El tiempo, más que correr, vuela. ¿Quién iba a decirnos que Kim Novak pronto cumplirá 90 años? La fascinante y bella actriz nació en Chicago el 13 de febrero de 1933. Dijo San Agustín: «¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien, no sabría cómo hacerlo». Kim tampoco terminará de comprenderlo. Seguramente se preguntará: «¿Ya tengo 90 años?».

Kim Novak, en una ima­gen toma­da en 2013.

El ver­da­de­ro nom­bre de Kim es Marilyn Pau­li­ne Novak. Cuan­do ini­ció su carre­ra cine­ma­to­grá­fi­ca, el estu­dio deci­dió cam­biár­se­lo, para evi­tar com­pa­ra­cio­nes con Marilyn Mon­roe. Y así, como Kim Novak ini­ció una carre­ra en la que, sin haber sido nun­ca una sobe­ra­na actriz, abun­dan sor­pren­den­te­men­te pelí­cu­las con un alto caris­ma: Pic­nic (Joshua Logan, 1955), El hom­bre del bra­zo de oro (Otto Pre­min­ger, 1955), Pal Joey (Geor­ge Sid­ney, 1957), Me ena­mo­ré de una bru­ja (Richard Qui­ne, 1958), la extra­or­di­na­ria Vér­ti­go (Alfred Hitch­cock, 1958), Un extra­ño en mi vida (Qui­ne, 1960), La mis­te­rio­sa dama de negro (Qui­ne, 1962), Bésa­me, ton­to (Billy Wil­der, 1964), Ser­vi­dum­bre huma­na (Ken Hughes, 1964), La leyen­da de Lylah Cla­re (Robert Aldrich, 1968)…

En la com­ple­ja cues­tión del ren­di­mien­to acto­ral esas cosas ocu­rren, sobre todo en Holly­wood: ¿ha habi­do en la his­to­ria del cine un actor más pavi­so­so que John Gavin (Los Ánge­les, 1931–2018)? (RAE: «Pavi­so­so: que no tie­ne gra­cia ni arte»). Y sin embar­go en cues­tión de pocos años, el gua­pí­si­mo Gavin inter­vino, con muy bue­nos pape­les, en cua­tro obras maes­tras (Tiem­po de amar, tiem­po de morir, Dou­glas Sirk, 1958; Imi­ta­ción a la vida, Sirk, 1958; Psi­co­sis, Hitch­cock, 1960, y Espar­ta­co,  Stan­ley Kubrick, 1960).

Es posi­ble que los lec­to­res de VALENCIA CITY no hayan oído hablar nun­ca del con­ti­nua­do home­na­je refe­ren­cial que tres ciné­fi­los valen­cia­nos (J. P. y Pepe Cata­lán, ambos tam­bién musi­có­lo­gos, y este cro­nis­ta) le brin­da­mos con todo cari­ño, en nues­tros correos y nues­tros escri­tos en redes socia­les y en diver­sos medios de comu­ni­ca­ción, a famo­sas actri­ces y céle­bres acto­res casi cen­te­na­rios que, en algu­nos casos, siguen en la bre­cha, con apa­ri­cio­nes espo­rá­di­cas en pro­gra­mas de tele­vi­sión o en pre­sen­ta­cio­nes de pelí­cu­las y series. Mara­vi­llo­sos nona­ge­na­rios que nos emo­cio­nan por sus carre­ras —con pelí­cu­las de un enor­me poder de evo­ca­ción— y por su dig­na lon­ge­vi­dad. La lucha de la vida.

Clint East­wood, en un foto­gra­ma de «Cry macho» (2021), su últi­ma pelí­cu­la.

Tal vez algu­nas per­so­nas crean que esa nómi­na de ilus­tres nona­ge­na­rios en el mun­do del cine es muy redu­ci­da. Pues no, no es así. Val­ga para demos­trar­lo una rela­ción, ni mucho menos exhaus­ti­va, de popu­la­res figu­ras que en la actua­li­dad ya han reba­sa­do los 90 años.

Ann Blyth (naci­da en 1928 y reti­ra­da des­de hace déca­das); Eva Marie Saint (1924); Clint East­wood (1930); Clai­re Bloom (1931, debu­tó en el cine en 1952 con la emo­ti­va Can­di­le­jas), Lise­lot­te Pul­ver (1929, inol­vi­da­ble en Uno, dos tres, de Billy Wil­der); Mel Brooks (1926, actor y direc­tor); Gly­nish Johns (en octu­bre cum­pli­rá 100 años); Hel­ga Liné (1931); Anne Ver­non (1924, fue la madre de Cathe­ri­ne Deneu­ve en Los para­guas de Cher­bur­go), Bri­git­te Auber (1925, tuvo su mejor papel en Atra­pa un ladrón, de Hitch); Dick Van Dyke (1925); Sil­via Pinal (1931); Tip­pi Hedren (1930); Vera Miles (1929); Miche­li­ne Pres­le (1922), Angie Dic­kin­son (1931); Car­men Sevi­lla (1930, por des­gra­cia con la memo­ria per­di­da); Anto­ne­lla Lual­di (1931), Gene Hack­man (1930), Robert Duvall (1931)…

J.P., Pepe Cata­lán y yo segui­re­mos hacien­do des­cu­bri­mien­tos de mag­ní­fi­cos nona­ge­na­rios del cine e inclu­so de cen­te­na­rios (es el caso de Miche­li­ne Pres­le, que el año pasa­do cum­plió 100 años). Se admi­ten apor­ta­cio­nes de los lec­to­res.


LA COLUMNA ABIERTA de Rafa Marí

 

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

Duran­te los dos últi­mos años, el perio­dis­ta cul­tu­ral Rafa Marí ha veni­do publi­can­do en este espa­cio de Valen­cia City sus cró­ni­cas sobre cine, pri­me­ro como Dia­rio de un ciné­fi­lo, y pos­te­rior­men­te bajo el títu­lo Des­de el sillón de mi casa… en Mis­la­ta. Han sido dos años de diver­ti­das y ori­gi­na­les digre­sio­nes sobre su gran pasión, el cine, pero aho­ra toca explo­rar nue­vos terri­to­rios, reno­var una fruc­tí­fe­ra cola­bo­ra­ción, una colum­na abier­ta.

En aje­drez, otra de las inte­li­gen­tes acti­vi­da­des de Rafa Marí, una colum­na abier­ta es una colum­na sin peo­nes; en el perio­dis­mo, una colum­na abier­ta es una colum­na don­de pue­de refle­xio­nar­se sobre el pre­cio de las cosas, la alta coci­na, un libro, una pelí­cu­la o los amo­res de Isa­bel Pan­to­ja.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 se incor­po­ró a la redac­ción de Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te ejer­ce su acti­vis­mo como gran comen­ta­ris­ta.

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