La obra, escrita en 1996 por la dramaturga Eva Ensler, podrá verse hasta el 2 de abril.

Cuando la dramaturga norteamericana Eva Ensler decidió escribir Los monólogos de la vagina fue por casualidad. Nunca imaginó que unas conversaciones casuales con sus amigas se iban a convertir en una de las obras más representadas del mundo. El texto subió a unas tablas, por primera vez, el 3 de octubre de 1996 en el Centro de Arte HERE de Nueva York con ella como única actriz.
Unos 25 años más tarde, es imposible llevar la cuenta de cuantas actrices han interpretado esta pieza y en cuántos países se ha estrenado (la cifra oficial es de más de 120). Y el fenómeno no da señales de agotamiento. La prueba es que vuelve a Valencia, del 22 de marzo al 2 de abril, al teatro Talía con Olga Hueso, Rocío Madrid y Albanta San Román, y bajo la dirección de Edu Pericas (autor también de la adaptación).
Los monólogos de la vagina son una comedia alegre y revestida de reivindicación feminista con un texto que pone la lupa sobre una realidad social cercana: las mujeres y su sexualidad, los tabúes sociales, la represión y la incultura sexual. No es de extrañar ya que Ensler se basó en los testimonios de cerca de 200 mujeres, a las que entrevistó, para que dieran su opinión sobre su relación con el sexo, las relaciones amorosas y la violencia doméstica. Un texto para reír pero también para reflexionar.
Con su obra Esler quiso reivindicar la vagina, a la que definió como el «pene femenino» ya que, al estar conectada con el clítoris, es el único órgano humano cuyo único propósito es dar placer. A lo largo de los años, actrices de la talla de Whoopi Goldberg, Margaret Cho, Calista Flockhart, Winona Ryder, Jane Fonda, Glenn Close, Marisa Tomei o Brooke Shields, sin olvidar a la estrella de periodismo americano Oprah Winfrey.
La obra
Respecto al título, durante la presentación, Olga Hueso, confesó que le resulta «curioso» que «todavía a estas alturas la gente se pueda asustar con la palabra vagina. Esto no pasaría si fuera Los monólogos del bazo o del hígado».
Señaló también que la obra pretende «normalizar y visibilizar con la máxima elegancia posible», y añadió que «la gente que venga a la función con recelo saldrá pensando que no pasa nada y que se dicen muchas verdades desde el sentido del humor porque con una sonrisa todo entra muy bien. Cuando una persona se ríe le van entrando en la cabeza cosas que creían que sabían pero que no sabían».
Por su parte, Albanta San Román añadió que «la risa es nuestra vaselina para plantear este tema que, desde hace mucho tiempo, ha sido tabú, para poder desestigmatizar todo lo que hay alrededor de la palabra vagina y para contar muchas realidades que nos pasan a todas las mujeres».
«Hay tantas vaginas como mujeres y es muy importante hablar de esto para humanizar una parte de nuestro cuerpo que durante muchos años ha sido motivo de vergüenza. Mi abuela cuando habla de la vagina se refiere a ‘lo de ahí abajo’ y, ¿qué es lo de abajo? Lo de abajo pueden ser también los pies», añadió.
San Román ha incidido en que el tabú sobre la palabra vagina es «solo la punta del iceberg que esconde todo ese maltrato sistemático a la sexualidad femenina que ha hecho que durante años las mujeres hayamos tenido que callar».
A este respecto, San Román criticó que «tanta es la falta de conocimiento alrededor de la vagina que en el colegio nunca he visto un dibujo de la vagina: vemos dibujos de un útero, que no corresponde con el aparato sexual femenino, pero en el caso de los hombres si que vemos un pene porque coincide que es el aparato reproductor con el sexual».
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