El IVAM reivindica el inclasificable universo creativo del libanés Aref El Rayess

La muestra, que repasa las obras realizadas entre 1958 y 1978, podrá verse hasta el 10 de septiembre

Dos de los cuadros de Aref El Rayess incluidos en la exposición (MIGUEL LORENZO).

Decir que es la mejor exposición que puede verse ahora en Valencia puede ser una exageración, pero afirmar que es la más original es una simple constatación de la realidad. Aref El Rayess. Obras (1958-1978) trae por primera vez a España la obra del inclasificable artista libanés que, si no hubiera sido por el empeño de  Catherine David —comisaria de la muestra y exconservadora del museo Jeu de Paume de París—, sería hoy un completo desconocido y su obra, probablemente, se hubiera perdido.

Aunque Rayess (1928-2005) gozó en vida de prestigio en lugares tan distantes como EEUU, Senegal, Arabia Saudí o Italia, tras su muerte su obra y su figura fueron pasando lentamente al olvido. Afortunadamente, las 130 obras  (y más de 300 documentos y fotografías) que ha recuperado el IVAM para esta exposición demuestran que su trabajo no ha perdido ni un ápice de interés o fuerza.

Como explicó la directora del museo, Nuria Enguita, Rayess es un artista alejado de cualquier «ismo» y que «parece un autor distinto en cada una de las salas que componen la exposición». No exagera, incluso se queda corta: hay cuadros realizados en el mismo periodo creativo que, pese a estar juntos, son totalmente distintos. No hay ninguna unidad estilística, ni de color, ni de temática lo cual, lejos de crear una sensación de ruido, confirma la presencia de un autor total, que responde únicamente al instinto creador de cada una de sus etapas creativas.

Si en una obra predomina el color, en la siguiente es el blanco y negro; de un retrato se pasa a una composición geométrica; de la alegoría a una pieza inspirada en el realismo soviético; hay influencias del futurismo, pero también del pop art; de lo naïf pasa al realismo… Rayess no sigue ninguna regla que no que haya escrito él y, en muchos casos, ni siquiera se molesta en poner nombre a sus cuadros.

Tres obras de El Rayess inspiradas en los conflictos en Oriente Medio (MIGUEL LORENZO).

Catherine David recordó que Rayess fue un creador «muy interesante en términos modernos, porque participó en debates de ideas, obras… sin pertenecer al top 50, y es un artista muy dotado, muy abierto y muy libre en el uso de los medios y la iconografía». También destacó su paradoja vital de ser miembro de una familia drusa de clase alta, muy influido por un religión, y a la vez un libertario. Esa capacidad de moverse de un extremo a otro es, probablemente, lo que mejor define su trabajo.

«Su obra es muy compleja porque no tiene un estilo permanente; tiene más bien una actitud muy abierta y referencias muy diversas. No es un artista fácil, pero es un artista con un concepto del arte antropológico, cultural y político, fruto de una necesidad interior», explicó la comisaria de la exposición.

También explica un obra tan peculiar su carácter autodidacta y su talento natural, que se traduce en un acto creativo más basado en la observación de su entorno u el impulso, que en el intento de encajar en algún movimiento. De cada uno de sus viajes o etapas vitales va tomando aquello que le interesa y deshecha lo demás.

Pero Rayess no es un artista ajeno a la realidad y, de hecho, los acontecimientos históricos que suceden en los años por los que transcurre la exposición reflejan la acción de los combatientes drusos en 1958, la guerra del Líbano, o la muerte de su amigo y político Kamal Jumbltt, asesinado en 1977.

En definitiva, una muy interesante exposición que hace reflexionar sobre el propio hecho creativo y artístico, la inutilidad de intentar acotar en el arte en etiquetas (un denominador común con la exposición sobre Asger Jon), y una oportunidad de ver que también hay arte más allá de occidente.

Nuria Enguita, ante la serie «Tiempos modernos» (MIGUEL LORENZO)..
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