El escritor-sacerdote repasa el camino ascético-amoroso de dos amantes en esta novela bizantina

Retra­to de Lope de Vega, atri­bui­do a Euge­nio Cajés (1627).

Esta obra de Lope de Vega es una nove­la bizan­ti­na —cuan­tio­sos via­jes, per­se­cu­cio­nes, des­di­chas amo­ro­sas, intrin­ca­dos suce­sos…  que final­men­te con­clu­yen con la unión de la pare­ja ena­mo­ra­da—; tie­ne como pro­ta­go­nis­ta a un «pere­grino de amor», que aúna la éti­ca de caba­lle­ro medie­val  y las exi­gen­cias de  cor­te­sano barro­co.

El géne­ro bizan­tino en Espa­ña tenía des­ta­ca­dos pre­ce­den­tes:  La his­to­ria de Cla­reo y Flo­ri­sea de Alon­so Núñez de Rei­no­so; El libro del Pere­grino de Gia­co­mo Cavi­ceo; Sel­va de aven­tu­ras de Jeró­ni­mo de Con­tre­ras…

El camino ascé­­ti­­co-amo­­ro­­so de los pro­ta­go­nis­tas (Pán­fi­lo y Nise) les lle­va­rá por luga­res remo­tos pero no des­co­no­ci­dos para el espa­ñol del siglo XVI:  Ita­lia, Argel, Bizan­cio, Ale­jan­dría, la Ínsu­la de la Cruel­dad…

La defen­sa de la cas­ti­dad, pre­cep­to de esta nove­lís­ti­ca grie­ga, es ele­men­to pri­mor­dial en la pere­gri­na­ción de los aman­tes cri­s­­tiano-pla­­tó­­ni­­cos. Para el lec­tor con­tem­po­rá­neo, esto aña­de segu­ra­men­te un ali­cien­te de excen­tri­ci­dad a la narra­ti­va de Lope.

Entre una mul­ti­tud de suce­sos, la pro­ta­go­nis­ta Nise enlo­que­ce al creer que Dori­cleo ha ahor­ca­do a Pán­fi­lo, su ena­mo­ra­do. Una locu­ra que le arras­tra­rá has­ta el hos­pi­tal de locos de Valen­cia, don­de pos­te­rior­men­te se pro­du­ci­rá el feliz reen­cuen­tro de los aman­tes.

El narra­dor com­pen­dia los suce­si­vos roles por los que dis­cu­rren las peri­pe­cias del pro­ta­go­nis­ta:

«Nues­tro pere­grino (…) de cor­te­sano vino a sol­da­do, de sol­da­do a cau­ti­vo, de cau­ti­vo a pere­grino, de pere­grino a pre­so, de pre­so a loco, de loco a pas­tor y de pas­tor a míse­ro laca­yo de la mis­ma casa que fue la cau­sa ori­gi­nal de su des­ven­tu­ra».

El mar es un esce­na­rio omni­pre­sen­te en la narra­ción de cor­te bizan­tino.

Lope men­cio­na emi­nen­tes cor­sa­rios de esa épo­ca: Drub el Dia­blo, Bar­ba­rro­ja, Uluch Ali.

No son infre­cuen­tes los ada­gios de carác­ter sapien­cial o edi­fi­can­te, a menu­do ati­na­dos refri­tos de algún autor clá­si­co:

«No hay secre­to que lo sea inter­vi­nien­do cria­dos».

«Amor y seño­río no quie­ren com­pa­ñía».

«Quien com­pra a dis­gus­to, nin­gún pre­cio le con­ten­ta».

«El que abo­rre­ce cami­na can­sa­do y el que ama can­sán­do­se des­can­sa».

Se hace pro­to­tu­ris­mo por Valen­cia, ciu­dad que Lope cono­cía bien, en la que acon­te­cen diver­sos suce­sos de la nove­la:

«Lle­ga­ron los dos ami­gos a la anti­gua Mor­vie­dro, don­de están hoy las mayo­res seña­les de la gran­de­za roma­na que Espa­ña tie­ne».

«Entran­do por su famo­sa puen­te del Real sobre el Turia, a quien los moros pusie­ron Gua­da­la­viar, pasan­do por la nom­bra­da torre de Serra­nos».

Infor­ma de algu­nas cos­tum­bres de cier­tos nobles de la épo­ca:

«El Con­de ita­liano, deseo­so de lle­var con­si­go un loco, pro­me­tió una gran limos­na si se le daban, tal que per­di­da la furia sir­vie­se de entre­te­ni­mien­to. Pro­me­tié­ron­lo así y sabi­da la posa­da del Con­de le lle­va­ron algu­nos locos pací­fi­cos, entre los cua­les iban la her­mo­sa Nise y el pere­grino Pán­fi­lo».

La maes­tría de Lope es per­ma­nen­te: esta sutil sín­te­sis del cono­ci­do pasa­je evan­gé­li­co:

«Y el que a él y aún a otros doce/dio un jue­ves mesa y deseo».

Pos­tu­la un curio­so iti­ne­ra­rio bio­grá­fi­co por las nacio­nes euro­peas:

«Adver­tid —dijo el loc—- que si a un hom­bre le fue­ra posi­ble había de pro­cu­rar nacer en Fran­cia, vivir en Ita­lia y morir en Espa­ña».

Un canon ver­si­fi­ca­do de moral estoi­ca:

«Quien no sir­ve ni ama/ni teme ni desea / ni pide ni acon­se­ja al pode­ro­so / y con hones­ta fama / en su aumen­to se emplea / solo pue­de lla­mar­se ven­tu­ro­so».

Lope dis­fru­ta­ba de mere­ci­da cele­bri­dad en géne­ros lite­ra­rios popu­la­res. Pero desea­ba acce­der al Par­na­so de la lite­ra­tu­ra más com­ple­ja y eli­tis­ta. Esta fue la razón pri­mor­dial para com­po­ner El pere­grino en su patria; tex­to que mez­cla tea­tro teo­ló­gi­co, aven­tu­ras de cor­sa­rios, pro­to­pe­rio­dis­mo cos­tum­bris­ta, his­to­ria de amour fou de pro­ge­nie platónica…es decir, (y emplear nomen­cla­tu­ra con­tem­po­rá­nea): inter­tex­tua­li­dad, hibri­da­ción de géne­ros, lite­ra­tu­ra expe­ri­men­tal…

Título: El peregrino en su patria
Autor: Lope de Vega
Editorial: Cátedra
Edición: Julián González-Barrera
Páginas: 665
Pvp: 19,95 € 
 

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