La relación artística de Valencia con Cuenca es intensa desde hace décadas. La mágica Cuenca, ciudad estelar de Castilla-La Mancha, en realidad fronteriza con la Comunidad Valenciana, se encuentra a solo 195 kilómetros de Valencia capital, distancia que en el AVE se recorre en apenas 55 minutos.

Cuenca.
Tan cerca y tan lejos. La mágica Cuenca es fronteriza con la Comunidad Valenciana y se encuentra a 195 kilómetros de Valencia capital, distancia que en el AVE se recorre en 55 minutos. No está de más recordar, en plan mortificante, que el viaje en tren de Valencia a Castellón dura entre 41 y 90 minutos, según sea el horario escogido, mientras que el recorrido de Valencia a Alicante se prolonga durante algo más de dos horas. ¿Finalizará alguna vez el Corredor Mediterráneo?
Ya he adquirido los billetes de tren para viajar a Cuenca el próximo viernes 19 de enero para asistir a la presentación en la Fundación Antonio Pérez de una muestra de Rafael Canogar (Toledo, 1935) y de un creativo ‘Menú’, realizado por el poeta conquense Juan Carlos Valera en homenaje al pintor toledano. En esta muestra se exhibirá el libro-objeto de ‘Menú’, titulado ‘Los Pilares de la Luz’, de 25 ejemplares, donde se recoge “una antología de poetas españoles (San Juan de la Cruz, Góngora, Antonio Machado, García Lorca, Cernuda, Gil de Biedma, Valente, María Victoria Atencia y Chantal Maillard). Canogar ha realizado una obra original y exclusiva para acompañar a cada uno de los poetas y, aparte, una décima obra que va insertada y enmarcada dentro de la maleta”, me cuenta Valera. La introducción a esta antología gráfica es un estudio de Juan Manuel Bonet, ex director del IVAM.
Juan Carlos Valera es la persona más estimulante y generosa que he conocido. Tiene su segunda residencia en Alicante, conduce muy bien –rápido y seguro- y viene a menudo a Valencia para ver a sus amigos y, de paso, algunas exposiciones. Sus chispeantes comentarios sobre todo lo que se mueve te hacen ver el mundo con ojos nuevos. Con él, la realidad siempre está en fase mutante.
El MuVIM expone actualmente, hasta el 18 de febrero, Complicitats, una selección de fondos de la Fundación Antonio Pérez, con 120 ‘objetos encontrados’, hallazgos que, tras algunas intervenciones que refuerzan los parecidos estéticos, semejan obras de Picasso, Brancusi, Duchamp, Morandi, Dalí, Antonio Saura, Gordillo… y de nuestros conciudadanos Equipo Crónica, Manolo Valdés, Miquel Navarro y Carmen Calvo. La citada ‘Conexión Valencia-Cuenca’ tiene aquí una de sus mejores expresiones artísticas, con el añadido de la imaginación y de un travieso sentido del humor aportado por el propio Antonio Pérez (Sigüenza, 1934) y su equipo.

Obras de Pilar Carpio.
Hace años expuso en la Fundación Antonio Pérez el añorado Joan Verdú (Alzira, 1959–2017). Y en la Casa Museo Zavala de Cuenca, expuso la artista Pilar Carpio (Valencia, 1950) del 15 de junio al 13 de septiembre de 2023. Fue una nueva prueba de lo muy alta que se encuentra la ‘Conexión Valencia-Cuenca’. La magnífica individual de Pilar Carpio tenía un título sugestivo y extraño: ‘Disertación entre la Geometría de las cosas’. Pilar me propuso que colaborase en el catálogo de la exposición. Lo hice con cien ideas en la cabeza. Tuve que escoger unas pocas. Reproduzco el párrafo final de ese texto mío: “Un amigo común me dijo estas palabras sobre Pilar Carpio: ‘Tendría yo 20 años, que desde luego no es la edad más bella de la vida, y me reunía a menudo con artistas y escritores en el bar La Glorieta de Valencia. A veces también asistía a nuestras reuniones una chiquilla, casi una niña, que escuchaba atentamente lo que decíamos los mayores. Era Pilar Carpio, movía nerviosamente las manos y yo ya veía brillar en sus ojos la fiebre del arte”.

Pilar Carpio en su primera juventud.

Pilar Carpio y su amor por los gatos.
Esa fiebre del arte, ‘enfermedad’ de la que disfruto en ocasiones, me permitirá comprobar, una vez más, el buen estado de salud de la ‘Conexión Valencia-Cuenca’. De modo que también visitaré dentro de unos días el Museo de Arte Abstracto Español (Fundación Juan March), para dejar suelta mi fantasía visual ante obras de Eduardo Chillida, Martín Chirino, Luis Feito, Oteiza, Palazuelo, Gerardo Rueda, Susana Solano, Gustavo Torner, Fernando Zóbel… Y, con un sentimiento de protección y orgullo, de los valencianos Manuel Hernández Mompó, Jordi Teixidor, José María Yturralde, Eusebio Sempere, Soledad Sevilla, Amadeo Gabino…

El universo de Pilar Carpio.
Tal vez piense ante esas obras que todo es posible en Cuenca. Incluso ha hecho posible, quizá por su embrujo subterráneo, que la Comunidad de Castilla-La Mancha tenga un presidente autonómico que habla tan claramente como Emiliano García-Page (Toledo, 1968). ¡Milagro, milagro!
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