«Una isla», de Agru­pa­ción Señor Serrano.

La espectacular obra de Agrupación Señor Serrano sale a escena los días 12 y 13 de enero en el Musical.

«Una isla», de Agru­pa­ción Señor Serrano.

La com­pa­ñía Agru­pa­ción Señor Serrano pre­sen­ta los pró­xi­mos 12 y 13 de enero en el Tea­tre El Musi­cal (TEM) su obra «Una isla», una pro­pues­ta desa­rro­lla­da con la ayu­da de dife­ren­tes inte­li­gen­cias arti­fi­cia­les que refle­xio­na sobre si es via­ble seguir pen­san­do que los desa­fíos que afron­ta­mos se pue­den resol­ver de for­ma indi­vi­dual.

“El Tea­tre El Musi­cal arran­ca la pro­gra­ma­ción de este año 2024 con una de las com­pa­ñías espa­ño­las más des­ta­ca­das de Euro­pa, que pro­po­ne un deba­te con­tem­po­rá­neo de cala­do uni­ver­sal, como es el de nues­tra rela­ción con la IA, a tra­vés de un diá­lo­go con las máqui­nas en un espec­tácu­lo de gran belle­za plás­ti­ca”, des­ta­ca el direc­tor del TEM, Juan­ma Arti­got.

Agru­pa­ción Señor Serrano prac­ti­ca un len­gua­je con­tem­po­rá­neo que no rehu­ye ni los gran­des deba­tes ni las nue­vas mane­ras de poner­los en esce­na. En «Una isla», la com­pa­ñía de Pau Pala­cios, Àlex Serrano y Bar­ba­ra Bloin ha crea­do tex­tos, imá­ge­nes y músi­ca en diá­lo­go con varias IA.

“Des­de los años cin­cuen­ta, cuan­do empe­za­ron los estu­dios sobre inte­li­gen­cia arti­fi­cial como la enten­de­mos hoy en día, las fic­cio­nes las han retra­ta­do como una ame­na­za. Posi­ble­men­te pare­ci­da a la que las máqui­nas supo­nían para los ludis­tas, la de los robots en las nove­las de Asi­mov o en otro plano de cosas, las caras sin ros­tro de los inmi­gran­tes en nues­tras socie­da­des. Como en cual­quier mito­lo­gía, el mie­do del crea­dor a ser supe­ra­do y ani­qui­la­do por su crea­ción ha pro­ta­go­ni­za­do el dile­ma de la con­vi­ven­cia entre huma­nos e inte­li­gen­cias arti­fi­cia­les. El mie­do al otro, a lo des­co­no­ci­do. Por pri­me­ra vez, la huma­ni­dad se encuen­tra fren­te a una agen­cia que es per­ci­bi­da como más capaz, como supe­rior”, expo­ne la for­ma­ción.

«Una isla», de Agru­pa­ción Señor Serrano.

En el mon­ta­je se mez­clan dife­ren­tes tra­ta­mien­tos escé­ni­cos y per­for­ma­ti­vos que van des­de el uso de vídeo en direc­to has­ta las coreo­gra­fías de gru­po, pasan­do por un can­to reli­gio­so a cape­lla y la pues­ta en esce­na de pin­tu­ras vivien­tes. Para su estreno en Valèn­cia se ha rea­li­za­do un cas­ting con el obje­ti­vo de selec­cio­nar a un gru­po de 10 bai­la­ri­nes y bai­la­ri­nas que par­ti­ci­pa­rán en la pie­za.

En el esce­na­rio, la audien­cia acce­de a un espa­cio gran­de, muy diá­fano, don­de una enor­me pan­ta­lla se extien­de de lado a lado y de sue­lo a techo en el fon­do. En el sue­lo hay un mar de plás­ti­co. Una per­for­mer entra en esce­na y se pone a hacer ejer­ci­cios de algo que pare­ce yoga pero que no lo aca­ba de ser. En la pan­ta­lla se pro­yec­ta una con­ver­sa­ción entre la com­pa­ñía y una inte­li­gen­cia arti­fi­cial sobre cómo crear un espec­tácu­lo. La con­ver­sa­ción se va con­vir­tien­do en un rui­do per­tur­ba­dor, ensor­de­ce­dor. Y de pron­to, se pro­du­ce un cam­bio.

Sobre las tablas del Tea­tre El Musi­cal ter­mi­nan coin­ci­dien­do prac­ti­can­tes de fake-yoga, atle­tas aeró­bi­cos, holo­gra­mas can­tan­tes y corre­do­res en revo­lu­ción cons­tan­te. Toda esta diver­si­dad que ha aca­ba­do se bus­ca en el espa­cio com­po­nien­do una coreo­gra­fía inde­fi­ni­da del estar jun­tos, del cui­dar­se, del abra­zar­se, de cap­tar, asu­mir y ges­tio­nar el disen­so, los abu­sos y la dife­ren­cia.

«Una isla», de Agru­pa­ción Señor Serrano.

En esta pro­duc­ción, Agru­pa­ción Señor Serrano dejan de lado los impul­sos tec­no­ló­gi­cos que los han hecho famo­sos en media Euro­pa y ana­li­zan la nece­si­dad de sus­cri­bir un nue­vo con­tra­to humano en el que pasar del yo al noso­tros, del bien­es­tar indi­vi­dual al bien­es­tar común. En su refle­xión escé­ni­ca sur­gen incóg­ni­tas como: ¿Quién enca­ja en este noso­tros? ¿Pue­de haber un noso­tros sin el otro? ¿Qué hace­mos con lo que nos moles­ta? ¿Los mos­qui­tos, las plan­tas vene­no­sas y las arti­fi­cia­les caben en este noso­tros? ¿Qué pasa con las inte­li­gen­cias arti­fi­cia­les? ¿Cuá­les son los dere­chos de una vaca, de un humano, de una IA o del sol? ¿Quién debe­ría ima­gi­nar los nue­vos mitos? ¿Qué pasa si invi­ta­mos a las inte­li­gen­cias arti­fi­cia­les a ima­gi­nar un noso­tros? Esto es lo que, pre­ci­sa­men­te, ha hecho la com­pa­ñía, pedir a las IA ima­gi­nar un lugar para ese noso­tros, ima­gi­nar

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