Andreu Alfaro

Andreu Alfa­ro

La exposición incluye cuatro esculturas y veintiún dibujos originales del artista

La escul­tu­ra «Mode­lo posan­do» (1984), inclui­da en la expo­si­ción.

La Gale­ría Cua­tro de Valèn­cia inau­gu­ra­rá, el pró­xi­mo vier­nes 3 de febre­ro (19:30 h.), la expo­si­ción El Cos Humà, que reúne cua­tro escul­tu­ras y vein­tiún dibu­jos ori­gi­na­les del artis­ta Andreu Alfa­ro, (1929–2012). Estas obras son el resul­ta­do del tra­ba­jo rea­li­za­do a par­tir del dibu­jo tra­za­do direc­ta­men­te sobre mode­los des­nu­dos duran­te la déca­da de los años ochen­ta.

Andreu Alfa­ro fue dibu­jan­te «por for­ma­ción y voca­ción». En esta serie que dedi­có al cuer­po humano, expues­ta por pri­me­ra vez en el año 1985 en la Sala Gas­par de Bar­ce­lo­na, «sor­pren­dió con una dimen­sión más ínti­ma, ale­ja­da de la esté­ti­ca geo­mé­tri­ca y cons­truc­ti­vis­ta que le había pre­ce­di­do y más cer­ca­na al dibu­jo al natu­ral como expre­sión artís­ti­ca», expli­can des­de la gale­ría.

Estos dibu­jos y escul­tu­ras metá­li­cas, aña­den, demues­tran «un exce­len­te domi­nio en el desa­rro­llo de los rit­mos linea­les en el espa­cio y con­si­guen un equi­li­brio per­fec­to entre natu­ra­lis­mo y abs­trac­ción».

La línea fue un ele­men­to per­sis­ten­te en toda su obra. Alfa­ro recu­rre a la fle­xión de la línea, median­te con­tor­nos esque­má­ti­cos y frag­men­ta­rios que obli­gan al espec­ta­dor a com­ple­tar las for­mas, tan­to en sus dibu­jos como en sus escul­tu­ras. Con­vier­te la escul­tu­ra en un dibu­jo en el espa­cio, sin per­der su carác­ter tri­di­men­sio­nal y depu­ra las for­mas dejan­do de lado el deta­lle para ir dan­do un mayor pro­ta­go­nis­mo a la idea que quie­re trans­mi­tir, alcan­zan­do así la maes­tría de la sen­ci­llez.

Tam­bién resul­ta inne­ga­ble en estas pie­zas el inte­rés del autor por el des­nu­do humano den­tro de la dimen­sión eró­ti­ca de la escul­tu­ra y el dibu­jo. Una belle­za clá­si­ca de for­mas sen­sua­les a la vez que esti­li­za­das, que mues­tran el pla­cer por un dibu­jo libre y espon­tá­neo que Alfa­ro desa­rro­lló duran­te esta épo­ca en con­tra­po­si­ción a la escul­tu­ra inma­te­rial de dibu­jos y silue­tas de años atrás, recal­can des­de la gale­ría.

Trayectoria

Escul­tor de for­ma­ción auto­di­dac­ta, Andreu Alfa­ro ini­cia su acti­vi­dad artís­ti­ca a fina­les de los años cin­cuen­ta con una escul­tu­ra de heren­cia cons­truc­ti­vis­ta para desa­rro­llar, en las tres déca­das siguien­tes, una obra cam­bian­te y diver­si­fi­ca­da, pero fiel a cier­tas con­cep­cio­nes bási­cas: la asi­mi­la­ción en la crea­ción artís­ti­ca de la meto­do­lo­gía de los pro­ce­sos y mate­ria­les indus­tria­les, una voca­ción sin­té­ti­ca en la for­ma y el con­ven­ci­mien­to de que la escul­tu­ra debe recu­pe­rar su carác­ter públi­co y con­me­mo­ra­ti­vo. Rea­li­za sus pri­me­ras expo­si­cio­nes indi­vi­dua­les en 1957 y 1958.

Par­ti­ci­pó en la Bie­nal de Vene­cia en varias oca­sio­nes: 1966, 1976 y 1995, y es fre­cuen­te que sus obras con­cu­rran a las pres­ti­gio­sas ferias de Colo­nia, Düs­sel­dorf, Basi­lea, París o Madrid. Entre sus más de cin­cuen­ta expo­si­cio­nes indi­vi­dua­les cabe des­ta­car las impor­tan­tes retros­pec­ti­vas de 1979 en el Pala­cio Veláz­quez del Par­que del Reti­ro de Madrid y de 1991 en el Ins­ti­tu­to Valen­ciano de Arte Moderno; y las expo­si­cio­nes del año 1989 en París, en la Gale­rie de Fran­ce, del 2000 en Qua­drat Bot­trop, en el Josef Albers Museum y la del 2001 en Den Haag, Sche­ve­nin­gen, en el Museum Beel­den aan Zee.

Men­ción espe­cial mere­cen sus casi cien escul­tu­ras monu­men­ta­les, cons­trui­das a esca­las sor­pren­den­tes y con una voca­ción de inte­grar­se en los espa­cios públi­cos como ver­da­de­ros monu­men­tos colec­ti­vos, que se encuen­tran en nume­ro­sas ciu­da­des espa­ño­las (Madrid, Valen­cia, Bar­ce­lo­na, Bur­gos, Gero­na), en Ale­ma­nia (Colo­nia, Magun­cia, Frank­furt…) o en Esta­dos Uni­dos (Nue­va York).

En reco­no­ci­mien­to a su lar­ga y crea­ti­va dedi­ca­ción a la escul­tu­ra reci­bió el Pre­mio Nacio­nal de Artes Plás­ti­cas (1981) del Minis­te­rio de Cul­tu­ra, el Pre­mi d’Ho­nor Jau­me I (1980) y la Creu de Sant Jor­di (1982) de la Gene­ra­li­tat de Cata­lun­ya. En 1991 fue galar­do­na­do tam­bién el Pre­mi Alfons Roig de la Dipu­tació de Valèn­cia. Ese mis­mo año, su obra La Puer­ta de la Ilus­tra­ción (Ave­ni­da de la Ilus­tra­ción, Madrid), reci­bió el pre­mio de Urba­nis­mo, Arqui­tec­tu­ra y Obra Públi­ca del Ayun­ta­mien­to de Madrid. En 2016 le fue con­ce­di­do, a títu­lo pós­tu­mo, el Pre­mio IVAM y la Meda­lla de la Uni­ver­si­tat de Valèn­cia.

 

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