15/04/2009 Fito Páez debu­ta como escri­tor CULTURA ESPAÑA EUROPA CEDIDA

El ‘trovador argentino’ presenta la actualización de una de las referencias de la historia del pop rock en castellano

El can­tan­te y escri­to Fito Páez.

El «tro­va­dor del rock argen­tino», Fito Páez, se suma al car­tel de los Con­cier­tos de Vive­ros con un bolo que se cele­bra­rá el mar­tes 4 de julio (22 h.). Su visi­ta coin­ci­de con una gira en la que con­me­mo­ra el XXX ani­ver­sa­rio de la publi­ca­ción del dis­co El amor des­pués del amor, el más ven­di­do de la his­to­ria de su país. Las entra­das (38,5 euros) están a la ven­ta en la web del even­to.

Con moti­vo de la efe­me­ri­de, Páez ha revi­si­ta­do ese tra­ba­jo y le ha dado bríos nue­vos, en una ver­sión cono­ci­da como EADDA9223, un acró­ni­mo for­ma­do con la ini­cia­les del títu­lo ori­gi­nal, la fecha de publi­ca­ción y de su ani­ver­sa­rio. En este via­je se ha rodea­do de artis­tas de la talla de Anto­nio Car­mo­na, Elvis Cos­te­llo, Andrés Cala­ma­ro, Lei­va, Estre­lla Moren­te, o Nathy Pelu­so por citar solo algu­nos.

«Para mí, no es sólo un álbum —ha decla­ra­do—. Fue toda una odi­sea musi­cal alu­ci­nan­te, per­ma­nen­te­men­te sor­pre­si­va. Había que vejar el mate­rial ori­gi­nal. Ese fue el pri­mer con­cep­to, en el sen­ti­do de no tener­le mie­do, poder arra­sar­lo, dar­le la vuel­ta. Había que pro­bar de algu­na for­ma que no hay dis­cos sacros, into­ca­bles, que no se pue­den vol­ver a gra­bar. ¡Sí, se pue­de! Y es un ejer­ci­cio musi­cal mara­vi­llo­so. Creo que es lo mejor que hice, en el sen­ti­do de que me di todas las liber­ta­des».

El gana­dor de varios Grammy Latino —inclui­dos los del año pasa­do a mejor can­ción de rock, mejor can­ción de pop/rock y mejor álbum pop/rock—, se suma a un car­tel ecléc­ti­co y para todos los gus­tos de un ciclo —Con­certs de Vivers / Fira de Valen­cia— en el esta­rán pre­sen­tes artis­tas del pano­ra­ma nacio­nal e inter­na­cio­nal de la talla Tini, The Water­boys, Los enemi­gos, Gui­ta­rri­ca Dela­fuen­te, LP, Jacob Collier, Miguel Pove­da, M Clan, Albo­ro­sie, Lola Índi­go, Roza­lén, Móni­ca Naran­jo, La La Love You, Los Secre­tos y muchos más. El calen­da­rio de actua­cio­nes comen­zó el 1 de julio y se pro­lon­ga­rá has­ta el domin­go 23 de julio.

Aun­que cono­ci­do y res­pe­ta­do en Espa­ña, es inne­ga­ble que el genio de Rosa­rio no goza en nues­tro país del esta­tus que sí tie­ne en el suyo, don­de —por su influen­cia musi­cal— solo tie­ne por delan­te a Car­los Gar­del y Charly Gar­cía).

Mien­tras que aquí se dio a cono­cer por la impor­tan­cia que han teni­do en la esce­na musi­cal algu­nos de sus dis­cí­pu­los (Andrés Cala­ma­ro, Ariel Rot, Andy Chan­go…) o por su malo­gra­da alian­za tem­po­ral con Joa­quín Sabi­na (afor­tu­na­da­men­te, la amis­tad sobre­vi­vió), allí es toda una ins­ti­tu­ción. Cua­ren­ta años sobre los esce­na­rios y 28 álbu­mes de estu­dio son los pila­res de su fama.

Rodol­fo ‘Fito’ Páez nació en 1963 en Rosa­rio y, des­de peque­ño, demos­tró un talen­to inna­to para la músi­ca —empe­zó a tocar el piano con 8 años— y un carác­ter que le hace úni­co: fue expul­sa­do del ins­ti­tu­to don­de estu­dia­ba músi­ca por un esca­so inte­rés en leer par­ti­tu­ras que com­pen­sa­ba con una capa­ci­dad inna­ta para tocar de oído. Sus pri­me­ros pasos pro­fe­sio­na­les lle­gan en los años 80 cuan­do con su pri­mer dis­co Del 63 (1984) se con­vier­te en una de las cabe­zas visi­bles de la lla­ma­da ‘nue­va ola’ del rock argen­tino.

Tras mili­tar en dis­tin­tas for­ma­cio­nes —Neo­la­lia, El Ban­que­te, Ala­can­to…—, a prin­ci­pios de los 80 empie­za a des­ta­car den­tro del movi­mien­to cono­ci­do como la ‘tro­va rosa­lin’ (Juan Car­los Bagliet­to, Sil­vi­na Garré, Adrián Abo­ni­zio, Jor­ge Fan­der­mo­le…) y empie­za a jun­tar­se con otras leyen­das del rock argen­tino como Charly Gar­cía o Andrés Cala­ma­ro. Así, en 1984, fir­ma con EMI su pri­me­ra tra­ba­jo en soli­ta­rio (Del 63), que mar­ca el ini­cio de una carre­ra sin­gu­lar, úni­ca, irre­pe­ti­ble.

Aun­que su fama va cre­cien­do al rit­mo que edi­ta nue­vos tra­ba­jos, no es has­ta 1993, con la publi­ca­ción de El amor des­pués del amor, cuan­do su músi­ca empie­za real­men­te a tras­cen­der las fron­te­ras de Argen­ti­na. El dis­co des­pa­cha más de un millón de copias y se con­vier­te en una de las refe­ren­cias de la músi­ca moder­na argen­ti­na. Lue­go lle­ga­rán Cir­co Beat (1994) y Eufo­ria (1996) que con­for­man un tríp­ti­co que lo ele­va­ran  un nivel del que toda­vía no ha baja­do.

30 años de un clásico

El amor des­pués del amor, cuya trein­ta ani­ver­sa­rio jus­ti­fi­ca la gira que trae a Páez a Valen­cia, no son solo 14 temas inmor­ta­les –entre los que des­ta­can el tema que da títu­lo al dis­co, Bri­llan­te sobre el mic, Dos días en la vida, A rodar mi vida o La rue­da mági­ca— sino por­que es todo un who’s who de la esce­na musi­cal argen­ti­na del momen­to. Las letras son suyas, pero en el estu­dio le acom­pa­ñan de Mer­ce­des Sosa, Andrés Cala­ma­ro, Charly Gar­cía, Gus­ta­vo Cera­ti, Luis Alber­to Spi­net­ta, Fabia­na Can­ti­lo, Celes­te Car­ba­llo, Clau­dia Puyó, Ariel Rot… No es nin­gu­na exa­ge­ra­ción decir que es uno de los álbu­mes más impor­tan­tes de la his­to­ria del pop rock en cas­te­llano.

Por supues­to, no han fal­ta­do espa­bi­la­dos que han ase­gu­ra­do que si bien el álbum es un con­jun­to sóli­do de can­cio­nes bien cons­trui­das, podría haber­se bene­fi­cia­do de una mayor explo­ra­ción y bús­que­da de nue­vos soni­dos o enfo­ques musi­ca­les. La fusión de pop, rock y músi­ca tra­di­cio­nal, por lo vis­to, les pare­ció poco. La opción B, hacer ellos un dis­co mejor, nun­ca la han con­tem­pla­do.

En Espa­ña, Páez comien­za a dar­se a cono­cer de mane­ra masi­va gra­cias a Enemi­gos ínti­mos (1998), el dis­co que saca con Joa­quín Sabi­na, y que inclu­ye el famo­so tema Llue­ve sobre moja­do. Sin embar­go, el cho­que de egos impi­de que la gira de pre­sen­ta­ción se lle­ve a cabo, aun­que pos­te­rior­men­te recu­pe­ra­rán la amis­tad. El Sabi­na bohe­mio y el meticu­loso Fito se admi­ran pero son agua y acei­te.

La pre­sen­cia de Páez en Valen­cia —ciu­dad que ha visi­ta­do en, al menos, dos oca­sio­nes— es una oca­sión úni­ca de des­cu­brir (para quien no lo conoz­ca) a un genio y uno de los músi­cos más emble­má­ti­cos de la músi­ca argen­ti­na. Una vela­da que, no hay duda, será para recor­dar.

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