La obra, que se estrena el próximo 17 de diciembre, se sirve de materiales accesorios destinados a ser invisibles en la escena

Los acto­res de «No-Hue­­co», en esce­na.

El coreó­gra­fo y bai­la­rín Nor­ber­to Llo­pis pre­ten­de acer­car­se al hecho tea­tral des­de el vacío en su nue­va pie­za No—Hueco (17 y 18 de diciem­bre) en La Mutant. Su pro­pues­ta de artes vivas brin­da a la audien­cia una expe­rien­cia espa­cial inmer­si­va don­de se da una con­fu­sión cons­tan­te entre el afue­ra y el aden­tro, el con­te­ni­do y el con­ti­nen­te, entre la figu­ra y el fon­do en que se sitúa.

«En No-Hue­­co las cosas suce­de­rán en cier­to modo sin suce­der, no se tra­ta­ría tan­to de trans­for­mar las figu­ras que pone­mos en esce­na, sino de pro­vo­car un des­pla­za­mien­to o un des­li­za­mien­to en la super­fi­cie, en el plano sobre el que la figu­ra se hace visi­ble, un des­pla­za­mien­to o suce­so en cier­to modo invi­si­ble, mole­cu­lar», avan­za el per­for­mer.

Llo­pis ase­me­ja No—Hueco a un ase­si­na­to blan­co, sin ase­sino y sin cadá­ver, esto es, más cer­cano a los actos de Las cria­das de Jean Genet o la enve­ne­na­do­ra de Valen­cia, Pilar Pra­des Expó­si­to, que mata­ba a las muje­res de sus emplea­do­res para ocu­par su lugar, que a la del héroe clá­si­co. La dife­ren­cia resi­de que el héroe mata para ocu­par una posi­ción sim­bó­li­ca, mien­tras que en el homi­ci­dio blan­co, con la muer­te, se pro­du­ce una espe­cie de reem­pla­za­mien­to invi­si­ble que pro­vo­ca un des­pla­za­mien­to nue­vo.

En Occi­den­te, la acción y el cam­bio han sido leí­dos siem­pre des­de la pers­pec­ti­va de la figu­ra que se modi­fi­ca fren­te a un fon­do. «Toda varia­ción depen­de de un per­so­na­je que ope­ra una trans­for­ma­ción. En esta pie­za, en cam­bio, se inves­ti­ga el deve­nir no tan­to des­de el lado de la acción o del pro­ta­go­nis­ta que la aco­me­te, sino des­de la pers­pec­ti­va de la super­fi­cie en que se ins­cri­be», argu­men­ta Llo­pis.

Iró­ni­ca­men­te, la obra es una per­for­man­ce, lo que impli­ca el uso de la acción, así que sus crea­do­res se pre­gun­tan y tra­tan de res­pon­der a oxi­mo­ro­nes como: ¿De qué modo suce­den las cosas cuan­do no suce­den? ¿De qué for­ma suce­den las cosas bajo la lógi­ca del lado hue­co, de la super­fi­cie de ins­crip­ción?

San­ti­gUn momen­to de «No-Hue­­co».

Despertar la risa

«En esta rela­ción entre el plano y el tra­zo, el fon­do y la figu­ra, lo que suce­de será una cons­tan­te caí­da del plano en que las cosas se ins­cri­ben, una cons­tan­te caí­da del fon­do, un cons­tan­te cam­bio en la super­fi­cie que pro­vo­ca­rá una visi­bi­li­za­ción de lo invi­si­ble o una invi­si­bi­li­za­ción de aque­llo que era visi­ble», expli­ca Llo­pis

El obje­ti­vo es evi­den­ciar la invi­si­bi­li­dad entre pla­nos, la invi­si­bi­li­dad del cam­bio de fon­do. Y estas modi­fi­ca­cio­nes, al no poder mos­trar­se, ins­pi­ra­rán situa­cio­nes que des­per­ta­rán la risa en la repre­sen­ta­ción.

En la inter­pre­ta­ción y cola­bo­ra­ción crea­ti­va le acom­pa­ñan San­tia­go Ribe­lles e Inka Roma­ní. El trío se sir­ve sobre el esce­na­rio de mate­ria­les nor­mal­men­te pen­sa­dos para ocu­par un lugar auxi­liar o de suje­ción, como folios en blan­co, plan­chas de made­ra, papel de pared, super­fi­cies de car­tón, hilo, colo­res y luz.

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