Ricardo Asensio

Ricar­do Asen­sio

El artis­ta valen­ciano, galar­do­na­do por el Museo MIIT de Turín

Ricar­do Asen­sio reci­be su pre­mio de manos de la actriz Vic­to­ria Vera.

Reco­no­ce Ricar­do Asen­sio que ha per­di­do la cuen­ta de los pre­mios que ha reci­bi­do a lo lar­go de una fér­til carre­ra como pin­tor. «De la Wiki­pe­dia deja­ron de lla­mar­me en 2020, y ni siquie­ra les había dicho todos los reco­no­ci­mien­to que tenía has­ta enton­ces», ríe el valen­ciano, que se labró un pres­ti­gio en Ita­lia, don­de valo­ra­ron inme­dia­ta­men­te el talen­to de un artis­ta que ya comen­zó a des­pun­tar en Espa­ña.

El últi­mo reco­no­ci­mien­to le ha lle­ga­do a toda una vida dedi­ca­da al arte por par­te del Museo MIIT de Turín, un acto que se ha cele­bra­do en el Círcu­lo de Bellas Artes de Madrid, al que asis­tie­ron, ade­más de su fami­lia, muchas de las per­so­nas que han con­tri­bui­do a una bri­llan­te carre­ra como pin­tor. Fue la actriz Vic­to­ria Vera, a quien ha retra­ta­do, la per­so­na encar­ga­da de entre­gar­le el galar­dón. Y es que hablar de Ricar­do Asen­sio es hablar de un artis­ta de inago­ta­ble crea­ti­vi­dad, vita­lis­ta y pasio­nal, que ha ido desa­rro­llan­do una tra­yec­to­ria de medio siglo car­ga­da de mati­ces.

Su afi­ción des­bor­dan­te por la pin­tu­ra la demos­tró des­de que era un niño con una habi­li­dad y téc­ni­ca impro­pias de su edad. Su admi­ra­ción por maes­tros como Veláz­quez, Soro­lla y los impre­sio­nis­tas —Monet, Sis­ley, Renoir…— mar­can sus ini­cios con una obra de tra­zos expre­si­vos, que evo­lu­cio­na­rá muchí­si­mo a lo lar­go de los años.

Fue en los años 70 cuan­do comen­zó sus estu­dios en la Escue­la de Arqui­tec­tu­ra de Valen­cia, don­de fue defi­ni­do como un dibu­jan­te pre­ci­so y de excep­ción. Pero al con­ti­nuar sus estu­dios en Bar­ce­lo­na Ricar­do Asen­sio pier­de inte­rés por la arqui­tec­tu­ra y comien­za su ver­da­de­ra voca­ción artís­ti­ca. En la Ciu­dad Con­dal se encon­tró a sí mis­mo.

En los años suce­si­vos rea­li­za nume­ro­sas expo­si­cio­nes por ciu­da­des espa­ño­las y desa­rro­lla un enor­me tra­ba­jo como retra­tis­ta, don­de comien­za a des­ta­car. Sus obras neta­men­te figu­ra­ti­vas, cen­tra­da en los ros­tros de las per­so­nas que el artis­ta pin­ta­ba, así como en el pai­sa­je, tra­ta­do al óleo y pas­tel. Su pale­ta da un giro radi­cal, des­de un rea­lis­mo de cor­te foto­grá­fi­co por la per­fec­ción de su dibu­jo, a un expre­sio­nis­mo de gran fuer­za en tona­li­da­des sobrias y com­po­si­cio­nes rotun­das.

Ricardo Asensio, con su familia.
Ricar­do Asen­sio, con su fami­lia, quien estu­vo pre­sen­te en el reco­no­ci­mien­to.

Beca en Roma

Es en 1979, cuan­do se tras­la­da a vivir duran­te un perio­do a Madrid, don­de que­da fina­lis­ta para la Beca de Pin­tu­ra que con­ce­de la Aca­de­mia Espa­ño­la de Bellas Artes en Roma, vin­cu­la­da a la Real Aca­de­mia de Bellas Artes de San Fer­nan­do de Madrid, diri­gi­da por el cate­drá­ti­co de esté­ti­ca, his­to­ria­dor de arte y musi­có­lo­go, Fede­ri­co Sopeña (años más tar­de sería direc­tor del Museo del Pra­do).

Y, sin duda algu­na, vivir en Roma mar­ca­ría para siem­pre su carre­ra. Le supu­so la liber­tad y el desa­fío deci­si­vo para encon­trar su pro­pio esti­lo. Sus expe­ri­men­tos artís­ti­cos (tra­ba­jos en los que uti­li­za téc­ni­cas mix­tas con óleo, acrí­li­co, áci­dos, pig­men­tos y resi­nas) dan comien­zo a su serie del Cos­mos por la que reci­be el Pre­mio Con­tro­ven­to 1982, en Roma.

Son paten­tes en las obras de ese momen­to la ener­gía y el colo­ri­do con las que con­si­gue unas crea­cio­nes espon­tá­neas con temas sobre el «cos­mos» de mar­ca­do expre­sio­nis­mo. Su tra­ba­jo le con­vier­te en El pin­­tor-poe­­ta del Infi­ni­to (Il pit­­to­­re-poe­­ta dell’in­fi­ni­to), y así lo defi­ni­rá la crí­ti­ca ita­lia­na.

El pin­tor, jun­to a Mariam y Mery Váz­quez, Ana Muda y Gui­ller­mo Nogue­ra.

Fama como retratista

A par­tir de 1985 su popu­la­ri­dad se des­bor­da con dos expo­si­cio­nes en Madrid don­de retra­ta a per­so­na­jes cono­ci­dos de la socie­dad espa­ño­la, des­de Isa­bel Preys­ler, Mari­sa de Bor­bón, el dra­ma­tur­go Anto­nio Bue­ro Valle­jo, la actriz Vic­to­ria Vera… que son repro­du­ci­dos en toda la pren­sa sen­sa­cio­na­lis­ta. En años suce­si­vos rea­li­za el mag­ní­fi­co retra­to al pre­mio Nobel Cami­lo José Cela, así como a Car­men Mar­tí­nez Bor­diu o la prin­ce­sa Bea­triz de Orleans. Sin embar­go, a Ricar­do Asen­sio este éxi­to no le satis­fa­ce.  Quie­re ser con­se­cuen­te con su inquie­tud, for­ma de ser y de pen­sar.

Com­bi­nar ambos esti­los se con­vir­tió en la bata­lla por la que luchó en los siguien­tes años. «Fue un pro­ce­so len­to, pero cohe­ren­te. Y al final lo acep­ta­ron. Es muy difí­cil qui­tar la eti­que­ta de retra­tis­ta, pero odio que se eti­que­te a una per­so­na», dice Asen­sio, que se defi­ne como pin­tor, en el amplio sen­ti­do de la pala­bra. El Cos­mos le sigue apa­sio­nan­do y for­ma par­te de su tra­ba­jo actual. El pasa­do mes de diciem­bre expu­so en Lon­dres y para octu­bre se mos­tra­rá de nue­vo en la ciu­dad de Nue­va York.

Ricar­do Asen­sio es aca­dé­mi­co de honor en nume­ro­sas aca­de­mias ita­lia­nas y ha sido dis­tin­gui­do duran­te estos años con nume­ro­sos títu­los hono­rí­fi­cos y reco­no­ci­mien­tos inter­na­cio­na­les, ade­más de par­ti­ci­par en Bie­na­les y Ferias de Arte Con­tem­po­rá­neo y en cen­te­na­res de expo­si­cio­nes alre­de­dor del mun­do. Todo ello nos da la dimen­sión del artis­ta, con una vida inten­sa dedi­ca­da al arte.

Sus obras figu­ran en impor­tan­tes colec­cio­nes públi­cas y pri­va­das de Euro­pa y Esta­dos Uni­dos. 

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