La obra, dirigida e interpretada por Pep López, está adaptada a personas sordas y tendrá lugar el próximo domingo 15 a las 12 h.

Pep López, duran­te una sesión de «El món de Ire­ne».

La Sala L’Hor­ta aco­ge El món de la Ire­ne, un con­cier­to acce­si­ble para per­so­nas sor­das median­te len­gua­je de sig­nos y pro­yec­cio­nes. Se tra­ta de un espec­tácu­lo inclu­si­vo que se repre­sen­ta­rá el domin­go, 15 de enero, a las 12 horas.

Ire­ne es una niña sor­da y muy curio­sa que para comu­ni­car­se nece­si­ta «escu­char con los ojos» y hablar con las manos. La capa­ci­dad de dibu­jar con­cep­tos con los ges­tos le pro­por­cio­na una visión muy espe­cial del mun­do, que ella expre­sa en for­ma de his­to­rias don­de las prin­ce­sas se casan con prin­ce­sas y las per­so­nas se quie­ren sin tener que besar a nin­gún sapo. Des­de el esce­na­rio, el can­tau­tor Pep López con­ver­ti­rá estas his­to­rias en can­cio­nes.

El món de la Ire­ne es un espec­tácu­lo en for­ma de con­cier­to mul­ti­me­dia y acce­si­ble para per­so­nas sor­das que incor­po­ra la len­gua de sig­nos y cua­tro pan­ta­llas de video don­de se pro­yec­tan imá­ge­nes, ilus­tra­cio­nes y accio­nes que refuer­zan el con­te­ni­do para que pue­dan dis­fru­tar de él tan­to las per­so­nas con dis­ca­pa­ci­dad de ori­gen audi­ti­vo como las oyen­tes.

Estre­na­da en 2013 y galar­do­na­da con un Pre­mio FETEN a la Mejor Com­po­si­ción Musi­cal, esta pro­pues­ta de artes escé­ni­cas inclu­si­vas fue pio­ne­ra en Espa­ña por el empleo de la tra­duc­ción simul­tá­nea al len­gua­je de sig­nos (que corre a car­go de Judit Farre­rons). Tras su debut en el tea­tro Jove­lla­nos de Gijón y el Cen­tro Dra­má­ti­co Nacio­nal de Madrid, ha per­ma­ne­ci­do en acti­vo duran­te una déca­da reco­rrien­do esce­na­rios tan­to espa­ño­les como de dis­tin­tos paí­ses sud­ame­ri­ca­nos.

Los espec­ta­do­res cono­cen a la pro­ta­go­nis­ta vir­tual­men­te, a tra­vés de una serie de videos sin­cro­ni­za­dos con los cuen­tos cor­tos que rela­ta en direc­to, con voz y gui­ta­rra, Pep López. Son his­to­rias que hablan de los con­flic­tos, de la auto­es­ti­ma, de la diver­si­dad de las rela­cio­nes huma­nas, o inclu­so de la muer­te.

«“Creo que es impor­tan­te la nor­ma­li­za­ción de este tipo de temas en las con­ver­sa­cio­nes con los niños y las niñas, siem­pre tra­ta­dos con sen­si­bi­li­dad y con una volun­tad de nor­ma­li­za­ción», ha expli­ca­do este vete­rano artis­ta, for­ma­do en Bar­ce­lo­na, Bél­gi­ca y Esta­dos Uni­dos y due­ño de un esti­lo muy per­so­nal que ha per­fec­cio­na­do a lo lar­go de más de 5.000 actua­cio­nes nacio­na­les e inter­na­cio­na­les.

«Este espec­tácu­lo nació duran­te una de mis visi­tas a La Haba­na —ha aña­di­do—. Con­cre­ta­men­te, un día en que una llu­via tro­pi­cal me impi­dió salir de casa. Miran­do por la ven­ta­na ví a un gru­po de niños y niñas que juga­ba a pelo­ta bajo un por­che que los pro­te­gía de la trom­ba de agua. Una de las niñas no habla­ba. Solo se comu­ni­ca­ba en una len­gua de sig­nos más o menos impro­vi­sa­da que sus com­pa­ñe­ros habían apren­di­do por con­ve­nien­cia. El jue­go era natu­ral, sin pre­jui­cios, sin mule­tas y sin acce­si­bi­li­da­des espe­cia­les. Empe­cé a refle­xio­nar sobre la vida de aque­lla niña y la rela­ción con un mun­do acús­ti­co y lleno de estí­mu­los sono­ros», ha des­cri­to.

El Cristal Baschet

La guin­da de este con­cier­to mul­ti­me­dia es el Cris­tal Bas­chet, un ins­tru­men­to del que solo exis­ten 65 ejem­pla­res en el mun­do y es una de las crea­cio­nes más famo­sas de los luthie­res fran­ce­ses Fra­nçois y Ber­nard Bascht. Pep López es el pro­pie­ta­rio de uno de estos pro­di­gios de músi­ca acús­ti­ca, que incor­po­ra ele­men­tos del guzheng chino y el udu afri­cano.

El Cris­tal Bas­chet con­sis­te en una serie de vari­llas de vidrio, uni­das indi­vi­dual­men­te a una pla­ca de ace­ro, que sir­ve de cana­li­za­dor de las vibra­cio­nes pro­du­ci­das por estas vari­llas al ser fro­ta­das con los dedos húme­dos, uti­li­zan­do el mis­mo prin­ci­pio de las copas musi­ca­les. Para tocar­lo, el músi­co se moja los dedos en un reci­pien­te con agua situa­do jun­to al tecla­do y hace des­li­zar las pun­tas de los dedos por enci­ma de unas vari­llas de vidrio en posi­ción hori­zon­tal.

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