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Ismos. Con este tér­mino englo­ba­mos en la His­to­ria del Arte todo un con­jun­to de movi­mien­tos artís­ti­cos de van­guar­dia que se super­po­nen unos a otros en el tiem­po, en el ansia de bus­car nue­vos len­gua­jes de expre­sión: la vida mis­ma era la cau­sa de esta cons­tan­te lucha por la expre­sión. Es el siglo XX, el siglo de los ismos, el siglo de la reno­va­ción artís­ti­ca; reno­va­ción, inno­va­ción, expe­ri­men­ta­ción podría des­cri­bir­los.

Hoy son muchas las mues­tras que nos per­mi­ten empa­par­nos de un ismo, salien­do de ellas invo­lu­cra­do en el mis­mo. Abril, es un buen mes para via­jar a Madrid y visi­tar la expo­si­ción Rea­lis­tas de Madrid. Ésta nos lle­va a un gru­po de artis­tas, nota habi­tual en los ismos, se jun­tan artis­tas con las mis­mas inquie­tu­des, de Madrid en este caso y la pos­gue­rra es su momen­to, hom­bres y muje­res que se van a expre­sar a tra­vés del rea­lis­mo, rom­pien­do con la ten­den­cia a la abs­trac­ción que rei­na­ba has­ta el momen­to. 


Una asom­bro­sa reali­dad casi poé­ti­ca, meta­fó­ri­ca, inva­de sus pin­tu­ras, escul­tu­ras y dibu­jos de tal medi­da que pare­ce que res­pi­ren. 
Pasea­re­mos por más de 90 obras de gran y peque­ño for­ma­to, pin­tu­ras, escul­tu­ras y dibu­jos que viven, que nos hacen dete­ner­nos en seco fren­te a ellas para com­pro­bar que es ver­dad lo que nues­tros ojos ven, es tan real que pare­ce fal­so. 

Una para mi es úni­ca, Lava­bo y espe­jo, de Anto­nio López, me sien­to abs­traí­da fren­te a ella, pare­ce que sea yo la que se quie­ra mirar en el espe­jo, quie­ta, la ana­li­zo; sen­ci­lla en temá­ti­ca coti­dia­na, un espe­jo de baño y un lava­bo, sutil en su len­gua­je, meta­fó­ri­co en su com­po­si­ción, deli­ca­da­men­te ha colo­ca­do cada uno de los obje­tos de su baño; la bro­cha de afei­tar, la laca de uñas, el cepi­llo de dien­tes, las pas­ti­llas. 
López lo pin­ta pero no se refle­ja en el espe­jo, pero sin duda nos vie­ne a la men­te un auto­rre­tra­to de él, en que hace un can­to a su ofi­cio de pin­tor, cada una de los obje­tos del baño podrían ser los ele­men­tos de su pin­tu­ra en su estu­dio y estar él fren­te al espe­jo retra­tán­do­se, es sen­ci­lla­men­te impre­sio­nan­te.

Ismos. Con este tér­mino englo­ba­mos en la His­to­ria del Arte todo un con­jun­to de movi­mien­tos artís­ti­cos de van­guar­dia que se super­po­nen unos a otros en el tiem­po, en el ansia de bus­car nue­vos len­gua­jes de expre­sión: la vida mis­ma era la cau­sa de esta cons­tan­te lucha por la expre­sión. Es el siglo XX, el siglo de los ismos, el siglo de la reno­va­ción artís­ti­ca; reno­va­ción, inno­va­ción, expe­ri­men­ta­ción podría des­cri­bir­los.

Hoy son muchas las mues­tras que nos per­mi­ten empa­par­nos de un ismo, salien­do de ellas invo­lu­cra­do en el mis­mo. Abril, es un buen mes para via­jar a Madrid y visi­tar la expo­si­ción Rea­lis­tas de Madrid. Ésta nos lle­va a un gru­po de artis­tas, nota habi­tual en los ismos, se jun­tan artis­tas con las mis­mas inquie­tu­des, de Madrid en este caso y la pos­gue­rra es su momen­to, hom­bres y muje­res que se van a expre­sar a tra­vés del rea­lis­mo, rom­pien­do con la ten­den­cia a la abs­trac­ción que rei­na­ba has­ta el momen­to. 


Una asom­bro­sa reali­dad casi poé­ti­ca, meta­fó­ri­ca, inva­de sus pin­tu­ras, escul­tu­ras y dibu­jos de tal medi­da que pare­ce que res­pi­ren. 
Pasea­re­mos por más de 90 obras de gran y peque­ño for­ma­to, pin­tu­ras, escul­tu­ras y dibu­jos que viven, que nos hacen dete­ner­nos en seco fren­te a ellas para com­pro­bar que es ver­dad lo que nues­tros ojos ven, es tan real que pare­ce fal­so. 

Una para mi es úni­ca, Lava­bo y espe­jo, de Anto­nio López, me sien­to abs­traí­da fren­te a ella, pare­ce que sea yo la que se quie­ra mirar en el espe­jo, quie­ta, la ana­li­zo; sen­ci­lla en temá­ti­ca coti­dia­na, un espe­jo de baño y un lava­bo, sutil en su len­gua­je, meta­fó­ri­co en su com­po­si­ción, deli­ca­da­men­te ha colo­ca­do cada uno de los obje­tos de su baño; la bro­cha de afei­tar, la laca de uñas, el cepi­llo de dien­tes, las pas­ti­llas. 
López lo pin­ta pero no se refle­ja en el espe­jo, pero sin duda nos vie­ne a la men­te un auto­rre­tra­to de él, en que hace un can­to a su ofi­cio de pin­tor, cada una de los obje­tos del baño podrían ser los ele­men­tos de su pin­tu­ra en su estu­dio y estar él fren­te al espe­jo retra­tán­do­se, es sen­ci­lla­men­te impre­sio­nan­te.

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