Hay libros de recetas, libros de restaurantes, libros de antropología basados en recetarios de un pueblo y libros de sensaciones de mesa. Uno de estos es “La cuina de l’Albufera i les marjals”, que ha presentado esta mañana en la Fira del Llibre su autor, el escritor y periodista Emili Piera (Sueca, 1954). “Las recetas tienen poca importancia porque, a pesar de que hay más de sesenta, una parte de ellas son material arqueológico porque ya no se dispone de los ingredientes o se ha perdido la costumbre de hacerlo. Otras, como las recetas de caza, son severamente objetadas por los movimientos proteccionistas”, ha explicado Piera, quienes considera que “lo más interesante, a mi juicio, es lo que llamo antropología recreativa, que es una mezcla de humor, conversaciones de sobremesa, recuerdos y espíritu juguetón”.
Para el autor, “después de una larga temporada de cocina acrobática y de nitrógeno líquido, la atención de los buenos forofos vuelve a la cocina tradicional, a la cocina de cada pueblo o comarca y, a veces, hasta la cocina de la madre o de la abuela. A esta nueva tendencia se ha sumado, incluso, una persona tan cáustica como Karlos Arguiñano”. En el caso de la cocina de la Albufera, “no había ningún libro específico y el más aproximado era uno de recetas comentadas que publicó una falla de Sueca, obra del periodista Carles Galletero”.
Entre los que evocan las sensaciones de placer que provoca la cocina familiar, también encontramos a Joan Garí (Borriana, 1965) y su “Memòria del sabor”, “dedicado a lo que he comido toda la vida en casa”. “Me documenté y descubrí que aquello que comía era un tipo de cocina que es general en el País Valenciano y que es lo que a partir de los años 50 se ha llamado dieta mediterránea”, ha explicado el ensayista. “Pero este no es un estricto libro de cocina, sino de literatura gastronómica, es decir, de conversión de las sensaciones placenteras de la mesa en género literario”.
Garí considera que “cocineros y escritores hacemos una buena pareja y creo que nos necesitamos. Si queremos convertir nuestra cocina en símbolo y en especie de mito, que trascienda y sea un referente a escala mundial, a través del turismo, hace falta la intervención de los escritores. Conjuntamente somos un equipo formidable”.
Por su parte, Felip Bens, autor de “La cuina del Cabanyal”, parte del recetario del barrio marítimo de Valencia, “del siglo XIX sobretodo”, para describir la forma de ser, vivir, trabajar y cocinar de los poblados marítimos. “Para mí la literatura gastronómica no existe porque la literatura es ficción. En cambio, la gastronomía tiene una base cultural arraigada a un lugar y lo que hago yo es dar una explicación social al nacimiento de los platos típicos, vinculados, en este caso, a la Semana Santa o la actividad pesquera diaria”.
En este sentido, ha explicado que “es la rutina de las barcas la que explica porqué uno de los platos típicos de la zona es el caldero y no la paella de marisco. La vida diaria, no sólo del hogar, sino también del puesto de trabajo, establece la manera de cocinar propia de cada pueblo”.
Otro tipo de publicaciones que inspira la gastronomía son los almanaques, como el “Almanaque Gastronómico 2017 de la Comunitat Valenciana”, editado por Juan Lagardera y que hoy se ha presentado en el marco de la Fira del Llibre. Esta publicación, que se ha convertido en la guía decana de la gastronomía de la región, recoge la oferta de más de 300 restaurantes valencianos.
“Dentro de las guías gastronómicas también hay una diversidad de géneros. Están las guías escuetas, que no explicitan en demasía, pero prestigiosas, y que con su calificación transmiten su prestigio al restaurante. Y otro tipo de guía es la que se inventaron los franceses [Henri] Gault y [Christian] Millau, mucho más reflexiva, con más contenido y más valor añadido desde el punto de vista literario”, ha distinguido Lagardera. “Nuestro libro bebe de esta última fuente, la de explicar los porqués con comentarios diferenciados”. El acto que ha acabado con una degustación de vinos y quesos, ha sido patrocinado por Bodegas Daniel Belda de Fontanars (Alicante) y la charcutería Casa Rodríguez del barrio de Benimaclet de València.
Hay libros de recetas, libros de restaurantes, libros de antropología basados en recetarios de un pueblo y libros de sensaciones de mesa. Uno de estos es “La cuina de l’Albufera i les marjals”, que ha presentado esta mañana en la Fira del Llibre su autor, el escritor y periodista Emili Piera (Sueca, 1954). “Las recetas tienen poca importancia porque, a pesar de que hay más de sesenta, una parte de ellas son material arqueológico porque ya no se dispone de los ingredientes o se ha perdido la costumbre de hacerlo. Otras, como las recetas de caza, son severamente objetadas por los movimientos proteccionistas”, ha explicado Piera, quienes considera que “lo más interesante, a mi juicio, es lo que llamo antropología recreativa, que es una mezcla de humor, conversaciones de sobremesa, recuerdos y espíritu juguetón”.
Para el autor, “después de una larga temporada de cocina acrobática y de nitrógeno líquido, la atención de los buenos forofos vuelve a la cocina tradicional, a la cocina de cada pueblo o comarca y, a veces, hasta la cocina de la madre o de la abuela. A esta nueva tendencia se ha sumado, incluso, una persona tan cáustica como Karlos Arguiñano”. En el caso de la cocina de la Albufera, “no había ningún libro específico y el más aproximado era uno de recetas comentadas que publicó una falla de Sueca, obra del periodista Carles Galletero”.
Entre los que evocan las sensaciones de placer que provoca la cocina familiar, también encontramos a Joan Garí (Borriana, 1965) y su “Memòria del sabor”, “dedicado a lo que he comido toda la vida en casa”. “Me documenté y descubrí que aquello que comía era un tipo de cocina que es general en el País Valenciano y que es lo que a partir de los años 50 se ha llamado dieta mediterránea”, ha explicado el ensayista. “Pero este no es un estricto libro de cocina, sino de literatura gastronómica, es decir, de conversión de las sensaciones placenteras de la mesa en género literario”.
Garí considera que “cocineros y escritores hacemos una buena pareja y creo que nos necesitamos. Si queremos convertir nuestra cocina en símbolo y en especie de mito, que trascienda y sea un referente a escala mundial, a través del turismo, hace falta la intervención de los escritores. Conjuntamente somos un equipo formidable”.
Por su parte, Felip Bens, autor de “La cuina del Cabanyal”, parte del recetario del barrio marítimo de Valencia, “del siglo XIX sobretodo”, para describir la forma de ser, vivir, trabajar y cocinar de los poblados marítimos. “Para mí la literatura gastronómica no existe porque la literatura es ficción. En cambio, la gastronomía tiene una base cultural arraigada a un lugar y lo que hago yo es dar una explicación social al nacimiento de los platos típicos, vinculados, en este caso, a la Semana Santa o la actividad pesquera diaria”.
En este sentido, ha explicado que “es la rutina de las barcas la que explica porqué uno de los platos típicos de la zona es el caldero y no la paella de marisco. La vida diaria, no sólo del hogar, sino también del puesto de trabajo, establece la manera de cocinar propia de cada pueblo”.
Otro tipo de publicaciones que inspira la gastronomía son los almanaques, como el “Almanaque Gastronómico 2017 de la Comunitat Valenciana”, editado por Juan Lagardera y que hoy se ha presentado en el marco de la Fira del Llibre. Esta publicación, que se ha convertido en la guía decana de la gastronomía de la región, recoge la oferta de más de 300 restaurantes valencianos.
“Dentro de las guías gastronómicas también hay una diversidad de géneros. Están las guías escuetas, que no explicitan en demasía, pero prestigiosas, y que con su calificación transmiten su prestigio al restaurante. Y otro tipo de guía es la que se inventaron los franceses [Henri] Gault y [Christian] Millau, mucho más reflexiva, con más contenido y más valor añadido desde el punto de vista literario”, ha distinguido Lagardera. “Nuestro libro bebe de esta última fuente, la de explicar los porqués con comentarios diferenciados”. El acto que ha acabado con una degustación de vinos y quesos, ha sido patrocinado por Bodegas Daniel Belda de Fontanars (Alicante) y la charcutería Casa Rodríguez del barrio de Benimaclet de València.
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