La reseña de R. Ballester Añón:
«Greene y un cura gallego»

Un libro repasa los viajes de Graham Greene por España y Portugal con su amigo el sacerdote Leopoldo Durán

Leopoldo Durán y Graham Greene, durante uno de sus viajes por España.

Carlos Villar (Santander, 1966), escritor y profesor  de la Universidad de la Rioja, ha realizado una excelente y minuciosa investigación acerca de los  viajes  que el escritor  Graham Greene (1904-1991) realizó a España y Portugal durante los años 70 y 80 del pasado siglo titulada Viajes con mi cura (Editorial Comares). Los hizo con su amigo, el sacerdote y profesor de la Universidad Complutense, Leopoldo Durán. Fueron un total de 15 estancias, entre 1976 y 1989, que le proporcionaron, entre otras cosas, inspiración para escribir su novela ambientada en nuestro país, Monseñor Quijote (1982)

Lo curioso de esta investigación es que acaba resultando  más fascinante el excéntrico cura gallego que el egregio novelista inglés.

La principal fuente de información  que utiliza el profesor Villar Flor son los diarios de Durán, un conjunto de 16 cuadernillos en los que el sacerdote fue anotando los encuentros personales y conversaciones telefónicas con Greene entre  1976 y 1991. Esa información  ha  sido contrastado con otras fuentes, como las cartas de Greene a Durán, las de Durán a Greene, las anotaciones de la agenda del propio escritor, etc.

Cada vez que Greene visitaba España, el padre Durán conseguía comprometer a algún amigo o alumno para que les proporcionar un vehículo e hiciera de conductor durante  sus excursiones. Cada  acompañante era  denominado el  Tercer Hombre (en  alusión al  conocido film, basado en un guion del escritor)

El padre  Durán  apenas aparece  en los relatos  biográficos de Greene. Se le presenta como un sacerdote piadoso e intelectual,  amigo y confidente  en sus viajes por España, inspirador del personaje  Monseñor Quijote,  y quien llega a tener una notable intimidad  con el escritor  y de hecho le acompañó en su lecho de muerte en 1991 administrándole los últimos sacramentos.

Leopoldo Durán había nacido en una pequeña aldea de Orense, en 1917; murió en Madrid en 2008.

En 1934 ingresa  en el noviciado de la Congregación de los Padres Paúles o  Vicencianos,( dedicados a la evangelización de los pobres y  formación del clero) donde realiza estudios secundarios.  Estudia filosofía y teología durante la guerra civil.  Es ordenado sacerdote en 1943. Por esta época comienza a leer a Greene y a  otro inglés converso, el jesuita y poeta experimental Gerard Manley Hopkins. Más tarde marcha a la universidad pontificia de Roma donde pasa penurias graves y peligro de morir de inanición; desde entonces padece el resto de  su vida serias  dificultades para conciliar el sueño.

En 1958 pasa a depender del obispo de Astorga.  Consigue dispensas de este obispo para que pueda residir en Londres y amplíe sus conocimientos de literatura inglesa. Tiene permiso para utilizar un altar portátil. Celebrará misa pues en su propio domicilio, privilegio que mantendrá hasta su muerte. En 1973 defiende su tesis doctoral en la Complutense: El sustrato teológico en la obra de G. Greene. Teología de la esperanza.

 El 20 de agosto 1975 se conocen  personalmente Greene y el padre Durán. «Un menudo cura gallego de 58 años, algo inseguro en su inglés, se presenta acicalado y con impecable clergyman en las puertas del hotel Ritz de Londres, dispuesto a almorzar con el escritor al que considera el último genio del siglo XX», apunta el profesor Vilar

La revolución portuguesa, la muerte del general Franco y la posterior transición democrática, incitan a  Greene a viajar; en parte por razones literarias y de descanso; y, en parte, al parecer, por su antigua vinculación con los Servicios de Inteligencia británicos. 

Se establecen pronto algunos rituales: visita anual a Salamanca (en el restaurante Valencia, Greene probará el vino tinto del Marqués de Murrieta, del que de inmediato se convertirá en un devoto para el resto de sus días) y al monasterio cisterciense de Osera, en Orense.

También visitara otras ciudades, como  Vitoria, interesado en los conflictos  de ETA.

Allá donde estén, todos los días el padre Durán celebra una misa en latín en su altar portátil  al que   asiste el escritor y el cambiante Tercer hombre.

En ocasiones, visitan a personajes enigmáticos, relacionados  con los servicios de información británicos: Maria Newall, distinguida octogenaria que vivía en Sintra, a quien Greene conoció en Kenia, durante la rebelión  de los Mau Mau; o Christian Casanova, que desempeñó altos cargos en gobierno de Allende, en Chile.

Greene se muestra como un individuo  de carácter  complejo, con frecuentes  altibajos de humor . Valora el silencio y la discreción. Le irrita que su amigo el teólogo gallego tenga una excesiva afición a hacerle fotos.

Con deliciosa ironía, el profesor Vilar comenta que Greene vio la luz en su descenso a los infiernos una noche en el convento de los Paúles de Badajoz, cuando estuvo a punto de achicharse por la imprudencia de su amigo y director espiritual al dejar puesta la calefacción en una tórrida noche de julio. «Pero lejos de enojarse, se sintió inundado por esa epifanía que los escritores necesitan como droga intoxicante». Por lo demás, Greene bebía mucho. El whisky le servía como revulsivo vespertino contra la depresión,

En cuanto al cura  Durán podía ser sabio en ciertas materias e muy insensato en otras.  Era casto y espiritual aunque  calculador y vanidoso; afectuoso y entregado, pero podía ser rencoroso y severo; en materias de política y teología se mostraba conservador pero estaba dispuesto a transigir con la teología de Greene y aceptaba incluso sus textos más subversivos. Su conducta extravagante,  en ocasiones de una notoria  torpeza social, desconcertaba y encantaba al  novelista.

Extraña amistad basada  en la siguiente transacción:  solicitud por la salvación eterna del alma por parte del insigne escritor; garantía de prestigio social y literario y asegurar una jubilación tranquila, por parte del cura gallego.

Greene —que se declaraba «católico agnóstico»— bromeaba a menudo con la inversión de papeles entre él y su amigo el cura:  jugaba a postularse  director espiritual del padre Durán. Esta reversión de roles —quijote sanchizado y  sancho quijotizado— no fue  del todo ajena  a la génesis de  su libro Monseñor Quijote.

Título: Viajes con mi cura. Las andanzas de Graham Greene por España y Portugal
Autor: Carlos Villar Flor 
Editorial: Comares
Páginas: 399
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