La obra, protagonizada por Toni Acosta y Omar Ayuso podrá verse en el Teatro Olympia hasta el próximo 10 de septiembre

Omar Ayu­so y Toni Acos­ta en una esce­na de «El soni­do ocul­to».

Una pro­fe­so­ra (Toni Acos­ta) fue­ra de lugar y un alumno (Omar Ayu­so) que no encuen­tra su lugar, en una obra «más de per­so­nas que de per­so­na­jes» —como ase­gu­ra Acos­ta— es el pun­to de par­ti­da de El soni­do ocul­to, que podrá ver­se en el Tea­tro Olym­pia del miér­co­les 6 al domin­go 10 de sep­tiem­bre, don­de espe­ra repe­tir el éxi­to que cose­chó en Broad­way (que se sal­dó con seis nomi­na­cio­nes a los Toni).

La obra del escri­tor Adam Rapp, fina­lis­ta del Pre­mio Pulitzer, sitúa la his­to­ria en Esta­dos Uni­dos, sin embar­go, la nue­va ver­sión adap­ta­da por el direc­tor Juan Car­los Rubio acer­ca el públi­co a Sala­man­ca, don­de Julia Mar­tín, una pro­fe­so­ra de escri­tu­ra de la Uni­ver­si­dad de Sala­man­ca y escri­to­ra fra­ca­sa­da, que vive atra­pa­da entre libros Dos­to­yevs­ki y el frío invierno cas­te­llano, cono­ce a Hugo Barro­so, un mis­te­rio­so estu­dian­te que la visi­ta bus­can­do ins­pi­ra­ción para su nove­la.

De for­ma para­dó­ji­ca, será Hugo quien ins­pi­re a Julia para que ésta le pida «un favor casi incon­ce­bi­ble». Julia y Hugo car­gan cada uno con su pro­pia his­to­ria: el mis­te­rio resi­de en cómo ter­mi­na. «Pero no es la típi­ca obra de una pro­fe­so­ra que está sola y un alumno que está solo, se encuen­tran y tie­nen un lío —expli­có Ayu­so duran­te la rue­da de pren­sa—, es otra cosa». ¿Amor pla­tó­ni­co, amis­tad o rela­ción sexual? Eso lo tie­ne que deci­dir el lec­tor.

La ver­sión de este thri­ller psi­co­ló­gi­co que lle­ga a Valen­cia pre­sen­ta un peque­ño cam­bio con res­pec­to al ori­gi­nal, que trans­cu­rre en EEUU. Ayu­so apun­tó en la pre­sen­ta­ción que se modi­fi­ca­ción de la pro­ce­den­cia de los per­so­na­jes res­pon­día a que al ser ori­gi­nal­men­te ame­ri­ca­nos, «tenían otro tipo de len­gua­je emo­cio­nal entre ellos, muy dis­tin­to al len­gua­je emo­cio­nal tan pasio­nal que tene­mos los espa­ño­les».

«Sin embar­go —apun­tó Acos­ta— la obra, en esen­cia, sigue sien­do la mis­ma. Habla de esa sole­dad que se da inclu­so cuan­do esta­mos en com­pa­ñía y que no ha des­apa­re­ci­do aun­que viva­mos en una socie­dad hiper­co­nec­ta­da». Ade­más de la ubi­ca­ción de la tra­ma, hay otros cam­bios, como el len­gua­je. Uti­li­za­do o las refe­ren­cias a los auto­res, que en este caso per­te­ne­cen a la lite­ra­tu­ra cas­te­lla­na.

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