Micro­be et gasoil, de Michel Gondry.

El Cen­tre del Car­me Cul­tu­ra Con­tem­po­rà­nia reto­ma el humor y revi­ta­li­za las noches de verano con un nue­vo ciclo de cine de come­dia euro­pea. ¿De qué se ríen en Euro­pa? insis­te en el géne­ro e invi­ta nue­va­men­te a un diver­ti­do via­je por el vie­jo con­ti­nen­te, del 16 de julio al 8 de agos­to, en el claus­tro góti­co del Cen­tre del Car­me.

Tras el éxi­to del CCC­Ci­ne­ma d’Es­tiu cele­bra­do en agos­to de 2019, el Cen­tre del Car­me pro­po­ne un nue­vo ciclo de for­ma pre­sen­cial, con entra­da gra­tui­ta y al aire libre, en esta oca­sión con afo­ro limi­ta­do y reser­va pre­via para dis­fru­tar de la acti­vi­dad en esta “nue­va” nor­ma­li­dad de for­ma segu­ra.

El direc­tor del Cen­tre del Car­me, José Luis Pérez Pont ha seña­la­do que “en estos tiem­pos de pan­de­mia ha que­da­do demos­tra­do que la cul­tu­ra ocu­pa un papel esen­cial en la vida de las per­so­nas, por ello des­de el Cen­tre del Car­me tra­ba­ja­mos para apo­yar a los crea­do­res y crea­do­ras y bus­car nue­vas for­mas de acce­si­bi­li­dad a la cul­tu­ra”.

Pérez Pont ha recor­da­do que “duran­te el con­fi­na­mien­to desa­rro­lla­mos dife­ren­tes accio­nes como la pro­gra­ma­ción de un ciclo de come­dia espa­ño­la espe­cí­fi­ca­men­te dise­ña­do para su dis­fru­te onli­ne. Aho­ra reto­ma­mos la acti­vi­dad pre­sen­cial con este nue­vo ciclo, con las medi­das de segu­ri­dad e higie­ne que requie­re el momen­to”.

“Esta pro­pues­ta recu­pe­ra la esen­cia del cine de barrio, a la fres­ca con una serie de pelí­cu­las que están fue­ra del cir­cui­to habi­tual de la salas de cine y de tele­vi­sión y que han sido espe­cí­fi­ca­men­te tra­du­ci­das para garan­ti­zar la diver­si­dad lin­güís­ti­ca en valen­ciano y cas­te­llano” ha seña­la­do Pérez Pont quien ha aña­di­do que “el Cen­tre del Car­me redes­cu­bre Euro­pa con un via­je a tra­vés del cine de come­dia, una opor­tu­ni­dad para seguir des­cu­brien­do a nues­tros paí­ses veci­nos, abor­dan­do dife­ren­tes temas o pro­ble­má­ti­cas de nues­tra reali­dad, des­de lo que más nos une como es el humor”.

Dark Hor­se, de Dagur Kári.

¿De qué se ríen en Euro­pa? ofre­ce­rá un total de 21 pelí­cu­las per­te­ne­cien­tes a 12 paí­ses euro­peos, 16 de ellas iné­di­tas en Espa­ña. De mar­tes a domin­go, cada noche a las 22:00 horas se podrá dis­fru­tar de una pro­gra­ma­ción en ver­sión ori­gi­nal con doble sub­ti­tu­la­do, en cas­te­llano y valen­ciano.

El ciclo pasa a lla­mar­se ¿De qué se ríen en Euro­pa? como con­ti­nua­ción al ciclo Confi(n)ados a la come­dia, que se dedi­có espe­cí­fi­ca­men­te a la come­dia espa­ño­la con una selec­ción de ocho pelí­cu­las que el Cen­tre del Car­me ofre­ció den­tro de su pro­gra­ma CCC­Cen­Ca­sa, el pasa­do mes de mayo.

El crí­ti­co cine­ma­to­grá­fi­co y coor­di­na­dor del ciclo, Daniel Gas­có, ha mani­fes­ta­do que “hay que reto­mar el humor. Aun­que sólo sea por­que es un revul­si­vo capaz de rela­jar cual­quier esta­do de alar­ma, el arma que mejor des­com­po­ne la solem­ni­dad de un momen­to. La come­dia siem­pre ha rela­ti­vi­za­do las cosas, ha urdi­do una crí­ti­ca cons­tan­te a todo aque­llo que se creía defi­ni­ti­vo”.

La rigidez de los números

Some­ti­do ese son­deo veloz que arro­jan webs como IMDB o Fil­maf­fi­nity, el ciclo de este año arro­ja un dato curio­so: se inau­gu­ra con la pelí­cu­la peor pun­tua­da (5’9/5’3), Mon pire cau­che­mar (Mi peor pesa­di­lla, 2011),frente a un film yugos­la­vo tan des­ca­cha­rran­te como emble­má­ti­co Mara­ton­ci trce pocas­ni krug (Mara­tón fami­liar, 1982), que tie­ne una media esca­lo­frian­te (9 en IMDB) tras haber sido vota­do por 14.000 usua­rios.

Mara­ton­ci trce pocas­ni krug, de Slo­bo­dan Sijan.

Dejan­do atrás las cifras, el títu­lo con el que arran­ca el ciclo tie­ne el encan­to de  reu­nir por pri­me­ra y úni­ca vez a un cómi­co incen­dia­rio como Benoît Poel­voor­de con una géli­da Isa­be­lle Hup­pert, una com­bi­na­ción explo­si­va que Anne Fon­tai­ne (Coco Cha­nel) impu­so para resol­ver un guión pun­zan­te, cuyo reco­rri­do emo­cio­nal hubie­se sido impro­ba­ble con otros acto­res. Y, por supues­to, inau­gu­rar con una pelí­cu­la ubi­ca­da en el mun­do del arte en un espa­cio museís­ti­co tan aco­ge­dor como el que ofre­ce el Cen­tre del Car­me.  Cir­cuns­tan­cia que se repi­te con Ich und Kamins­ki(Yo y Kamins­ki, 2015), una visión vam­pí­ri­ca que Wolf­gang Bec­ker (Goodb­ye, Lenin) vier­te sobre un crí­ti­co que quie­re absor­ber al últi­mo bas­tión de la gran cul­tu­ra, un alumno nona­ge­na­rio de Matis­se, ami­go per­so­nal de Picas­so.

Amantes del disfraz

Con­tra la resig­na­ción o la posi­bi­li­dad de aban­do­nar­se, que­da siem­pre el maqui­lla­je, la arti­lle­ría pos­ti­ce­ra o un cam­bio radi­cal de ves­tua­rio. Que se lo digan sino a Arse­nio Lupin, ese míti­co ladrón de guan­te blan­co que muta, empa­ti­za y enga­ña en las situa­cio­nes más insos­pe­cha­das. Fue en manos del míti­co cineas­ta Jac­ques Bec­ker (La eva­sión), quien hace un uso magis­tral del tech­ni­co­lor, cuan­do reci­bió el espal­da­ra­zo del públi­co. Sólo en Fran­cia, acu­die­ron tres millo­nes de espec­ta­do­res a ver Les aven­tu­res d’Ar­sè­ne Lupin (1957), estre­na­da en nues­tro país pero hoy muy olvi­da­da. Un film que conec­ta con una de las gran­des sor­pre­sas del ciclo: Vrch­ní, prch­ni! (¡Cama­re­ro, huye!, 1981), asom­bro­sa joya del cine che­co en el que su pro­ta­go­nis­ta, un libre­ro acu­cia­do por varias pen­sio­nes ali­men­ti­cias, se verá obli­ga­do a trans­for­mar­se. Una cir­cuns­tan­cia que se repi­te en otra obra tam­bién fun­da­men­tal de la cine­ma­to­gra­fía che­ca, Kno­flí­ka­ri (Boto­ne­ros, 1997), en la que un maqui­lla­dor de TV que com­bi­na su tra­ba­jo con el de taxis­ta ofre­ce mues­tras de su atrez­zo. Pero sin duda el más osa­do de ellos, el más duro com­ba­tien­te del dis­fraz es Quen­tin Crisp, capaz de exhi­bir su esen­cia feme­ni­na en la Ingla­te­rra homó­fo­ba que va de los ’30 a media­dos de los ’70 del pasa­do siglo. The naked civil ser­vant (El fun­cio­na­rio des­nu­do, 1975), sigue sien­do el film más mag­ní­fi­co que haya pro­du­ci­do la BBC y sig­ni­fi­có la con­sa­gra­ción de un actor: John Hurt.

“Maskerade” (1934): una obra maestra absoluta

Al des­cu­brir esta joya, más de un ciné­fi­lo se pre­gun­ta­rá: ¿cómo es posi­ble que ese cineas­ta vie­nés lla­ma­do Willi Forst, que com­bi­na la suti­li­dad y ele­gan­cia de Ernst Lubitsch con el sen­ti­do coreo­grá­fi­co de Max Ophuls siga sien­do igno­ra­do por tan­tas His­to­rias del Cine? Y la res­pues­ta más fre­cuen­te que halla­rá es que ese es el pre­cio que paga­ron aque­llos cineas­tas ger­ma­nos que no huye­ron a Holly­wood en tiem­pos de nazis­mo. Des­de su pro­pia trin­che­ra, Forst cons­tru­yó una obra rompe­dora, nada indul­gen­te en su for­ma y total­men­te aje­na a la eufo­ria de su tiem­po.

Rastros de sangre

Mario Moni­ce­lli se pre­gun­ta­ba por qué Moni­ca Vit­ti, una actriz con tan­ta vis cómi­ca, insis­tía en esos per­so­na­jes alie­nan­tes del cine de Miche­lan­ge­lo Anto­nio­ni. La ragaz­za con la pis­to­la (1968) con­tras­ta­ba la Sici­lia ances­tral con ese Lon­dres moderno que el mis­mo Car­lo di Pal­ma había foto­gra­fia­do en Blow-up (1966), terri­to­rio e idio­ma que veía inca­paz de enten­der y tra­du­cir ese absur­do ita­liano lla­ma­do “deli­to de honor”. Por más que se vean envuel­tos por unas imá­ge­nes en B/N, los per­so­na­jes de J’ai tou­jours rêve d’ê­tre un gangs­ter (Siem­pre soñé con ser un gángs­ter, 2007) tam­bién se encuen­tran cadu­cos per­si­guien­do metas, hue­llas y mar­cos cri­mi­na­les del siglo pasa­do. Todo lo con­tra­rio que Atak pani­ki (Ata­que de páni­co, 2017), que trans­cu­rre entre dos explo­sio­nes físi­cas y mora­les que limi­tan ese retra­to de Polo­nia ombli­guis­ta al bor­de del infar­to aho­ra que es ple­na­men­te capi­ta­lis­ta y ha caí­do pre­sa de las redes socia­les y demás tram­pas y nue­vas for­mas de esca­pis­mo que nos impi­den afron­tar la reali­dad.

¿Bich ich schön?, de Doris Dörrie.

En tierras de España

Un año antes de empren­der su tri­lo­gía sobre Japón, Doris Dörrie siguió en ¿Bich ich schön? (¿Soy Lin­da?, 1998) las des­ven­tu­ras de doce per­so­na­jes teu­to­nes en los pai­sa­jes lumi­no­sos de Espa­ña. Como Michael Win­ter­bot­tom en Trip to Spain (2017), la direc­to­ra ale­ma­na con­clu­ye que nues­tro país es el refu­gio idó­neo de todos aque­llos que pre­ci­san inte­rro­gar su iden­ti­dad. Entre su nutri­do elen­co extran­je­ro, aso­ma en sus imá­ge­nes el actor Juan Die­go Bot­to.

Bienvenidos a la tragicomedia

No hay que con­fun­dir la risa con la come­dia. Paí­ses como Por­tu­gal, Gre­cia o Rusia, con­si­de­ran que el ele­men­to trá­gi­co es con­sus­tan­cial a este géne­ro. Yor­gos Tza­ve­llas lo deja muy cla­ro en Mia zoi tin ehou­me (¡Sólo se vive una vez!, 1958), pie­za cla­ve del cine grie­go que retra­ta su país como una cár­cel, más fati­go­sa y lle­na de ser­vi­dum­bres que las ver­da­de­ras. Otar Ios­se­llia­ni, sin embar­go, se sal­ta todas las leyes, ésas que nos obli­gan y para­li­zan, en Iko shas­vi mga­lo­be­li (Éra­se una vez un mir­lo can­tor, 1970), ani­man­do esos tiem­pos muer­tos a los que habían con­de­na­do al pro­ta­go­nis­ta.

Un broche de oro

El ciclo desem­bo­ca­rá en uno de los des­en­la­ces más álgi­dos que se recuer­dan. Una secuen­cia de des­pe­gue y des­pren­di­mien­to de este fre­cuen­te­men­te pre­vi­si­ble y tedio­so pla­ne­ta. Ils se mariè­rent et eurent beau­coup d’en­fants(Se casa­rán y ten­drán muchos hijos, 2004) pon­drá un pun­to final estra­tos­fé­ri­co a este reco­rri­do por la come­dia euro­pea.

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