Con su banda, los Corsarios, el madrileño invita al público de 16 Toneladas a un concierto que servirá de ensayo para su próximo tour

Jai­me Urru­tia en un con­cier­to con Los Cor­sa­rios en el Kake Antzo­kia.

Jai­me Urru­tia, la míti­ca voz y gui­ta­rra de Gabi­ne­te Cali­ga­ri, actua­rá este jue­ves 15 en la sala 16 Tone­la­das con su actual ban­da Los Cor­sa­rios. La cita ten­drá un plus espe­cial que sus muchos fans sabrán apre­ciar: más que un con­cier­to al uso será un ensa­yo del espec­tácu­lo de su pró­xi­ma gira. La pro­pues­ta inclu­ye una noche para recor­dar temas de su eta­pa en Gabi­ne­te Cali­ga­ri, pero tam­bién la de su años en soli­ta­rio, que inclu­ye can­cio­nes tan nota­bles como Mi bue­na estre­lla, Qué bar­ba­ri­dad o Amor prohi­bi­do.

La pre­sen­cia de los Cor­sa­rios al com­ple­to en el bolo no es, ni mucho menos, una cues­tión menor: son muchos años de esce­na­rio a sus espal­das. A la gui­ta­rra esta­rá Juan Car­los Sotos quien, con La Roc­ka, lle­gó a telo­near a Sim­ple Minds. Juan Luis Ambi­te —al que muchos recuer­dan con el roc­ker que lle­vó a Julie­ta Serrano a lomos de su Har­ley en Muje­res al bor­de de un ata­que de ner­vios— fue bajis­ta de Los Pis­to­nes (recor­da­dos por su hit El pis­to­le­ro). Tam­bién esta­rá Javier Sevi­lla en la bate­ría.

Pero sin duda el Cor­sa­rio más des­ta­ca­do es Este­ban Hirsch­feld (tecla­dos, meló­di­ca y per­cu­sión), que tras fun­dar Moc­kers en su Uru­guay natal ha com­ple­ta­do un currícu­lo que inclu­ye haber esta­do en la pri­me­ra ban­da de Ser­gio Maka­roff, com­par­tír esce­na­rio jun­to a Mano­lo Gar­cía cuan­do Los Rápi­dos, y haber for­ma­do par­te de Nacha Pop. Ade­más, lle­va tra­ba­jan­do con Urru­tia des­de Al calor del amor en un bar (1986).

Jai­me Urru­tia tenía poco más de 20 años cuan­do, jun­to al míti­co Poch y Car­los Entre­na —que aca­ba­ban de dejar Paraí­so— se dio a cono­cer con Mari Pili, la can­ción del verano en 1980 y una de las refe­ren­cias de la movi­da madri­le­ña. La ban­da —en más de un sen­ti­do— tuvo dema­sia­do éxi­to en tiem­pos de pre­ten­di­da pure­za lo que le valió muchas crí­ti­cas y ni siquie­ra lle­gó a gra­bar su segun­do sin­gle.

Pero de Eje­cu­ti­vos Agre­si­vos, así se lla­ma­ba el com­bo, nacie­ron ban­das como Derri­bos Arias, Déci­ma Víc­ti­ma y, sobre todo Gabi­ne­te Cali­ga­ri, un títu­lo que rin­de home­na­je a la famo­sa pelí­cu­la, cum­bre del expre­sio­nis­mo ale­mán, que fir­mó Robert Wie­ne en 1920.

El siguien­te paso del madri­le­ño fue sumar fuer­zas con Eduar­do Edi Cla­vo y Fer­nan­do Fer­ni Pre­sas (que tam­bién habían fini­qui­ta­do su ante­rior for­ma­ción, Ella y los neu­má­ti­cos) y el míti­co Eduar­do Bena­ven­te (de Pará­li­sis Per­ma­nen­te). El res­to es his­to­ria de la músi­ca espa­ño­la de los 80.

Un nuevo comienzo

Tras haber par­ti­ci­pa­do entre 1983 y 1987 en cua­tro de los mejo­res dis­cos de la épo­ca (Que dios repar­ta suer­te, Cua­tro rosas, Al calor del amor en un bar y Camino Soria), la ban­da fir­ma Pri­va­do, qui­zás su mayor éxi­to comer­cial pero no el mejor, y comien­za un len­to decli­ve y la cul­pa no la tuvo el cha-cha-chá: si se ale­ja­ban de su rock cañí (o tore­ro, como se bau­ti­zó) se le acu­sa­ba de hacer­se comer­cia­les; si no lo hacen, la crí­ti­ca opi­na­ba que se repe­tían. Así, en 1998, se reti­ran tras publi­car ¡Subid la músi­ca!, que pasa prác­ti­ca­men­te des­aper­ci­bi­do.

Enton­ces, en lugar de bus­car una nue­va ban­da (como hicie­ron Edi Cla­vo y Fer­ni Pre­sas con la hoy olvi­da­da Parapher­na­lia), Urru­tia deci­de par­tir de cero en soli­ta­rio. De lle­nar esta­dios a segun­do en el car­tel, pero con las mis­mas ganas de siem­pre.

Sus dos pri­me­ros tra­ba­jos (Paten­te de cor­so y El mucha­cho eléc­tri­co) le per­mi­ten recon­ci­liar­se con la crí­ti­ca y abrir­se a un nue­vo públi­co sin defrau­dar a sus fie­les. La prue­ba fue el éxi­to de su siguien­te refe­ren­cia, el direc­to En joy (2007). Pese a todo, en 2010, tras gra­bar Lo que no está escri­to, no vol­ve­rá a meter­se en un estu­dio, lo que no sig­ni­fi­ca que haya deja­do de tocar en esta últi­ma déca­da. De hecho, eso no le ha impe­di­do jun­tar esfuer­zos oca­sio­na­les con algu­nos de la talla de Loqui­llo, Bum­bury, Mikel Erentxun, Andrés Cala­ma­ro o Pere­za cuan­do la oca­sión lo ha reque­ri­do.

Que su épo­ca de lle­nar esta­dios ha pasa­do, no es nin­gu­na nove­dad, como tam­po­co que man­tie­ne intac­ta su hones­ti­dad musi­cal y su com­pro­mi­so con las can­cio­nes bien hechas y el rock, gra­cias a una voz sin­gu­lar y una volun­tad de mar­car su pro­pio camino.

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