán mucho más obje­ti­vas, segu­ra­men­te, que mi expli­ca­ción. Todas las imá­ge­nes de este artícu­lo las tomé yo mis­mo direc­ta­men­te en Bejís a lo lar­go del día 16 de agos­to de 2022. Nin­gu­na de ellas pro­ce­de de inter­net ni de las redes socia­les, con las limi­ta­cio­nes y ven­ta­jas que ello con­lle­va, pero con la vali­dez de ser las de un tes­ti­go direc­to pre­sen­cial, y con lo que ello repre­sen­ta tam­bién.

Una ‘tormenta perfecta’ local de fuego en Bejís, y su contexto global

Qui­zá este títu­lo podría pare­cer exa­ge­ra­do, pero no lo es, como lue­go podrá el lec­tor com­pro­bar en las imá­ge­nes, aun­que solo sean del momen­to pre­sen­te y no imá­ge­nes del resul­ta­do pos­te­rior de la des­truc­ción por el fue­go del valle.

Pero, ¿Qué es una ‘tor­men­ta per­fec­ta’ y por­qué uso esa fra­se? La expre­sión ‘tor­men­ta per­fec­ta’ pro­ce­de del títu­lo de un libro del escri­tor y cineas­ta Sebas­tian Jun­ger, que se hizo popu­lar a raíz de su adap­ta­ción para la cono­ci­da pelí­cu­la de Wolf­gang Peter­sen pro­ta­go­ni­za­da por Geor­ge Cloo­ney. Hoy ya es un tér­mino gené­ri­co que se aso­cia con la com­bi­na­ción de varias ano­ma­lías, (en el caso de fil­me, ano­ma­lías cli­má­ti­cas en el mar), que dan lugar a una situa­ción de extre­ma gra­ve­dad impo­si­ble de supe­rar en la prác­ti­ca con los ins­tru­men­tos coti­dia­nos de que se dis­po­nen en un ámbi­to con­cre­to. Nor­mal­men­te, aun­que parez­can fru­to de una oscu­ra casua­li­dad, la mayo­ría de las situa­cio­nes de cri­sis liga­das a la acción huma­na siem­pre tie­nen ante­ce­den­tes y son gene­ra­das por una o múl­ti­ples cade­nas cau­sa­les que son las que aca­ban con­du­cien­do a una situa­ción extre­ma, a veces leja­na o cer­ca­na en otras oca­sio­nes.  

Por entrar en deta­lle, de la mis­ma mane­ra que su ame­na­za­dor ‘fren­te de ola’ en la pelí­cu­la cita­da, enfren­tar­se a un fren­te pro­lon­ga­do y diná­mi­co de fue­go con lla­ma­ra­das de entre cin­co y diez veces la altu­ra de los árbo­les que arden y has­ta vein­te veces la altu­ra de un humano (ver fotos), pare­ce algo impo­si­ble de afron­tar con los méto­dos típi­cos que usa­ban has­ta aho­ra los gabi­ne­tes pre­ven­ción, pro­tec­ción civil, bom­be­ros o equi­pos para desas­tres ‘natu­ra­les’, que serían las que se apli­can aquí. Según un espe­cia­lis­ta debe­mos pen­sar su diná­mi­ca como en tér­mi­nos de ener­gía; la can­ti­dad de fue­go que arde está en rela­ción a la bio­ma­sa que se infla­ma cuan­do la tem­pe­ra­tu­ra exce­de cier­to nivel y está ali­men­tad por oxí­geno del aire en abun­dan­cia. Bio­ma­sa que se trans­for­ma en fue­go, inclui­da la que no está seca que, a par­tir de un volu­men y tem­pe­ra­tu­ra crí­ti­cos. En esas con­di­cio­nes la bio­ma­sa ver­de arde igual que si estu­vie­ra seca.

¿Era pre­vi­si­ble? Casi todos nos con­si­de­ra­mos, como se dice tra­di­cio­nal­men­te de los eco­no­mis­tas, muy bue­nos espe­cia­lis­tas en pre­de­cir el pasa­do, pero como ellos, pare­ce­mos inca­pa­ces de anti­ci­par que ocu­rri­rá. De hecho, la ‘tor­men­ta per­fec­ta’ de fue­go’ a la que aca­bo de asis­tir, ha sido, doy fe, total­men­te ines­pe­ra­da, en su vora­ci­dad, dimen­sión y velo­ci­dad, y des­con­tro­la­da súbi­ta­men­te sim­ple­men­te con un cam­bio del vien­to y su mag­ni­tud.

Fue el cien­tí­fi­co James Love­lock, crea­dor de la hipó­te­sis Gaia, quien exten­dió la idea de que la Tie­rra, en su dimen­sión de natu­ra­le­za, es un sis­te­ma inter­co­nec­ta­do y auto­rre­gu­la­do en el que la vida ha ayu­da­do a man­te­ner el entorno del pla­ne­ta rela­ti­va­men­te esta­ble duran­te miles de millo­nes de años. Pero de eso tene­mos una memo­ria ances­tral según la que, sal­vo suce­sos raros, que nos pare­ce que pro­ba­ble­men­te ocu­rran lejos. Nues­tro entorno natu­ral cer­cano nos pare­ce des­de siem­pre ami­ga­ble y aco­ge­dor. 

Sin embar­go, hace fal­ta algo esen­cial para que la cita­da auto­rre­gu­la­ción exis­ta, –como lo ha esta­do duran­te siglos y mile­nios–: un equi­li­brio. Ese equi­li­brio es el que hacía que el sis­te­ma cli­má­ti­co de atmós­fe­ra que rodea la tie­rra fue­ra regu­lar y pre­vi­si­ble, como las esta­cio­nes o la dura­ción el día y la noche, y todo lo demás. Pero ya hoy, dicha auto­rre­gu­la­ción se está rom­pien­do, según pre­ci­sas medi­cio­nes de los cien­tí­fi­cos del cli­ma. Se está alte­ran­do ace­le­ra­da­men­te al ele­var­se a nivel pla­ne­ta­rio la tem­pe­ra­tu­ra, con con­se­cuen­cias enor­mes y múl­ti­ples que han comen­za­do evi­den­ciar­se en diver­sas for­mas y dis­tin­tos luga­res. 

Hay mil datos de cosas extre­mas que están ocu­rrien­do en los cli­mas loca­les que no habían ocu­rri­do nun­ca. Nun­ca antes el agua del medi­te­rrá­neo había esta­do a casi 30 gra­dos de media en estas fechas anua­les. El mar a esa tem­pe­ra­tu­ra es una gigan­tes­ca máqui­na de gene­rar vapor de agua en can­ti­da­des ingen­tes. Y eso, lógi­ca­men­te, se des­car­ga­rá pron­to y no será en for­mas de llu­vias sua­ves, pre­ci­sa­men­te. Nun­ca antes habían pro­du­ci­do tan­tos rayos de tor­men­ta seca (pro­ba­ble cau­sa ini­cial en Bejís) en la geo­gra­fía medi­te­rrá­nea des­de que exis­ten regis­tros. Muchos epi­so­dios extre­mos que cada vez son más nume­ro­sos, por uni­dad de tiem­po. Pien­so que uno de ellos es la ‘tor­men­ta per­fec­ta’ de la que estoy hablan­do en este rela­to, aun­que podría estar equi­vo­ca­do; la cer­te­za total hoy no exis­te. Sin embar­go, la reali­dad cli­má­ti­ca en el pla­ne­ta sobre la que, des­de hace déca­das, nos están avi­san­do los cien­tí­fi­cos, cada vez con más datos, de for­ma tozu­da, tan tozu­da como es la reali­dad y la velo­ci­dad del actual cam­bio atmos­fé­ri­co. 

Mien­tras, deba­ti­mos sobre ello como si no fue­ra con noso­tros, –aún muchos de noso­tros segui­mos pen­san­do que ‘lo glo­bal’ es solo algo en el extran­je­ro–, los datos son muy muy con­tun­den­tes, e inevi­ta­ble­men­te nos afec­ta­rá. El cli­ma mun­dial sigue, –pare­ce que rápi­da e inexo­ra­ble­men­te–, su ace­le­ra­do ascen­so. Ya está medi­do que el mes de junio de 2022 ha sido el ter­cer junio más cáli­do en el mun­do des­de que hay regis­tros, según ha infor­ma­do el bole­tín men­sual del Ser­vi­cio de Cam­bio Cli­má­ti­co de Coper­ni­cus (C3S). Ha sido el segun­do mes más cáli­do en Euro­pa, con unos 1,6 gra­dos Cen­tí­gra­dos por enci­ma de la media, y el ter­cer junio más cáli­do regis­tra­do en el mun­do, con unos 0,31°C. por enci­ma de la media tam­bién.

El últi­mo Infor­me de Eva­lua­ción del Gru­po Inter­gu­ber­na­men­tal de Exper­tos sobre Cam­bio Cli­má­ti­co (IPCC) refle­ja que el aumen­to de la fre­cuen­cia e inten­si­dad de las olas de calor pue­de atri­buir­se, ya sin dudas, al cam­bio cli­má­ti­co pro­vo­ca­do por la acti­vi­dad huma­na en el pla­ne­ta. Car­lo Buon­tem­po, direc­tor del Ser­vi­cio de Cam­bio Cli­má­ti­co de Coper­ni­cus (C3S) afir­ma que en los pró­xi­mos años las olas de calor segui­rán y “serán más fre­cuen­tes e inten­sas” a las obser­va­das este año. Y hace énfa­sis en que es “espe­cial­men­te impor­tan­te” con­tar con datos públi­cos fia­bles para “pre­pa­rar­se mejor para lo que se ave­ci­na”. Y ‘lo que se ave­ci­na’ con el cli­ma no es pre­ci­sa­men­te opti­mis­ta. Todo lo con­tra­rio. ¿Sería ejem­plo de algo de ‘eso que se ave­ci­na’ a que ser refe­ría Car­lo, lo que aca­ba de ocu­rrir ini­cián­do­se en Bejís? Tal vez. Mi opi­nión es que tie­ne toda la pin­ta, por más que muchos lo cali­fi­quen como un sinies­tro más. Para a mí no es uno más, ‑apar­te de mi cone­xión emo­cio­nal con el lugar–. Sino mues­tra de lo que vie­ne de cara al futu­ro. 

La lección esencial a aprender es que vivimos en un planeta con un clima relacional, interdependiente

El cli­ma de nues­tra comar­ca, de nues­tro pue­blo, está liga­do al de las regio­nes cir­cun­dan­tes, pero tam­bién a los lar­gos des­pla­za­mien­tos atmos­fé­ri­cos pro­pios de los gran­des movi­mien­tos de masas atmos­fé­ri­cas y gra­dien­tes de tem­pe­ra­tu­ra, como nos las mues­tran en los mode­los de las pre­vi­sio­nes del tiem­po al final de cada noti­cia­rio. Y si hay algo más rela­cio­nal que la eco­no­mía –que lo es tam­bién– en el mun­do actual, ese algo son los fenó­me­nos atmos­fé­ri­cos y su inter­ac­ción entre las varia­das geo­gra­fías loca­les (nues­tro pue­blo, región o país) y los aspec­tos de lar­ga dis­tan­cia de los mode­los cli­má­ti­cos pla­ne­ta­rios. 

Si llue­ve barro sobre nues­tro coche, segu­ra­men­te la noche ante­rior nos habían avan­za­do en las noti­cias, –aun­que no las vié­ra­mos–, que la cali­ma y el pol­vo en sus­pen­sión iba a via­jar por la atmós­fe­ra des­de el Sáha­ra y lue­go, lite­ral­men­te, es el que se ha des­plo­ma­do sobre nues­tras cabe­zas, en nues­tro pue­blo o ciu­dad y sobre las lunas de nues­tro coche al aire libre. Lo mis­mo ocu­rre con los pedris­cos, o las hela­das a des­tiem­po que, segu­ra­men­te, ha arra­sa­do cose­chas en nues­tra cer­ca­nía, no hace muchos meses. No son suce­sos casua­les, aun­que sea men­tal­men­te más cómo­do pen­sar eso, y tam­po­co lo es su alea­to­rie­dad, o su supues­ta ‘casua­li­dad’. Son suce­sos no desea­dos esta­dís­ti­ca­men­te cada vez más cre­cien­tes, efec­tos de la atmós­fe­ra, que el micro­cli­ma local depo­si­ta tam­bién sobre nues­tra comar­ca o nues­tro pue­blo, jus­to enci­ma de nues­tras cabe­zas. 

Hemos de ver este tipo de suce­di­dos, cada vez menos, como pro­duc­to de la casua­li­dad. El cli­ma de todo el pla­ne­ta está conec­ta­do y es inter­de­pen­dien­te. Lo que nos pasa en nues­tro pue­blo, el calor cada vez más y más fre­cuen­te, el frío repen­tino, la inva­sión de la pri­ma­ve­ra y el oto­ño por el verano, un súbi­to pedris­co, son con­se­cuen­cias con­cre­tas que nos toca pade­cer. Bueno, tam­bién nos toca dis­fru­tar cuan­do la tem­pe­ra­tu­ra y la esta­ción del micro­cli­ma don­de esta­mos nos es más pro­pi­cia.

Pero, no pode­mos dejar de lado que, obvia­men­te, todo lo que ocu­rre en un sis­te­ma glo­bal inter­de­pen­dien­te nos aca­ba afec­tan­do direc­ta­men­te en mayor o menor medi­da. Por ejem­plo, eso que vemos aún tan lejano del calen­ta­mien­to de los polos y los gla­cia­res (des­hie­lo ace­le­ra­do); las suce­si­vas olas de tem­pe­ra­tu­ras ultra altas, que son fac­tor esen­cial para la enor­me mul­ti­tud incen­dios que están ocu­rrien­do en el mun­do, así como una cre­cien­te e inusi­ta­da fre­cuen­cia de epi­so­dios cli­má­ti­cos extre­mos. La mul­ti­pli­ca­ción de pavo­ro­sos incen­dios, entre ellos con algu­nos de ‘6ª gene­ra­ción’ –un tipo de la cita­da ‘tor­men­ta per­fec­ta’ que yo he vis­to ini­ciar­se en Bejís–, que con lar­guí­si­mos fren­tes de fue­go con lla­ma­ra­das de dece­nas de metros, que supe­ran los medios de apa­gar­los actua­les, como hemos podi­do ver. Final­men­te, el gran des­plie­gue humano y téc­ni­co ha sido supe­ra­do por un cam­bio del vien­to. 

A todo eso esta­mos asis­tien­do en Espa­ña, y lo que estoy con­tan­do en con­cre­to de Bejís, exten­di­do mons­truo­sa­men­te lue­go a mon­tes y tie­rras y pue­blos colin­dan­tes, es una bue­na mues­tra de que el cam­bio tam­bién está suce­dien­do en nues­tro alre­de­dor más cer­cano. Ya se han que­ma­do, solo en lo que lle­va­mos de año en nues­tro país,  el sis­te­ma Euro­peo EFFIS, 224.272 hec­tá­reas, el tri­ple de lo que dice haber regis­tra­do el gobierno espa­ñol. Pare­ce­ría que todas estas cir­cuns­tan­cias son inevi­ta­bles, pero no lo son. Cual­quier con­se­cuen­cia de la acción huma­na sobre el pla­ne­ta no es deter­mi­nis­ta. Podría modi­fi­car­se y podría ser algo evi­ta­ble. 

Hay algu­nas pre­gun­tas muy dolo­ro­sas que nos tene­mos que hacer para inten­tar apren­der la lec­ción y que la ‘tor­men­ta per­fec­ta de fue­go’ que ha des­trui­do el peque­ño, pero el pai­sa­je, glo­rio­so y reple­to de bio­di­ver­si­dad del valle de Bejís, es: ¿era evi­ta­ble esta ‘tor­men­ta per­fec­ta’ de fue­go? ¿podría haber­se evi­ta­do el que ocu­rrie­ra? Dolo­ro­sa cues­tión. Pero me temo que no podre­mos con­tes­tar­la noso­tros solos… Por­que, por la mis­ma ‘regla de tres’: nos pode­mos pre­gun­tar de lo cer­cano a lo lejano ¿Era evi­ta­ble el incen­dio de Les Use­res, en Cas­te­llón? ¿Y el de La Vall d’E­bo, con más pobla­cio­nes eva­cua­das, que el de Bejís? Y siguien­do estos pun­tos y sin salir­nos de nues­tro país o con­ti­nen­te… ¿Era evi­ta­ble el de la Sie­rra de la Cule­bra que ha arra­sa­do 30.000 hec­tá­reas en Zamo­ra y ha aca­ba­do con tres vidas huma­nas? ¿Lo era el del Sur de Fran­cia? Y final­men­te, ¿cuán­tas de esas 224.272 hec­tá­reas era evi­ta­ble que ardie­ran en nues­tro país? Par­te de ellas, tam­bién en nues­tra Comu­ni­dad Valen­cia­na; y par­te de ellas aho­ra en Bejís, Torás, Tere­sa, Saca­ñet, los cua­tro pue­blos con todos sus veci­nos des­alo­ja­dos, por el incen­dio que mien­tras escri­bo estas líneas ya lle­va arra­sa­das 10.000 hec­tá­reas y siguen sin con­tro­lar­se y ya afec­ta con des­alo­ja­dos a tres peda­nías de Andi­lla (Artaj, Oset y La Poble­ta). Y en el inci­den­te el tren se pue­de ver cómo es la reac­ción de la gen­te, y de las dis­tin­tas auto­ri­da­des, peleán­do­se entre sí por igno­ran­cia o por intere­ses crea­dos. 

El cli­ma glo­bal está cam­bian­do drás­ti­ca­men­te. Los epi­so­dios extre­mos fre­cuen­tes  son una reali­dad. Estoy con­ven­ci­do de que este epi­so­dio trá­gi­co de fue­go extre­mo ini­cia­do en Bejís, está conec­ta­do con ese cam­bio y, en par­te, es con­se­cuen­cia de él, por lejano que parez­ca. Siem­pre hubo incen­dios en el mon­te, dirá alguien. Yo creo cla­ra­men­te que no como aho­ra, y no como los de aho­ra en can­ti­dad y ‘cua­li­dad’. El cam­bio glo­bal del cli­ma pro­du­ce drás­ti­ca­men­te, cada vez más catás­tro­fes cli­má­ti­cas (inclu­yen­do de incen­dios y fue­go, pero no solo). Nues­tra ‘cul­tu­ra’ y for­ma de pen­sar sobre la natu­ra­le­za y el cli­ma ha de cam­biar colec­ti­va­men­te igual de drás­ti­ca­men­te. Apren­da­mos esta lec­ción que nos impo­nen la natu­ra­le­za y el cli­ma. Lo que ocu­rra con ello no debe­mos acep­tar­lo como inevi­ta­ble, por­que este cam­bio cli­má­ti­co tie­ne que ver con el con­jun­to de la acción huma­na en todo el pla­ne­ta y eso pue­de ser modi­fi­ca­do. Obli­gue­mos a nues­tras auto­ri­da­des demo­crá­ti­cas; influ­yá­mos­les para que tomen esto en con­si­de­ra­ción como algo deci­si­vo en muchos aspec­tos socia­les. Y para que se apa­guen los incen­dios sobre todo ‘en invierno’, o mejor todo el año, con pre­ven­ción y sen­ti­do común sobre la natu­ra­le­za.

 

PARTE II. LA TORMENTA PERFECTA DE FUEGO QUE COMENZÓ EN BEJÍS

Introducción

Son imá­ge­nes pre­vias y de algu­nos aspec­tos del momen­to la fase pre­via, el inten­to de apa­gar el incen­dio por los bom­be­ros, fores­ta­les, la UME y las fuer­zas de la guar­dia civil y las auto­ri­da­des. Verá el lec­tor en ellas que lo que pare­cía un incen­dio común, de pron­to con un sim­ple cam­bio de direc­ción y de inten­si­dad, se trans­for­mó en un incen­dio inabor­da­ble e impa­ra­ble. Y eso en solo dos horas de cam­bio, así que a pesar de la lucha de fores­ta­les, bom­be­ros y miem­bros de la UME, –todos ellos se jue­ga la vida en su tra­ba­jo, lo hemos vis­to–, y de los enor­me medios des­ple­ga­dos se tuvo, a toda velo­ci­dad que cam­biar la estra­te­gia, des­pués de muchas horas de lucha con­tra el incen­dio; a pasar en minu­tos, de inten­tar sal­var la natu­ra­le­za, los árbo­les y el pai­sa­je, a algo que se vol­vió suma­men­te urgen­te en minu­tos: pasar drás­ti­ca­men­te a las eva­cua­cio­nes para sal­var la vida de los veci­nos, de toda edad, salud y con­di­ción, de Bejís, Torás, Tere­sa y lue­go Saca­ñet, Alcu­blas, Viver…Nadie duda que eso era lo pri­me­ro una vez que parar el incen­dio en Bejís se vol­vió impo­si­ble. Yo soy tes­ti­go de ello. Esta ‘tor­men­ta per­fec­ta’ de fue­go de Bejís, ­por eso le ha lla­ma­do así, tie­ne carac­te­rís­ti­cas dife­ren­cia­les de las que espe­cia­lis­tas y auto­ri­da­des debe­rán, como cada uno de noso­tros, pero ellos espe­cial­men­te apren­der la lec­ción. Modes­ta­men­te des­de mi igno­ran­cia lo digo, que no des­de mi indi­fe­ren­cia.

Aprendamos la lección todos. Para que algo así no vuelva a ocurrir si ello fuera posible. 

Brin­do a los veci­nos de Bejís que esta­rán, ima­gino, al menos, tan afec­ta­dos emo­cio­nal­men­te como yo, una fra­se de Espe­ran­za muy cua­li­fi­ca­da, de mi ami­go Jai­me Güe­mes, direc­tor del Jar­dí Botà­nic de la Uni­ver­si­tat de Valen­cia. Al detec­tar mi áni­mo muy afec­ta­do por la catás­tro­fe del incen­dio de Bejís, Jai­me me ha envia­do un men­sa­je de urgen­cia que dice así:

“Me ima­gino que (estás) muy afec­ta­do y lo esta­rás mucho tiem­po, pero espe­ro que con­fíes en que el mon­te se recu­pe­ra­rá (y así será) y su rit­mo en ello, será tam­bién insos­pe­cha­do. ;–)”

Que así sea.

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