Esta ver­sión de la eti­que­ta más famo­sa de Bode­gas Arráez, y con Deno­mi­na­ción de Ori­gen Valen­cia, cer­ti­fi­ca el éxi­to de un vino sin­gu­lar

Toni Arráez, CEO de Bode­gas Arráez.

Cana­lla, irre­ve­ren­te y diver­ti­do. Así es el Mala Vida, el vino de Bode­gas Arráez que aca­bó con­ver­ti­do en su mar­ca insig­nia. Para cele­brar este hecho, la fir­ma ha lazan­do una edi­ción de 9.799 bote­llas que pre­ten­de cele­brar sus diez años de vida… y éxi­tos.

Pero esta edi­ción no está con­ce­bi­da como algo pun­tual sino que la bode­ga, cada año, segui­rá cui­dan­do minu­cio­sa­men­te y miman­do las cepas de monas­trell y de gar­na­cha tin­to­re­ra de cuyos fru­tos nace este par­ti­cu­lar vino. Es tan­to una apues­ta de van­guar­dia como un tri­bu­to a la viti­cul­tu­ra tra­di­cio­nal de la zona.

La pues­ta del lar­go del Mala Vida Edi­ción Limi­ta­da 2020 tuvo un carác­ter ínti­mo, casi fami­liar y con­tó con la pre­sen­cia de, entre otros, Toni Arráez, CEO de Bode­gas Arráez; Tamar Cal­de­rón, crea­ti­va y dise­ña­do­ra; y Car­los Fal­có, direc­tor comer­cial nacio­nal y sumi­ller, y Pedro Cala­buig, Export Mana­ger de Bode­gas Arráez.

Como expli­có Cal­de­rón, Mala Vida Edi­ción Limi­ta­da 2020, es «un vino hecho con cal­ma, con alma, cora­zón y tam­bién con cabeza. Un vino pen­sa­do para ser degus­ta­do en la mejor com­pa­ñía y para pecar».

Duran­te la pre­sen­ta­ción, Toni Arráez recor­dó que este vino es un home­na­je a un pro­yec­to que arran­có en una peque­ña tien­da de la calle Turia, un difí­cil ini­cio que mar­có mar­ca­do la tra­yec­to­ria y el desa­rro­llo de toda la bode­ga.

«Por aquel enton­ces no había eti­que­tas así, que­ría­mos que la gen­te que no enten­die­ra de vinos, lo enten­die­ra, y que la gen­te que enten­día, lo desa­rro­lla­ra. Nos cos­tó mucho, pero al final tene­mos las dos par­tes, de hecho, Mala Vida es el vino más pre­mia­do de toda la bode­ga», reco­dó.

Según el CEO de la bode­ga la cla­ve del éxi­to resi­de en «no per­der nun­ca de vis­ta sus valo­res: la irre­ve­ren­cia, para qui­tar serie­dad al mun­do del vino, y sus orí­ge­nes, para dar­le per­so­na­li­dad y auten­ti­ci­dad».

Una bote­lla de Mala Vida Edi­ción Limi­ta­da 2020.

Divertido y complejo

Si el pri­mer Mala Vida repre­sen­ta­ba la irre­ve­ren­cia, esa par­te diver­ti­da del vino que se echa­ba un poco de menos, esta edi­ción limi­ta­da mira al ori­gen.

Ela­bo­ra­do con dos varie­da­des de uva autóc­to­na – la monas­trell y la gar­na­cha tin­to­re­ra– sigue sien­do un vino diver­ti­do, fru­tal, pero con lige­ros toques tos­ta­dos pro­ce­den­tes de ese paso por made­ra de roble fran­cés que le dan algo más de com­ple­ji­dad.

Es un vino que expre­sa el carác­ter e iden­ti­dad de la zona en la que nace: El Capu­rutxo, la mon­ta­ña más alta de la Font de la Figue­ra que ver­te­bra el pai­sa­je de esta loca­li­dad de la Cos­te­ra.

Pedro Cala­buig, Export Mana­ger de Bode­gas Arráez.

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