La exposición del MuVIM, compuesta por una colección de más de un centenar de fotografías, podrá verse hasta el próximo 3 de diciembre

Dos visi­tan­tes en la expo­si­ción «Eros Clan­des­tino» en el MuVIM (ABULAILA).

El MuVIM ha pre­sen­ta­do la expo­si­ción Eros clan­des­tino, una selec­ción foto­grá­fi­ca de la colec­ción de Rober­to Polo que reco­rre el ima­gi­na­rio de hom­bres anó­ni­mos que, des­de su inti­mi­dad, vivie­ron la opre­sión social de un mun­do ante­rior a la eclo­sión de los dere­chos gays. El museo de la Dipu­tació de Valèn­cia com­ple­men­ta la mues­tra con la ins­ta­la­ción de JARR sobre la ‘cele­bra­ción’ del Orgu­llo, un mon­ta­je con mate­ria­les reci­cla­dos que se exhi­be en el Cubo del MuVIM. Ambas pro­pues­tas podrán visi­tar­se, con acce­so gra­tui­to, has­ta el 3 de diciem­bre.

El dipu­tado de Cul­tu­ra, Paco Teruel, ha dado por ini­cia­da la tem­po­ra­da 2023–2024 del museo con estas dos inter­ven­cio­nes «muy direc­tas sobre la liber­tad y la bús­que­da de la feli­ci­dad, dos con­cep­tos que han via­ja­do jun­tos des­de tiem­pos de la Ilus­tra­ción y han atra­ve­sa­do la Moder­ni­dad, con los que con­vi­vi­mos con natu­ra­li­dad en el mun­do con­tem­po­rá­neo». En el caso de Eros clan­des­tí, el res­pon­sa­ble pro­vin­cial de Cul­tu­ra ha des­ta­ca­do la refle­xión sobre «la liber­tad de amar como otra de las con­quis­tas a la hora de alcan­zar la feli­ci­dad».

Paco Teruel ha agra­de­ci­do la cola­bo­ra­ción de la Fun­da­ción Anto­nio Pérez de la Dipu­tación de Cuen­ca, con la copro­duc­ción de esta mues­tra que, en pala­bras del direc­tor del MuVIM, Rafael Com­pany, «inclu­ye docu­men­tos de gran valor his­tó­ri­co, foto­gra­fías en blan­co y negro, depe­que­ño tama­ño, que fue­ron toma­das en la más abso­lu­ta inti­mi­dad de hom­bres anó­ni­mos, queex­pre­sa­ban sus sen­ti­mien­tos en un mun­do que no enca­ja­ba la liber­tad sexual y per­se­guía aes­tos hom­bres obli­ga­dos a escon­der su homo­se­xua­li­dad».

Por su par­te, el jefe de expo­si­cio­nes del MuVIM, Ama­dor Gri­ñó, tam­bién ha cen­tra­do su inter­ven­ción «en la tras­cen­den­cia his­tó­ri­ca del momen­to en que se con­tex­tua­li­zan las foto­gra­fías de la mues­tra, en una Gran Bre­ta­ña don­de la homo­se­xua­li­dad esta­ba pena­da y repri­mi­da, ante­rior a esa con­quis­ta de los dere­chos gays que con­vir­tió al país en refe­ren­te del colec­ti­vo en el mar­co de difu­sión de la cul­tu­ra pop».

Una de las fotos de la expo­si­ción.

Eros clandestino

En la actua­li­dad, gran par­te de las legis­la­cio­nes occi­den­ta­les repri­men la homo­fo­bia. Pero no siem­pre ha sido así. Veni­mos de siglos acu­mu­lan­do agre­sio­nes, per­se­cu­ción y mar­gi­na­ción que no han con­se­gui­do borrar ni escon­der la homo­se­xua­li­dad. Las foto­gra­fías que exhi­be el MuVIM en su Sala Alta, bajo el títu­lo de Eros clan­des­tino, for­man par­te de la colec­ción per­so­nal de Rober­to Polo y son una peque­ña selec­ción de un exten­so fon­do adqui­ri­do en Lon­dres.

Cons­ti­tu­yen un reco­rri­do por el ima­gi­na­rio coti­diano de estos hom­bres, sus pare­jas y ami­gos, refle­jo de un mun­do cons­trui­do sutil­men­te fue­ra de los con­tro­les socia­les y al mar­gen de la reali­dad agre­si­va que les cir­cun­da­ba.

A pesar del ries­go, muchas pare­jas se atre­vie­ron a hacer­se foto­gra­fías don­de, implí­ci­ta o explí­ci­ta­men­te, mani­fes­ta­ban su cari­ño, com­pro­mi­so u opción sexual. «Una mues­tra de valen­tía, una for­ma de expre­sar su dis­con­for­mi­dad, de opo­ner­se, de dejar tes­ti­mo­nio, para las gene­ra­cio­nes futu­ras, de unas con­vic­cio­nes y sen­ti­mien­tos que, per­mi­ti­dos o no, exis­ten y no pue­den ser nega­dos», expli­ca el pro­pio Ama­dor Gri­ñó, comi­sa­rio de la mues­tra.

«Muchos de los que pelea­ron y die­ron sus vidas por la igual­dad de dere­chos ya no están, pero su lucha por la liber­tad, por poder amar sin res­tric­cio­nes, nos ha lle­va­do al pun­to de mayor res­pe­to por la diver­si­dad a esca­la pla­ne­ta­ria», con­ti­núa el jefe de expo­si­cio­nes del MuVIM, quien con­clu­ye que, a pesar de los avan­ces, «aún hay seten­ta paí­ses don­de la homo­se­xua­li­dad es ile­gal, y seis de ellos la cas­ti­gan con la pena capi­tal».

La ins­ta­la­ción de JARR.

JARR: reciclaje, belleza y orgullo

La ins­ta­la­ción de JARR es, en pala­bras del pro­pio artis­ta, «una cele­bra­ción; cele­brar la lucha que hemos hecho toda la comu­ni­dad y la diver­si­dad, hay que cele­brar esa diver­si­dad». Con el títu­lo JARR des­ga­rra #soloe­lar­te­me­sal­va, el mon­ta­je se basa en el reci­cla­je de dis­tin­tos mate­ria­les, prin­ci­pal­men­te tex­ti­les, que se alzan como «un gri­to artís­ti­co, rei­vin­di­can­do con pasión la diver­si­dad y los dere­chos del colec­ti­vo LGTBI+. A tra­vés de jiro­nes de ropa usa­da, sim­bo­li­za el sufri­mien­to com­par­ti­do, meta­mor­fo­sea­do en belle­za y orgu­llo».

El comi­sa­rio de la ins­ta­la­ción, Ale­jan­dro Villar, ha recor­da­do que el artis­ta es con­si­de­ra­do «una espe­cie de enfant terri­ble del arte en Valen­cia por­que des­de sus ini­cios, hace 24 años, enfo­có sus obras como un meca­nis­mo de rei­vin­di­ca­ción y acti­vis­mo, al prin­ci­pio toman­do el lega­do del foto­mon­ta­je de Josep Renau y del Equi­po Cró­ni­ca; obras neo pop con un com­po­nen­te agre­si­vo que bus­ca­ba salir­se de lo con­for­ta­ble y nos habla­ba de los pro­ble­mas his­tó­ri­cos, polí­ti­cos y socia­les del momen­to. Ese acti­vis­mo se fue radi­ca­li­zan­do con el tiem­po y pasó de ser un artis­ta pop a un artis­ta punk, neo­da­daís­ta, defen­sor de la eco­lo­gía y el reci­cla­je».

En refe­ren­cia a la ins­ta­la­ción de JARR, el direc­tor del MuVIM ha avan­za­do que es «el penúl­ti­mo artis­ta que exhi­be en el Cubo, que fue dise­ña­do como una estruc­tu­ra efí­me­ra que pre­ten­de lla­mar la aten­ción del vian­dan­te oca­sio­nal y dar a cono­cer otras pro­pues­tas del museo». En este sen­ti­do, Rafael Com­pany ha expues­to alter­na­ti­vas que pue­den cum­plir las mis­mas fun­cio­nes, caso de la sala Jerò­ni­ma Galés, «un espa­cio abier­to den­tro de nues­tras ins­ta­la­cio­nes que per­mi­te que la gen­te pue­da ver el museo, y que aco­ge­rá futu­ras pro­pues­tas del MuVIM».

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