Stephen Anderson en cocina.
Para tratar de aproximarse a una comprensión cabal de la propuesta gastronómica imperante en Ma Khin Café es imprescindible abordar la figura de Stephen Anderson, un londinense de raíces asiáticas, culto, refinado, con mucha mundología a sus espaldas y un compromiso inquebrantable con su trabajo. “Nuestras sociedades evolucionan gracias al encuentro con el otro –asegura el propio Anderson– porque eso es algo que nos ayuda a empatizar, a entender lo que ocurre en otros lugares, en otras culturas, y a mí me interesa fomentar ese encuentro entre lo diferente también en el ámbito de la cocina”.
Sus palabras, como declaración de principios, resultan impecables, pero es que, en su caso, llevan aparejado además el mérito añadido, y nada menor, de haber logrado sortear con éxito ese escollo tan difícil con el que chocan a menudo las mejores intenciones cuando la falta de pericia y mesura conducen a las siempre riesgosas aventuras de las fusiones culinarias a naufragar en los abismos de la mera confusión.
Por fortuna, no es esto último lo que sucede en Ma Khin Café ni lo que sucedía en el recordado Seu Xerea, el primer restaurante que Stephen Anderson abrió en Valencia hace casi tres décadas, sino justo lo contrario; porque el secreto de este cocinero, inquieto y curioso por naturaleza, radica en que, más allá de planteamientos teóricos, privilegia ante todo el sabor, esa verdad última que confiere carácter a un plato, al tiempo que acata la esencia identitaria de sus orígenes. Dicho de otro modo más sencillo: Anderson y su personal de cocina, rodado y competente, dan muy bien de comer y, además, sabes en todo momento lo que te estás llevando a la boca sin necesidad de mayores elucubraciones. Hay verdad en su cocina.
Continua leyendo la crítica de Sergio Carbó en el Almanaque Gastronómico
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