Resulta llamativo e inquietante que desde la Ilustración hasta nuestros días, la literatura más relevante e intensa sea, ante todo, la de poetas y escritores reaccionarios.

Nicolás Gómez Dávila.
Nicolás Gómez Dávila (Bogotá 1913- Bogotá 1994), es un eminente aforista. Y también, en buena medida, un ilustre desconocido. Su impacto en el mundo cultural lo produjo la traducción alemana de una antología en 1987 y su recepción en Italia de la mano de Franco Volpi, un experto en Nietzsche y Schopenhauer. Su descubridor en lengua española es Álvaro Mutis, que le concede la primacía entre los escritores en español del aforismo del siglo XX.
La obra casi clandestina de Dávila se compone ante todo de adagios publicados bajo el título genérico de Escolios a un texto implícito.
José Miguel Serrano, excelente prologuista de este Breviario de Escolios, se pregunta: “¿Qué ha podido atraer a autores tan dispares, muchos alejados de la posición reaccionaria, que con firmeza e ironía, defiende Dávila?” En su opinión, la inclemente crítica a la modernidad, al halago insensato de la contracultura, la vulgarización de gustos y costumbres, la infantilización de mentes y actitudes, y por último, y no menos importante, su intransigente franqueza.
Su método compositivo lo define así: “Mis breves frases son los toques cromáticos de una composicion ´pointilliste´”.
No pocos de los escolios están encaminados a perfilar su concepción de la literatura: “Gran escritor es el que moja en tinta infernal la pluma que arranca al remo de un arcángel”
O este otro, con su característico tono irónico: ”El escritor que no ha torturado sus frases tortura al lector”.
Pero también es capaz de una escueta sutilidad lírica: “La frase debe tener la dureza de la piedra y el temblor de la rama”.
El siguiente apotegma, escrito hace algunos decenios, adquiere una exponenciada actualidad: “La literatura no perece porque nadie escriba, sino cuando todos escriben”.
En algunos aspectos, Dávila es una suerte de Léon Bloy colombiano: ”El universo no resulta de lectura difícil porque sea texto hermético sino porque es texto sin puntuación. Sin la entonación adecuada, ascendente o descendente, su sintaxis ontológica es ininteligible”.
Postula afirmaciones de una frontal provocación: “La educación primaria acabó con la cultura popular; la educación universitaria está acabando con la cultura”
Dávila se muestra muy interesado por la arquitectura. En sus textos es tema recurrente: “Comparada a una iglesia románica, todo lo demás, sin excepción, es más o menos plebeyo.” “La mas grave acusación contra el mundo moderno es su arquitectura”.
En lo referente al pensar filosófico o de cualquier otro orden, nos provee de este espléndido y siniestro símil: “El pensamiento que quiere ser siempre justo se paraliza. El pensamiento progresa cuando camina entre injusticias, como entre dos filas de ahorcados” .
O este otro, difícil de desdecir: “Los verdaderos problemas no tienen solución sino historia.”
Una teoría del lector: “Tradición, propaganda, casualidad, consejo… escogen nuestras lecturas. Nosotros sólo escogemos lo que releemos”.
Su concepción doctrinal la explicita en cuantiosas ocasiones: “En todo reaccionario, Platón resucita.”
“Los reaccionarios les procuramos a los bobos el placer de sentirse atrevidos pensadores de vanguardia”.
“El reaccionario no está a la derecha de la izquierda sino enfrente”
“La vida es taller de jerarquías; sólo la muerte es demócrata”.
En cuanto a los procesos político-revolucionarios emplea su habitual tono cortante que, en cierto modo, trata de hacer costumbrismo histórico:
“Cuando los explotadores desaparecen, los explotados se dividen en explotadores y explotados”.
“La utopia es el clima tutelar de las matanzas”.
“La actitud revolucionaria de la juventud moderna es inequívoca prueba de aptitud para la carrera administrativa. Las revoluciones son perfectas incubadoras de burócratas”.
Estas aseveraciones tan insolentes para la sensatez de la moral pública convierten a este refinado aforista en un escritor forzosamente atractivo:
“Observar la vida es demasiado interesante para perder el tiempo viviéndola”.
Resulta llamativo e inquietante que desde la Ilustración hasta nuestros días, la literatura más relevante e intensa sea, ante todo, la de poetas y escritores reaccionarios.

Portada Breviario de Escolios.
Título: Breviario de Escolios
Autor: Nicolás Gómez Dávila
Editorial: Atalanta
Páginas: 289
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