En esta su segun­da mues­tra indi­vi­dual en Espai­vi­sor, Esther Ferrer reúne algu­nas de sus obras prin­ci­pa­les que han ser­vi­do para acti­var la fusión entre inti­mi­dad y exhor­ta­ción entre los soni­dos mini­ma­lis­tas pro­yec­ta­dos por la voz huma­na y los silen­cios que los unen como una sutu­ra; entre el espa­cio idea­do y las sor­pre­sas de los encuen­tros una vez reco­rri­do. El tiem­po aquí es tác­til, pren­sil, malea­ble, tan­to como medi­ble es el espa­cio don­de con­vi­ve.

Las obras selec­cio­na­das pre­sen­tan varias líneas de actua­ción carac­te­rís­ti­cas de la artis­ta y per­fec­ta­men­te nece­si­ta­das entre sí para com­ple­tar una mira­da de con­jun­to, pues su prác­ti­ca es diver­sa y fecun­da como su tra­yec­to­ria, a tra­vés de la cual ha inves­ti­ga­do copio­sa­men­te como artis­ta, acti­vis­ta, escri­to­ra, per­for­mer, poe­ta, músi­ca y docen­te.

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