La muestra, que repasa todas sus etapas a través de 200 obras, podrá visitarse hasta el próximo 18 de junio

Pocas veces el visitante es tan protagonista de la exposición a la que acude como en La creación abierta y sus enemigos: Asger Jorn. Antes de entrar, se le pide que realice un dibujo, una pequeña muestra de creatividad espontánea, pero también de rebeldía contra el arte establecido que, para el pintor danés fallecido en 1973, convertía a los museos en una especie de cementerio de la inspiración. La muestra podrá verse en el IVAM hasta el próximo 18 de junio y cuenta con el apoyo del Museum Jorn de Silkeborg y el apoyo de la Fundació Banc Sabadell,
Citar a Asger Jorn es hablar de un creador a contracorriente, pero no solo como actitud artística sino vital: cuando los nazis invadieron su país, se sumó a la resistencia comunista; cuando, en los comunistas empezaron a pedir un arte más comprometido con la causa, rompió su carnet pero siguió fiel a sus ideas, que siguió defendiendo a su manera y sin intromisiones. Ese compromiso está presente en las cerca de doscientas obras incluidas en la exposición, algunas de ellas inéditas, entre las que hay pinturas, dibujos, grabados, publicaciones y colaboraciones con distintos autores.
No es ninguna exageración decir que la propuesta del IVAM es la mayor —y, por ende, la mejor— retrospectiva del fundador de esa fábrica de provocación que fue el Instituto Escandinavo de Vandalismo Comparado. Así lo dijo, al menos, el comisario del proyecto, Ellef Prestsæter.
La exposición, con un título de resonancias popperianas, recorre todas las etapas de la carrera del considerado como el artista más importante de Dinamarca, desde un primerizo ejemplo de pintura automática que realizó en 1946 en la ciudad de Saxnäs, dos años antes de trasladarse a París y dar a luz el movimiento Cobra (con Christian Dotremont y Constant), hasta sus últimos trabajos a finales de la década de los 60.
Ese pequeño ejercicio de pintura automática no fue una anécdota, sino acto de rebeldía —la constante de su obra— que anima toda la muestra. Utilizando un papel transparente, copió una serie de dibujos y animó a sus colegas a seguir su ejemplo. Así lo hicieron, entre otros, Karel Appel, Boumeester y Wilfredo Lam, también presentes en la exposición ¿El motivo? Demostrar que una imagen no es tal, sino su interpretación, y que esta es múltiple y nunca es correcta o incorrecta. El espectador, en definitiva, es que el da el sentido a la obra que hace el creador, y la pared del museo del que cuelga es secundario.
De ahí, la inclusión en el título lo de «los enemigos de la creación». Estos son, explicó Prestsæter, «aquellos que intentan plantear un objetivo concreto para el arte que lo reducen a un único significado, restringiendo su libertad». Una idea que queda clara en una muestra que, como remarcó la directora del IVAM Nuria Anguita durante la presentación, «va más allá de su extraordinario legado pictórico ofreciendo un estudio exhaustivo de las actividades transdisciplinares de Jorn».

Una exposición, cinco salas
La exposición está compuesta de cinco salas, la primera de ellas bautizada como Animales animados y material impreso. En ella se recoge la etapa que nace con el dibujo de Saxnäs, y se centra en sus primeros experimentos editoriales, como el libro de poesía inspirado en Joan Miró, su paso por la revista Helhesten (1941–44) —en la que presentó las primeras traducciones de Frank Kafka al danés—, o su primera obra de calado, Banalidades íntimas, una celebración del kitsch. El resultado es una suerte de Arca de Noe de animales animados, metáfora de la vida humana, que busca reivindicar el arte más popular y banal.
La segunda sala, Trazado de líneas y motivos, cuyo punto de partida es el libro Los cuernos de oro y la rueda de la fortuna (1957), en el que insiste en dejar en mano del espectador la verdadera interpretación de sus dibujos. Es un trabajo lleno de metáforas, de autorreferencias (como la presencia del microbio de la tuberculosis que padecía) y coincide con la época en la que escribió una carta a Picasso que nunca le mandó.
Mitos mudos es la tercera sala, y en ella Jorn reivindica que «la relación de las artes visuales con la creación de mitos debe ser muda, es decir, no ilustrativa», explicó Prestsæter. Esta etapa coincide con su recuperación de la enfermedad —y su regreso a Silkeborg tras su estancia en París—, reflejada en la luminosidad de sus obras y su exuberancia cosmológica. De este periodo destacan pinturas como El Ole verde (dedicada a su hijo) o la emblemática La batalla del amor o cherchez la femma, una escena sexual que destaca por su agresividad.
A continuación llega la etapa del situacionismo, que da nombre a la cuarta sala, cuando empieza a surgir el Jorn más beligerante. Alejado del comunismo ortodoxo, su compromiso anticapitalista sigue intacto, y junto a otro como el filósofo Guy Debord o la escritora Michèle Bernstein, crea la Internacional Situacionista, un movimiento trasciende el ámbito de la pintura.
De esta época, finales de los cincuenta, datan sus modificaciones, intervenciones sobre cuadros que encuentra en la calle, cuya dinámica se resume en la frase «la pintura está acabada, podéis rematarla, desviarla, larga vida a la pintura» y que se plasma con mayor claridad en el libro firmado a medias con Bernstein Monstruos de todo el planeta, ¡Uníos!.
Por último, la exposición repasa las actividades del Instituto Escandinavo de Vandalismo Comparativo, que nace en 1961 tras abandonar el situacionismo. De la mano del del fotógrafo Gérard Franceschi, Jorn recorre los países nórdicos, España y Francia, en el que da rienda suelta a su versión más irreverente. El libro La lengua verde y la cocid a (1968) es su obra más conocida de estos, sus últimos años. Son tiempos de experimentación (como reflejan Pinturas de lujo o Daneses borrachos muertos). Aquí, además, puede verse también el documental de Per Kirkeby dedicado a Jorn, con música de este y Jean Dubuffet filmado cuatro años después de su muerte.
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