Ricard Cama­re­na ha con­se­gui­do en este local una ofer­ta al gus­to de ado­les­cen­tes, jóve­nes y adul­tos, de todas las nacio­na­li­da­des, sobre todo occi­den­ta­les

Inte­rior de Cana­lla Bis­tró.

Ser­vir más de cien o dos­cien­tos cubier­tos dia­rios, de lunes a domin­go sin des­can­sar, al medio­día y por las noches, en hora­rios elás­ti­cos, y ade­más tra­ba­jar tam­bién para el canal deli­very. Y comer bien, al gus­to de ado­les­cen­tes, jóve­nes y adul­tos, de todas las nacio­na­li­da­des, sobre todo occi­den­ta­les. Y seguir comien­do bien, y rápi­do, es un méri­to sufi­cien­te para situar a un res­tau­ran­te en la máxi­ma cate­go­ría gas­tro­nó­mi­ca. Al menos en la ciu­dad de Valen­cia, don­de los loca­les se vuel­ven tarum­bas por un almuer­zo poli­go­ne­ro en boca­di­llo de cuar­to de kilo con cer­ve­za, acei­tu­nas, cacahue­tes y cara­ji­llo.

Den­tro de la cul­tu­ra (o del nego­cio) de la res­tau­ra­ción debe caber de todo. Y, des­de lue­go, no solo de pro­bar nue­vas rece­tas de coci­ne­ros crea­ti­vos viven los afi­cio­na­dos al comer bien. No será el pri­mer gran chef al que vemos deam­bu­lan­do por piz­ze­rías, pae­lla­do­res y otros fast food en bus­ca de algo que lle­var­se a la boca con agra­do.

(Lea el artícu­lo com­ple­to en Alma­na­que Gas­tro­nó­mi­co)

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