La muestra «Superpop con Warhol» repasa, a través de 112 obras originales, lo mejor del artista que revolucionó el mercado del arte
No todo eran colores chillones y culto al hedonismo. El pop art, y su máximo exponente el norteamericano Andy Warhol (1928–1987), también tuvo, o quiso tener, un lado oscuro que no llegó a cuajar. Durante una época, el de Pittsburgh se interesó por los sucesos más escabrosos (accidentes, crímenes…). Sin embargo , como explica Juan Rozas, coordinador de la muestra Superpop con Warhol que podrá verse en el Ateneo Mercantil de Valencia hasta el próximo 29 de enero, «el pop art era color, hedonismo, positividad… y al público unas ampliaciones de una portada de un diario con un accidente de aviación o una serie sobre sillas eléctricas, en un momento en que se debatía en EEUU sobre la pena de muerte, no le acabó de gustar».
La serie Muerte y desastre es una de las etapas en las que se divide la exposición dedicada a Warhol y que se ha añadido a la exposición itinerante que ha recalado en Valencia. La muestra repasa lo más interesante de la producción del creador, desde sus trabajos más conocidos (los retratos de Marilyn Monroe o la serie dedicada a las sopas Campbell) hasta otros de los que solo tienen referencia sus seguidores más devotos.
Ejemplo de esto último es cuando la muestra se detiene en la primera del creador, cuando buscaba su lugar como diseñador, de la que se exponen sellos, entradas para el Lincoln Center y, lo más interesante, una serie de grabados que formaban parte del book que enviaba a las agencias de publicidad en busca de encargos a finales de los 50 y principios de los 60. Pocas veces se han expuesto estos trabajos.
«Con Warhol el arte se convierte definitivamente en negocio —añade Rozas—. El pop art lo asociemos con EEUU por él, que fue su máximo exponente, pero el verdadero origen es Inglaterra, donde en 1956 tiene lugar en la Whitechapel Art Gallery la exposición This is tomorrow, cuyo máximo exponente era el ICA Independent Group y autores como Richard Hamilton, John Voelcker y John McHale, que tenían al sociólogo Marshall McLuhan, como su gurú».
Así, mientras en Europa las vanguardias de posguerra están instaladas en el expresionismo abstracto como intento de superar el trauma de la II Guerra Mundial, añade Rozas, «en Estados Unidos ya se ha consolidado una sociedad de consumo plenamente desarrollada y, en ese marco, es en el que Warhol consigue sacar todo el potencia de esta nueva corriente. Él no se oculta, crea para ganar dinero, y eso supone intentar llegar a un público masivo y utilizar técnicas industriales que permitan aumentar la producción».
El debate sobre la autoría
Las 112 obras que conforman Superpop con Warhol son originales, es decir firmadas de puño y letra por el autor y numeradas, pero eso no quiere decir que sean únicas. «Warhol rompe esa línea se separa la obra original de la reproducción; lo que en otros autores estaría claro, aquí nos movemos en un terreno gris. ¿A partir de cuántas reproducciones se puede dejar de considerar obra original?». En todo caso, son piezas firmadas y numeradas nacidas de la imaginación del autor.
Los famosos retratos de Marilyn Monroe de Warhol, las vacas o las de motivos florales son buenos ejemplos para ilustrar ese punto. En el caso de Monroe son series sobre una misma foto —publicada pocos días después de su muerte — pero con distintos tamaños y colores. «Pero además, las técnicas de reproducción de la época no son perfectas, así que las pequeños imperfecciones las convierten en únicas», apunta Rozas.
Lo que hay que ver
Más allá de los trabajos más conocidos (la ya citas obras basadas en las sopas Campbell, los retratos de Marilyn o el de Mao Tse-Tung), gran parte de lo expuesto sorprenderá al público menos versado en el trabajo del fundador de la Factory. Destaca, por ejemplo, la sala dedicada a Ladies & Gentlemen, una serie de fotografías realizadas a miembros de la comunidad drag queen y transexual del Nueva York de los años 70. Dato curioso es que no se molestó en acreditar los nombres de sus modelos. Años más tarde, en 1982, el fotógrafo Christopher Makos completó la serie con fotos del artista vestido de mujer, imágenes que también forman parte de la muestra.
Y, volviendo a la serie de Muerte y desastre, se incluyen algunas obras que debían formar parte de una exposición que nunca tuvo lugar y que debía titularse Los hombres más buscados. La muestra se basaba en mugshots de los criminales a los que el departamento de policía de Nueva York tenía más ganas de echar el guante. Pero el alcalde de la gran manzana, Nelson Rockefeller, temía que la exposición pudiera tener un coste electoral entre sus votantes de origen italiano, ya que la mayoría de esos gangsters tenían ese origen. Al final, Warhol autorizó que el mural que había confeccionado se pintara de aluminio para taparlo.
Los amantes de la música disfrutarán especialmente de la sala dedicada a la relación que mantuvo el artista con la música, que incluye las portadas del primer disco de la Velvet Underground y Nico (fue su productor), las de Love you Live y Emotional Tatoo de The Rolling Stones, la de Menlove Ave. de John Lennon y el Made in Spain de Miguel Bosé, una colaboración entre el cantante y el pintor que tuvo lugar gracias al empeño de Bianca Jaager. Varias guitarras pintadas por él y un retrato poco conocido de The Beatles completan esta sala.
También merece mencionarse la selección de portadas que realizó para la revista Interview, creada en 1969 en Nueva York por el periodista británico John Wilcock. Apodada el «la bola de cristal de la cultura popular», mezclaba con los cotilleos con la información sobre lo más granado del artisteo de la gran manzana. John Nicholson, Tom Cruise, Sylvester Stallone, el príncipe Alberto de Mónaco, Dustin Hoffman… son solo algunos de retratos que elaboró Warhol a partir de sus fotografías y que fueron portada del magazine.
En el apartado de curiosidades destaca el cuadro dedicado al púgil Mohamend Ali, que incluye uno de sus cinturones de campeón, los retratos de Giorgio Armani y Valentino (prueba de su interés por la moda) o los homenajes al Keith Haring y Joan Cocteau. En esta categoría se puede incluir la serie dedicada a Santa Apolonia, una rareza influida por el arte sacro.
La muestra, que incluye un espacio reservado para que los más pequeños den rienda suelta a su faceta artística, ha sido comisariada por el italiano Edoardo Falcioni, uno de los mayores expertos en el artista norteamericano, y las obras provienen de cinco colecciones particulares.
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