La Fundación Bancaja inaugura una muestra dedicada al escultor catalán y su relación con la literatura

El escul­tor Jau­me Plen­sa, mime­ti­za­do con una de sus obras (ROBER SOLSONA / EUROPA PRESS).

Las escul­tu­ras de Jau­me Plen­sa (Bar­ce­lo­na, 1955) tie­nen «un per­fu­me que las une», el del amor por la pala­bra y la lite­ra­tu­ra que duran­te 40 años de tra­yec­to­ria ha impreg­na­do sus obras. Aho­ra, en un momen­to his­tó­ri­co con­vul­so, el crea­dor con­fie­sa que inten­ta «fabri­car silen­cio en una épo­ca rui­do­sa».

El autor está con­ven­ci­do de que «el poe­ta es el alma de una socie­dad» y de que, como decía uno de los escri­to­res que le ha «edu­ca­do» a lo lar­go de su vida, el valen­ciano Vicent Andrés Este­llés, el poe­ta «debe estar siem­pre en vigi­lia» y «no pue­de dor­mir en la lar­ga noche de su pue­blo» por­que es «res­pon­sa­ble de la reali­dad de su comu­ni­dad», infor­ma Euro­pa Press.

Así lo ha expre­só el pro­pio artis­ta duran­te la pre­sen­ta­ción en la Fun­da­ción Ban­ca­ja de Valèn­cia de una de las mayo­res retros­prec­ti­vas de su obra has­ta el momen­to, la expo­si­ción Jau­me Plen­sa. Poe­sía del silen­cio, que toma como hilo con­duc­tor la influen­cia de la lite­ra­tu­ra en su pro­duc­ción. En el acto han par­ti­ci­pa­do tam­bién el pre­si­den­te de la fun­da­ción, Rafael Alcón, y el comi­sa­rio de la mues­tra, Javier Molins.

Plen­sa habló de sus influen­cias lite­ra­rias —con sus cua­tro ‘patas’ en William Sha­kes­pea­re, Bau­de­lai­re, Dan­te y Bla­ke, pero con men­ción espe­cial a Este­llés—; de su visión sobre las letras en su sen­ti­do más pri­ma­rio; de su «preo­cu­pa­ción por un rui­do mediá­ti­co enor­me de men­sa­jes que no son úti­les» o de su admi­ra­ción por el papel de la femi­ni­dad y las muje­res en la socie­dad y la cul­tu­ra.

Unas inquie­tu­des que se dejan ver en la selec­ción a tra­vés de cer­ca de un cen­te­nar de pie­zas «ínti­mas» y data­das entre 1990 y la actua­li­dad, algu­nas iné­di­tas para el públi­co y crea­das duran­te el con­fi­na­mien­to, otras «via­je­ras» como la icó­ni­ca Together (2014) expues­ta en la Bie­nal de Vene­cia de 2015 y que no se ha exhi­bi­do des­de enton­ces. Una mano de ace­ro inoxi­da­ble que estu­vo en la Aba­día de San Gior­gio Mag­gio­re, pero no hace alu­sión a la reli­gión, sino a «la espi­ri­tua­li­dad que pue­de unir­nos a todos».

Plen­sa reci­be al visi­tan­te des­de la mis­ma calle, en la pla­za Tetuán, con Whi­te Nomad (2021), una figu­ra huma­na de más de cua­tro metros de altu­ra com­pues­ta de letras y cali­gra­fías de dife­ren­tes alfa­be­tos. En sus pro­pias pala­bras, «un home­na­je a la diver­si­dad» y una lla­ma­da a ten­der «puen­tes entre dis­tin­tas per­so­nas y cul­tu­ras».

Para entrar en su expo­si­ción, se debe tras­pa­sar una cor­ti­na de letras hecha de poe­mas del Can­tar de los can­ta­res. «Siem­pre me ha pare­ci­do que las letras delan­te de una pared blan­ca es como si estu­vie­ran a pun­to de ser fusi­la­das», ha con­fe­sa­do Plen­sa, que siem­pre se pre­gun­ta cómo pue­den ser por detrás o por un lado y quie­re «librar­las de esa pri­sión blan­ca que es el papel».

A la vez, la pie­za es un home­na­je a su madre y a cuan­do la acom­pa­ña­ba en Bar­ce­lo­na a las tien­das y, mien­tras ella com­pra­ba, él se que­da­ba jugan­do con las cor­ti­ni­llas de colo­res de las puer­tas.

Una vez den­tro, el visi­tan­te se topa con Rui Rui’s Words (2021), un ros­tro feme­nino sus­pen­di­do del techo que se lle­va la mano a la boca para pedir silen­cio, no para no dejar hablar, mati­zó Plen­sa, sino por­que está «preo­cu­pa­do por­que hay un rui­do mediá­ti­co enor­me de men­sa­jes que no son úti­les» mien­tras «esta­mos de nue­vo en una gue­rra en Euro­pa», el mun­do está en un «esta­do de áni­mo horri­ble» y la natu­ra­le­za en un peli­gro «terri­ble».

«Inten­to fabri­car silen­cio en una épo­ca rui­do­sa», pre­ci­só el escul­tor, que cree que «nos lle­gan tan­tos men­sa­jes que no son impor­tan­tes que no nos dejan escu­char la vibra­ción de nues­tro cuer­po y nues­tros pen­sa­mien­tos». En silen­cio, «des­cu­bri­mos que tene­mos una vida inte­rior y nadie nos ha habla­do de ella»; en los cole­gios nos ense­ñan las fron­te­ras «y de repen­te la geo­gra­fía cam­bia», pero «tú sigues sien­to el mis­mo».

Una de las obras de la expo­si­ción (TATO BAEZA / BANCAJA).

Elogio de la «actitud femenina»

Ade­más, al repa­sar las pie­zas de esta expo­si­ción, admi­tió que siem­pre hace retra­tos de muje­res, «pero no por la mujer en sí, sino por lo feme­nino».

«El mun­do nece­si­ta­ría una acti­tud más feme­ni­na. Los hom­bres somos un acci­den­te sim­pá­ti­co, pero un acci­den­te», y la mujer «tie­ne la capa­ci­dad de crear vida pero, sobre todo, de ate­so­rar, con­ser­var y trans­mi­tir la memo­ria. Todas las cul­tu­ras basa­das en la mujer tie­nen una vida mucho más enri­que­ce­do­ra que las que están basa­das en un hom­bre», con­si­de­ró.

En esta línea, en el reco­rri­do tam­bién hay pie­zas de peque­ño for­ma­to con pala­bras ins­cri­tas en con­so­la­do­res, figu­ras fáli­cas y refe­ren­cias a Freud, con quien Plen­sa no obs­tan­te no ocul­ta su «enfa­do» por­que no cree sus ideas «en abso­lu­to». Su foco en el geni­tal mas­cu­lino «siem­pre me ha pare­ci­do horro­ro­sa­men­te des­pre­cia­ble por­que es un malen­ten­di­do», ase­ve­ró.

Vis­ta gene­ral de la mues­tra (TATO BAEZA / BANCAJA).

Fumando de todo con Estellés

El escul­tor ha rela­ta­do duran­te la rue­da de pren­sa que su pri­me­ra visi­ta a Valèn­cia fue en 1984. Él vivía en Ber­lín y le había pedi­do per­mi­so al edi­tor de Este­llés para ilus­trar uno de los libros del autor valen­ciano, L’ho­tel París, pero reci­bió una nega­ti­va. Enton­ces, un ami­go le dijo que cono­cía a Este­llés y podía pre­gun­tar al escri­tor direc­ta­men­te.

Cogió un avión a Valen­cia y aca­bó pasan­do «dos días mara­vi­llo­sos» con el autor —«nos fuma­mos todo lo que encon­tra­mos», recuer­da—. En paseos jun­tos por la Mal­va­rro­sa jun­tos, «enten­dí mejor la obra de este poe­ta extra­or­di­na­rio que teníais en Valen­cia y que ha mar­ca­do mi vida pro­fun­da­men­te», ha des­ta­ca­do.

 Plen­sa resal­tó que Este­llés tie­ne una fra­se en la que sos­tie­ne que «el poe­ta ha se estar siem­pre en vigi­lia» y «no pue­de dor­mir en la lar­ga noche de su pue­blo». El escul­tor coin­ci­de y lamen­ta que en los últi­mos años el arte se cen­tre más en lo esté­ti­co que en lo éti­co. Para él, el artis­ta «es res­pon­sa­ble de la reali­dad de la comu­ni­dad».

Jau­me Plen­sa ase­gu­ró que le ha dado «más impor­tan­cia a cre­cer como per­so­na que como artis­ta» y cree que, al final, «el arte es con­se­cuen­cia de vivir». En esta expo­si­ción, «nota­réis la pre­sen­cia de los fan­tas­mas que me han ayu­da­do a cre­cer como per­so­na», avan­zó a los futu­ros visi­tan­tes de la mues­tra.

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