El arte de la pana­me­ña Olga Sin­clair lle­ga al MuVIM con una selec­ción de sus últi­mas crea­cio­nes. Obras rea­li­za­das en los últi­mos meses en las que des­ta­ca la fuer­za de su tra­zo y el magis­tral uso del color mati­za­do por los gri­ses. “Una pin­tu­ra muy cari­be­ña con una den­si­dad euro­pea laten­te”, des­ta­ca la pro­pia artis­ta.

La res­pon­sa­ble del Tea­tros de la Dipu­tació de Valèn­cia, Glo­ria Tello, des­ta­ca que “Olga Sin­clair es un nom­bre impres­cin­di­ble en el arte pana­me­ño con un baga­je pro­pio que pode­mos valo­rar y con suge­ren­cias con las cua­les pode­mos conec­tar”. Así mis­mo, la dipu­tada de la cor­po­ra­ción pro­vin­cial ha resal­ta­do “la sen­si­bi­li­dad abier­ta en el mun­do
del MuVIM”, ade­más de “feli­ci­tar al equi­po del museo por haber esta­do tra­ba­jan­do des­de casa, pri­me­ro, y des­pués aquí, pre­sen­cial­men­te, ter­mi­nan­do pro­duc­tos cul­tu­ra­les de diver­sa natu­ra­le­za duran­te todos estos cua­tro meses”.

Sin­clair, hija de uno de los gran­des maes­tros de la pin­tu­ra pana­me­ña, Alfre­do Sin­clair, al que tam­bién se dedi­ca una par­te de la expo­si­ción, des­ta­ca por el uso de for­mas geo­mé­tri­cas abs­trac­tas a tra­vés de las cua­les inter­pre­ta el mun­do “fru­to de la nece­si­dad del pin­tor por sobre­lle­var la sole­dad”, en pala­bras de Ama­dor Gri­ñó.

“La vida con con­tras­tes lla­ma mi aten­ción para dar el toque de ale­gría o tris­te­za”, afir­ma­ba Sin­clair, quien no ha deja­do de tra­ba­jar duran­te estos meses de con­fi­na­mien­to, fru­to del cual se mues­tran algu­nas obras en esta expo­si­ción rea­li­za­das con mate­ria­les tan poco habi­tua­les como el deter­gen­te, el acei­te, el té… con los cua­les pre­ten­de expre­sar su pecu­liar visión del momen­to y es que “la vida pide cam­bios, inter­ven­cio­nes. Esta­mos en un mun­do vivo”, recal­ca la artis­ta.

La pin­to­ra pana­me­ña Olga Sin­clair.

Pin­to­ra apa­sio­na­da vol­ca­da tam­bién en los niños y la edu­ca­ción, con los que ha rea­li­za­do diver­sas ini­cia­ti­vas des­de la Fun­da­ción Olga Sin­clair, con la que ha bati­do el récord Guin­nes al con­gre­gar más de cin­co mil niños pin­tan­do simul­tá­nea­men­te. Unos niños que le devuel­ven con cre­ces el tiem­po que ella les dedi­ca. “Siem­pre apren­de­mos de ellos. Uno cree que lo sabes todo y al final es uno el que se enri­que­ce con ellos. El obje­ti­vo es bus­car solu­cio­nes para que este mun­do no aca­be a peda­zos”.

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