Se trata un libro compuesto con libros; en este caso de forma manifiesta y metódica. Aborda asuntos literarios a partir de citas y fragmentos de diversos poetas, novelistas, pensadores para matizar o corroborar lo que opina o cree.

Por­ta­da de Por el pla­cer de leer.

Manuel Arranz es un des­ta­ca­do tra­duc­tor de lite­ra­tu­ra fran­ce­sa al cas­te­llano. Su exten­so queha­cer inclu­ye obras de Geor­ge Batai­lle, Mau­ri­ce Blan­chot, Léon Bloy, Antoi­ne Com­pag­non... entre otros muchos. Jun­to esa tarea lle­va a cabo una exqui­si­ta pro­duc­ción lite­ra­ria con tex­tos como Incer­ti­dum­bres y pirue­tas (afo­ris­mos), Esto no pue­de aca­bar así (rela­tos), Por­no­gra­fía (nove­la)…

Hace un tiem­po, Arranz tra­du­jo La segun­da mano o el tra­ba­jo de la cita, de Antoi­ne Com­pag­non, obra de abso­lu­ta refe­ren­cia sobre la idea de que un libro es glo­sa y repe­ti­ción de otros y, en cier­to modo, de todos los que ante­rior­men­te han sido escri­tos…

Por el pla­cer de leer reco­ge esa con­cep­ción: se tra­ta un libro com­pues­to con libros; en este caso de for­ma mani­fies­ta y metó­di­ca. Abor­da asun­tos lite­ra­rios a par­tir de citas y frag­men­tos de diver­sos poe­tas, nove­lis­tas, pen­sa­do­res para mati­zar o corro­bo­rar lo que opi­na o cree.

Manuel Arranz.

Arranz se ocu­pa de varia­das cues­tio­nes

Efec­túa una des­crip­ción his­­tó­­ri­­co-socio­­ló­­gi­­ca de la nove­la: “(la nove­la) pro­pi­ció gran­des cam­bios socia­les, el ascen­so de la bur­gue­sía a pesar, o gra­cias, a sus con­tra­dic­cio­nes, y la apa­ri­ción del capi­ta­lis­mo y la socie­dad de cla­ses. Sea como fue­re, ni la nove­la ni los nove­lis­tas desem­pe­ñan hoy nin­gún papel rele­van­te en la socie­dad. Y a pesar de que aque­llas nove­las del siglo pasa­do las hemos ele­va­do al ran­go de clá­si­cas y les segui­mos con­ce­dien­do un valor que no con­ce­de­mos fácil­men­te a las nove­las con­tem­po­rá­neas, nadie, o casi nadie, las lee hoy”. Es decir, que el canon de clá­si­cos tien­de a no leer­se. O sólo se hace por razo­nes curri­cu­la­res y aca­dé­mi­cas.

Obser­va tam­bién que la torren­cial biblio­gra­fía crí­ti­ca sobre las obras ori­gi­na­les ha aca­ba­do por sepul­tar­las; pro­pen­den a des­apa­re­cer tras mul­ti­tud capas de comen­ta­rios y de comen­ta­rios sobre comen­ta­rios.

Y  en otro orden de cosas: “Una  cons­ta­ta­ción que sólo se veri­fi­ca en los gran­des auto­res: la bue­na nove­la está más allá de la ver­dad y de la men­ti­ra, del bien y del mal”. Y de ahí su con­di­ción pri­vi­le­gia­da, que tien­den a envi­le­cer tan­to las  nove­las “ver­da­de­ras” y “bon­do­sas” como las nove­las “men­ti­ro­sas” y “mal­va­das”. Nin­gu­na de ellas cum­ple la fun­ción que está en su natu­ra­le­za aco­me­ter.

En otra oca­sión defi­ne la pecu­liar acti­vi­dad del escri­tor genuino: “una suer­te de asce­sis, una locu­ra ínti­ma, una dis­ci­pli­na aus­te­ra, un modo de vida”.

Para detec­tar el talen­to de esta cla­se escri­tor hace uso de una cita de Julien Gracq: “aque­llo que nun­ca fue dicho de esta mane­ra, nun­ca fue dicho: es el axio­ma secre­to de un autén­ti­co escri­tor” .

Entre los enco­mios y per­fi­la­dos de la nove­la, Arranz pos­tu­la: “la mayo­ría de las oca­sio­nes el azar sue­le jugar un papel más impor­tan­te y deci­si­vo que nues­tras deci­sio­nes per­so­na­les. Así que las nove­las nos ense­ñan lo mis­mo que la vida. Y está bien tomar­se ambas cosas en serio. Aun­que no siem­pre ni en todo momen­to”.

Para carac­te­ri­zar la figu­ra del crí­ti­co y del rese­ñis­ta, emplea una ati­na­da obser­va­ción de Ernst Jün­ger: “La mayo­ría de rese­ñis­tas son auto­rre­tra­tis­tas: leyén­do­los se apren­de menos sobre la obra que sobre el pro­pio crí­ti­co”.

En cuan­to a un asun­to que cier­ta­men­te cono­ce bien, Arranz ase­gu­ra que hay tra­duc­cio­nes más logra­das y apa­sio­nan­tes que el tex­to ori­gi­nal. Men­cio­na el caso de lo que hizo Char­les Bau­de­lai­re con algu­nos tex­tos de Poe.

El Epi­lo­go de este volu­men lle­va como sub­tí­tu­lo: Cómo fra­ca­sar mejor (algu­nos úti­les con­se­jos para lle­gar a (no) ser escri­tor). Se tra­ta en un inven­ta­rio de pres­crip­cio­nes sobre cómo escri­bir toma­das de auto­res egre­gios, que a menu­do se des­di­cen y opo­nen. Arranz con­clu­ye con esta iró­ni­ca con­vic­ción: ”creo que sus res­pues­tas son sin­ce­ras. Más aún, creo que todas son ver­da­de­ras, no sólo por sepa­ra­do, sino, sobre todo, en su con­jun­to”.

Por últi­mo, una con­mo­ve­do­ra decla­ra­ción de prin­ci­pios lite­ra­rios que evi­ta el tono solem­ne: “escri­bir y leer son dos for­mas de con­ju­rar la sole­dad. No son las úni­cas, ni qui­zá tam­po­co las más efi­ca­ces. Pero no sólo no embru­te­cen sino que nos hacen la sole­dad, y en con­se­cuen­cia nues­tra vida, más gra­ta y acep­ta­ble”


Por­ta­da Por el pla­cer de leer.

Títu­lo: Por el pla­cer de leer

Autor: Manuel Arranz

Edi­to­rial: Shan­gri­la

Pági­nas: 241

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