La ansiosa competición por conseguir la mejor Cara Instagram
Los filtros faciales pueden ser una utilidad interesante para emplear en las redes sociales, pero al final es la Inteligencia Artificial la que está imponiendo un nuevo canon de belleza, un canon que se está convirtiendo en un auténtico problema social
ADOLFO PLASENCIA @adolfoplasencia
23 de enero, 2022
El internet de las redes sociales es una competición por mostrar la apariencia más atractiva. En las pantallas de las apps de redes sociales más de moda parece un imperativo indiscutible mostrar un aspecto esplendoroso. Parece no importar que no se corresponda con el aspecto de la persona en el mundo real. La gente conectada siempre se ha ocupado en las redes sociales presentarse con el mejor aspecto estético posible, pero en las app de moda entre adolescentes, este proceso está llegando al paroxismo. Algo que ha empezado a causar serios problemas de salud mental, y por lo que especialistas en salud han mostrado una enorme preocupación.
La analista de regulaciones tecnológicas y derechos digitales Tate Ryan Mosley ha publicado un impactante informe en MIT Tech Review en el que denuncia que «la demanda de filtros faciales (para modificar el aspecto de la cara en la pantalla) en Instagram y otras plataformas visuales de internet sigue muy alta, a pesar de su pernicioso efecto en la salud mental de los usuarios y los esfuerzos de Meta (la empresa que antes se llamaba Facebook) prohibiendo en sus redes sociales algunos de ellos».
El aspecto de la cara en los vídeos de redes sociales como TikTok o en las imágenes y vídeos de la red social Instagram se había considerado siempre como un asunto banal. Algo equivalente a revistas del corazón para adolescentes, pero en la red; o propio de redes sociales juveniles con usuarios –y sobre todo usuarias adolescentes– que ansían imitar a las más admiradas modelos y famosas globales, o influencers de moda en la red. Pero ya se ha convertido en una tendencia imperativa que hay que seguir e imitar masivamente. La red Instagram es propiedad de Meta.
Instagram una red que promueve un alto grado de adicción digital por su interfaz, el funcionamiento de su engagement (literalmente, enganchamiento), sus apps (aplicaciones informáticas para teléfonos móviles) y su algorítmica. Las marcas de moda y los anunciantes saben lo vulnerables que son este tipo de usuarios/as a sus mensajes y han intensificado su presencia con todo tipo de anuncios y campañas de productos de lujo y moda, –muchos económicamente inalcanzables– en esta red social y otras similares.
Pero el principal enemigo de lo que circula por estas redes, en realidad, las adolescentes lo tienen en el baño de su propia casa. En el aspecto que les devuelve el espejo en el que se miran cada día. Y también en el que se refleja en los cristales ante los que pasan en su vida del mundo real, en comparación con lo que ven, oyen y admiran en la pantalla de la red social. Un aspecto y otro pueden converger o divergir. Si ocurre eso último de forma constante puede generar frustraciones y sentimientos negativos o deprimentes que acaban conduciendo a disfunciones psicológicas que, en grados intensos, son la antesala de la depresión fuerte u otras patologías o dolencias relacionas con la salud mental. Este no es un asunto menor.
Según la agencia Associated Press, en el Estado de California —si se aprueba una ley presentada por un congresista en mayo de 2022—, en breve, los padres podrían responsabilizar judicialmente a las empresas de redes sociales por dañar a niños y a adolescentes que se han vuelto adictos a sus productos. La ley permitirá a los padres demandar judicialmente a plataformas como Instagram y TikTok exigiendo hasta 25.000 dólares por violación de una ley aprobada por la Asamblea estatal de California en mayo de 2022.
El proyecto de esa ley define la «adicción en niños y niñas» como lo que les ocurre a menores de 18 años que sufren daños —ya sea física, mental, emocional, de desarrollo o materialmente— y que quieren dejar o reducir el tiempo que pasan en las redes sociales, pero no pueden, porque están preocupados u obsesionados con ellas.
Sin embargo, las modas digitales aparentan ser imparables, porque la demanda de filtros faciales en Instagram y otras plataformas virtuales, parte de este problema, sigue creciendo, a pesar de sus nefastos efectos en la salud mental de muchos usuarios y los esfuerzos de Meta por prohibir algunos de ellos. La apuesta tecnológica de las plataformas de Meta (Facebook, Instagram y WhatsApp y otras) impulsando las tecnologías de realidad aumentada (AR) y virtual (VR) mediante una visión futurista de Internet llamada Metaverso, se contradice con lo que está ocurriendo.
La multiplicación del uso de apps aparentemente frívolas en Instagram son un hecho. Los filtros faciales (aplicaciones para modificar el rostro en la pantalla) que añaden orejas de cachorro al nacimiento del pelo o hacen que los labios parezcan más grandes, no existirían sin la infraestructura técnica para las citadas tecnologías que la compañía, propietaria las citadas plataformas, ha desplegado para soportar tales contenidos.
Miles de diseñadores gráficos y desarrolladores han aportado filtros de forma gratuita, y millones de personas de todo el mundo que utilizan esa función cada día han proporcionado gratis y sin saberlo a Meta montones de datos que la plataforma monetiza dándole enormes beneficios. Muchas app, en realidad, son pretextos de máquinas para recaudar datos.
Ejemplo de un filtro para crear imágenes con la cara de personajes de «Avatar».
La Cara Instagram (ideal)
La escasa investigación existente sobre la creciente cultura de la belleza digital, ya ha demostrado que las plataformas visuales como Instagram, que se basan en algoritmos de recomendación de inteligencia artificial, están reduciendo drásticamente los estándares de diversidad de belleza a un ritmo asombrosamente rápido. A través de esos filtros faciales, también se están induciendo a usuarios/as a que busquen alcanzar esos ideales, aunque solo sea en el mundo digital, por más que contradiga su propia experiencia del mundo real.
Ya hay pruebas fehacientes de que, el uso excesivo de estos filtros online, producen efectos nocivos en la salud mental, especialmente para las adolescentes jóvenes. La Cara Instagram es un modelo estético reconocido: étnicamente ambiguo, con una piel perfecta. Ojos grandes, labios carnosos, nariz pequeña y curvas perfectamente contorneadas.
Todo ese estereotipo es accesible casi automáticamente gracias a esos filtros. Para buscar la Cara Instagram, en pocos minutos, se mueven líneas y modifican formas en la pantalla de un ordenador o móvil y conseguir ahí el aspecto ideal más deseado. Otro problema es que, si bien la belleza puede ser subjetiva, nuestra sociedad de la imagen está plagada de mensajes culturales visuales que siguen premiando ideales estrictos e inalcanzables por personas normales, que son la mayoría. Y, sobre todo, pero no solo, en el caso de adolescentes y niñas, que se acaban auto-exigiendo mayoritariamente, constantemente y obligatoriamente poseer en la pantalla aspectos estereotipados hiperdelgados y sexys.
Son efectos que acaban afectando a la vida real. Ryan-Mosley señala la contradicción: «Meta prohibió los filtros que fomentan la cirugía plástica, pero una demanda masiva de aumento de la demanda de usos de belleza en las redes sociales está complicando las cosas».
Los diseñadores de filtros digitales echan balones fuera. Declaran que los efectos de deformación y las actuaciones de muchas famosas influencers digitales son la clave de multiplicación viral en lo que a estos filtros se refiere. Algunos de estos diseñadores explicaron a la analista que la demanda de filtros de belleza de deformación es tan potente que pueden gamificar (usar como un juego) la viralidad, jugando con efectos que persiguen ajustarse al máximo a la estética de la Cara Instagram.
Pero no echan balones fuera por casualidad. Hay enormes beneficios económicos en juego. Florencia Solari, diseñadora de realidad aumentada y conocida creadora de filtros en Instagram demostró a la autora del informe cómo conseguir en pantalla con su filtro facial la forma rápida de rellenar y levantar sus mejillas y rellenar sus labios para lograr esa forma ideal de cara kardashianesca mejorada quirúrgicamente. Solari declara que con su filtro facial llamado Vedette++ —que se hizo viral en septiembre de 2019—, solo intentaba hacer una interpretación de lo que sería la superestrella del futuro.
La app del filtro Vedette++ fue vista 130 millones de veces en internet y usada por más de 1,2 millones de usuarias solo en los primeros tres meses y medio. Fue uno de los primeros en hacerse viral. Ayudó a ello que la modelo e influencer Bella Hadid utilizara Vedette++. Pero en diciembre de 2019, Instagram prohibió el filtro como parte de sus drásticas medidas contra los efectos de deformación.
Solari respondió a la prohibición de la deformación con un mordaz post en su blog de Medium que fue muy compartido entre comunidad de diseñadores de filtros. Según ella, «no se trata de cirugía plástica. Se trata de LIBERTAD». Nada menos. Ella declara que la tecnología en sí no es la culpable en primer término. «No son los filtros faciales los que crean este problema, sino que la sociedad es así. Estos son los valores que la sociedad tiene y ve como bonitos. Y por eso se hace viral».
Sentirse peor
En el otro lado de la balanza está el caso de la exdirectiva gerente de producto del departamento de integridad cívica de la empresa Facebook, Frances Haugen, madre de adolescentes que, al leer un informe interno de los propios científicos de la compañía dirigido a la dirección de la empresa, se horrorizó y dimitió. Luego, entre otros lugares, el 5 de octubre de 2021, Haugen testificó ante el Subcomité de Protección al Consumidor, Seguridad de Productos y Seguridad de Datos del Comité de Comercio del Senado de EE.UU. para alertar a la sociedad.
La exdirectiva de Facebook mostró ante los congresistas documentos internos que demostraban que los dirigentes de su empresa, en realidad, estaban al tanto ya del daño que los mecanismos de sus redes sociales provocaban en la salud mental de adolescentes de todo el mundo desde hacía años, pero lo ocultaron. Su powerpoint en la sesión fue demoledor.
Según informó el Wall Street Journal, parte de ese informe incluye una presentación de diapositivas de marzo de 2020 realizada por investigadores de Facebook. En una de ellas se leía: «El 32% de las adolescentes dijeron que cuando se sentían mal con su cuerpo, Instagram las hacía sentir peor». Otra decía: «Empeoramos los problemas de imagen corporal de una de cada tres chicas adolescentes», y reconocía que «las comparaciones en Instagram pueden cambiar la forma en que las jóvenes se ven y se describen a sí mismas».
Al tiempo, desgraciadamente batalla de multitudes por conseguir la Cara Instagram sigue sin descanso. Instagram no cierra por la noche. Muchas adolescentes la usan de madrugada bajo las sabanas en su dormitorio. Casi nadie se atreve a impedir en casa que hagan eso, aunque tengan menos de 14 años, la edad mínima legal para tener cuenta en una red social en España.
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