Fotos de la Expo Peset años 80.

En el uni­ver­so mediá­ti­co los repor­te­ros grá­fi­cos pasa­ron de ser unos subal­ter­nos del redac­tor lite­ra­rio a ser con­si­de­ra­dos foto­pe­rio­dis­tas crea­ti­vos. Una expo­si­ción pro­ta­go­ni­za­da por la vie­ja guar­dia del perio­dis­mo valen­ciano de los años 80 y un libro artís­ti­co de J. V. Rodrí­guez lo demues­tran.

Fotos de la Expo Peset, años 80.

Hubo un tiem­po que el vani­do­so mun­do del perio­dis­mo con­si­de­ra­ba al fotó­gra­fo como una espe­cie de subal­terno del repor­te­ro. Antes de que la pren­sa comen­za­ra a tomar en cuen­ta el tra­ba­jo grá­fi­co, y en eso el dia­rio El País tuvo una impor­tan­cia esen­cial en la Tran­si­ción, ni siquie­ra se fir­ma­ban las foto­gra­fías. El fotó­gra­fo no se había con­ver­ti­do toda­vía en foto­pe­rio­dis­ta. Era un curran­te sudo­ro­so, car­ga­do de kilos en su mochi­la, y mal paga­do. Las cosas han cam­bia­do hoy sus­tan­cial­men­te. Por ejem­plo, en la abun­dan­cia de muje­res en el ofi­cio, que antes se con­ta­ban con los dedos.

Para todo perio­dis­ta que se pre­cie la sec­ción grá­fi­ca de un repor­ta­je es tan impor­tan­te como el mis­mo tex­to. La his­to­ria del perio­dis­mo valen­ciano es la de sus sufri­dos repor­te­ros grá­fi­cos, siem­pre ago­bia­dos con el peso de su equi­po y las aglo­me­ra­cio­nes de com­pa­ñe­ros en las rue­das de pren­sa. El plu­mi­lla lo tuvo más fácil: su lápiz y papel, y pun­to.

El pasa­do mes de abril hubo un encuen­tro his­tó­ri­co con moti­vo de la expo­si­ción  La bata­lla de Sagunt, en el Cole­gio Mayor Rec­tor Peset, en el que coin­ci­dió la vie­ja guar­dia del foto­pe­rio­dis­mo indí­ge­na. Hom­bres como Jesús Cís­car, Car­les Fran­cesc, Jor­di Vicent, José Alei­xan­dre, Manuel Moli­nes, J.V. Mon­zó y otros vie­jos lobos de la calle; y entre ellos una sola dama, la legen­da­ria Ana Torral­va, la pri­me­ra repor­te­ra en demos­trar que una perio­dis­ta podía meter­se en el cora­zón de las tinie­blas. Fue pio­ne­ra en el repor­ta­je de impac­to como su famo­sa serie en el inte­rior de un loque­ro. Docu­men­tó el horror del Psi­quiá­tri­co de Béte­ra, para Valen­cia Sema­nal, jun­to a su com­pa­ñe­ro, el no menos cono­ci­do Javier Valen­zue­la. Esta pare­ja comen­za­ba a hacer sus pini­tos en el mun­do de la infor­ma­ción y lle­gó lejos. Como el res­to de los fotó­gra­fos que con­fra­ter­ni­za­ron en la expo­si­ción comi­sa­ria­da por el perio­dis­ta José Manuel Ram­bla, Alei­xan­dre y Mori­llas.

Ten­go muy bue­nos recuer­dos de mi tra­ba­jo con los com­pa­ñe­ros de la cáma­ra. Jamás los he minus­va­lo­ra­do y en el tra­ba­jo del repor­ta­je, la madre del cor­de­ro del perio­dis­mo. Siem­pre los he con­si­de­ra­do impres­cin­di­bles. Sin foto no hay tema. Luz y taquí­gra­fos, y el fotó­gra­fo es la luz. Pero en este mun­do tan com­pe­ti­ti­vo de la pren­sa hay pro­fe­sio­na­les de muy dis­tin­ta índo­le. Algu­nos se han ceñi­do toda su carre­ra al tra­ba­jo infor­ma­ti­vo con pocas inten­cio­nes artís­ti­cas. Otros, los menos, han ido más lejos. Y, sin embar­go, en muchos de sus tra­ba­jos hay autén­ti­ca crea­ción plás­ti­ca.

Recuer­do la noche en que Car­les Fran­cesc y yo coin­ci­di­mos en el estreno de la pelí­cu­la Bajo el fue­go, sobre la revuel­ta de Nica­ra­gua, y al aca­bar nos mira­mos dicien­do, sí, esto es lo nues­tro. El per­so­na­je de Nick Nol­te, que foto­gra­fía el ase­si­na­to de su repor­te­ro Gene Hack­man creó muchas voca­cio­nes. Igual que el de Bruno Ganz en Circu­lo de enga­ños, de 1981, sobre un perio­dis­ta envia­do a la gue­rra del Líbano, que des­cri­bió al repor­te­ro de gue­rra, hoy autén­ti­co héroe y már­tir de los medios, tan­to por su tra­ba­jo arries­ga­do como por su sacri­fi­cio, murien­do en acto de ser­vi­cio, como un sol­da­do de la infor­ma­ción. Bruno Ganz tam­bién ins­pi­ró a Javier Valen­zue­la, que pocos años des­pués de esta pelí­cu­la pidió al direc­tor de El País, Juan Luis Cebrián, ser envia­do a cubrir la gue­rra. Lo que con­si­guió; y has­ta se casó con una liba­ne­sa.

Las corre­rías que nos hici­mos por toda la Comu­ni­dad el fotó­gra­fo Mar­tí­nez y yo mis­mo para cubrir una serie sobre fies­tas popu­la­res de las comar­cas, para La Hoja del Lunes. Bajo un sol de jus­ti­cia, cru­zá­ba­mos sem­bra­dos, subía­mos cues­tas y nos esfor­zá­ba­mos por docu­men­tar la vida. Poner luz en lo que no se veía. Eso hacen los fotó­gra­fos. Los hay con voca­ción artís­ti­ca y es el caso del vete­rano José Vicen­te Rodrí­guez, que aca­ba de publi­car su libro de retra­tos Pai­sa­jes con figu­ra. Una serie de tra­ba­jos que expu­so en la loca­li­dad cuba­na de Cama­güey, a la que es asi­duo, y demues­tran que el repor­te­ro pue­de tras­pa­sar los lími­tes de la mera infor­ma­ción para con­ver­tir­se en artis­ta grá­fi­co.

Padu­ra.

Y la madre del cor­de­ro está en el retra­to. Como demues­tran los mag­ní­fi­cos ros­tros de los curran­tes de Altos Hor­nos de Sagunt en la expo­si­ción de Valen­cia que bien podrían haber sali­do de la cáma­ra de un Robert Frank.

Marc Gra­nell.

Rodrí­guez pro­po­ne en su colec­ción de foto­gra­fías mani­pu­la­das de artis­tas, con mayo­ría de lati­no­ame­ri­ca­nos, un rela­to que mari­da deco­ra­ción y expre­sión huma­na. Leo­nar­do Padu­ra, en La Haba­na, de cuer­po ente­ro, mos­tran­do su barri­gón en un fon­do ver­de, Miquel Nava­rro, en Sie­te Aguas, sos­te­nien­do una mata de oli­vo y con gafas negras, el poe­ta Marc Gra­nell sur­gien­do de una fron­da tro­pi­cal pese a estar en Valen­cia, Ser­gio Ramí­rez en Mana­gua.

Nava­rro de J.V. Rodrí­guez.

Artis­tas de todo tipo retra­ta­dos en blan­co y negro y enmar­ca­dos en un pai­sa­je de ver­dor tro­pi­cal. La serie es lar­ga y la defi­ne su pro­lo­guis­ta Jor­ge Arro­yo como una “sin­fo­nía ame­ri­ca­na”. Pai­sa­jes con figu­ra, de J. V. Rodrí­guez es un libro de autor; al igual que la obra grá­fi­ca de otro gran vir­tuo­so de la foto­gra­fía local como Jesús Cis­car, que jun­to al escri­tor Mar­tí Domín­guez se ha dedi­ca­do a publi­car una serie sobre per­so­na­jes de la vida públi­ca y han hecho expo­si­cio­nes. En el uni­ver­so digi­tal en el que cada uno pue­de hacer su pro­pia foto­gra­fía con el móvil, la per­vi­ven­cia del fotó­gra­fo arte­sano, pro­fe­sio­nal, crea­ti­vo sigue sien­do esen­cial para el ejer­ci­cio del buen perio­dis­mo, la liber­tad de expre­sión y poner luz jun­to al perio­dis­ta de cómo está el mun­do y sus gen­tes.

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