El Brujo rinde homenaje al maestro Yoganda en «Autobiografía de un yogui»

La obra podrá verse el próximo lunes 8 de enero y el 19 de marzo en el Teatro Olympia.

El Bru­jo, en una esce­na de «Auto­bio­gra­fía de un yogui».

Rafael Álva­rez El Bru­jo regre­sa este lunes al Olym­pia con Auto­bio­gra­fía de un yogui con casi todas las entra­das ago­ta­das. El par­ti­cu­lar home­na­je del actor al home­na­je al gurú Para­mahan­sa Yogan­da (India, 1893 – EEUU, 2952) ya ha pasa­do por las tablas valen­cia­nas pero repi­te con el mis­mo éxi­to de públi­co. Para aque­llos que no hayan podi­do ver­lo, podrán inten­tar­lo de nue­vo el 19 de mar­zo, fecha en la que El Bru­jo vol­ve­rá al esce­na­rio del tea­tro de la calle San Vicen­te y para el que aún hay entra­das. 

La Auto­bio­gra­fía de un yogui es un obra dife­ren­te en la tra­yec­to­ria de El Bru­jo. Aun­que no se pue­de negar que es la adap­ta­ción de un libro que han leí­do millo­nes de per­so­nas de todo el mun­do y que se pue­de con­si­de­rar, de algún modo, un clá­si­co, no es habi­tual que el genial actor jie­nen­se se enfren­te a tex­tos tan ale­ja­dos de nues­tro entorno como es el de Para­mahan­sa Yogan­da, con­si­de­ra­do el intro­duc­tor del yoga en occi­den­te y fun­da­dor del movi­mien­to ecu­mé­ni­co cono­ci­do como la socie­dad Self-Rea­­li­­za­­tion Fellowship (SRF).

Cons­cien­te del reto que supo­ne, el pro­pio Álva­rez advier­te a sus espec­ta­do­res que «¡yo sólo soy un cómi­co y un come­dian­te!. En todos mis espec­tácu­los la risa es un fac­tor domi­nan­te, que rima con come­dian­te, uste­des ya me cono­cen… y, aun así, bus­co siem­pre un ins­tan­te don­de el alien­to se ele­ve hacia el domi­nio sagra­do de la poe­sía. Sha­kes­pea­re era tam­bién come­dian­te pero ade­más un poe­ta. Por eso es que yo invo­co siem­pre su espí­ri­tu para que le dé alas a mis risas y las haga más trans­pa­ren­tes. En esta oca­sión lo nece­si­ta­ré de una mane­ra muy espe­cial. Me temo que uste­des ten­drán que hacer tam­bién un esfuer­zo espe­cial para acom­pa­ñar­me. ¿Podría yo volar sin uste­des?».

La obra es, entre otras cosas, un home­na­je de El Bru­jo a quien con­si­de­ra su maes­tro, a tra­vés de un libro (el que da nom­bre al espec­tácu­lo) publi­ca­do por pri­me­ra vez en 1946, y que se ha edi­ta­do en más de 25 paí­ses. El autor ha con­den­sa­do sus más de 700 pági­nas en un espec­tácu­lo de hora y cua­ren­ta minu­tos divi­di­do en dos eje: el rela­to auto­bio­grá­fi­co del maes­tro, y sus impre­sio­nes como lec­tor le pro­vo­can. Y todo con un cli­ma inti­mis­ta logra­do a gol­pe de sitar (el ins­tru­men­to de cuer­da típi­co de la India), cua­tro lám­pa­ras, unos pocos asien­tos impro­vi­sa­dos, y un par de fotos.

Más allá del eterno deba­te sobre el valor de la filo­so­fía orien­tal, de si Para­mahan­sa Yogan­da fue una gran pen­sa­dor o otro ven­de­dor de humo veni­do de la India, la obra per­mi­te dis­fru­tar del genio de El Bru­jo en un regis­tro que no es el habi­tual en él.

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