Cinco de sus películas más destacadas se proyectarán hasta el 23 de mayo en la Filmoteca

Rocha, duran­te el roda­je de «Los ver­des años».

La Fil­mo­te­ca Valen­cia­na pro­yec­ta­rá cin­co pelí­cu­las, en nue­vas res­tau­ra­cio­nes digi­ta­les, en un ciclo dedi­ca­do al cineas­ta Pau­lo Rocha (1935–2012), padre del Novo Cine­ma Por­tu­gués y uno de los gran­des refe­ren­tes de la cine­ma­to­gra­fía lusa.

A pesar de las difi­cul­ta­des de acce­so a su tra­ba­jo, Rocha es reco­no­ci­do en los cir­cui­tos ciné­fi­los y crí­ti­cos inter­na­cio­na­les como autor de una com­ple­ja refle­xión sobre Por­tu­gal, sus raí­ces cul­tu­ra­les y matri­ces iden­ti­ta­rias. Su influen­cia es visi­ble en la obra de otros cineas­tas por­tu­gue­ses con­tem­po­rá­neos como Pedro Cos­ta, João Pedro Rodri­gues, Miguel Gomes o João Sala­vi­za, des­ta­ca el Ins­ti­tut Valen­cià de Cul­tu­ra en un comu­ni­ca­do.

El ciclo se ini­cia con la pro­yec­ción, el miér­co­les 26 de abril, a las 20.15 horas, de Los ver­des años (Os ver­des anos, 1963), ópe­ra pri­ma del direc­tor por­tu­gués y uno de los títu­los fun­da­cio­na­les del nue­vo cine por­tu­gués de los años sesen­ta.

Iné­di­ta en Valen­cia, obtu­vo el pre­mio a la mejor ópe­ra pri­ma en el Fes­ti­val de Locarno de 1964. La pelí­cu­la podrá vol­ver a ver­se el sába­do 29 de abril, a las 18 horas.

Roda­da en blan­co y negro, la pelí­cu­la tie­ne como pro­ta­go­nis­ta a Julio, de die­ci­nue­ve años, que lle­ga a Lis­boa des­de el cam­po para vivir con su tío Afon­so y tra­ba­jar de zapa­te­ro. Pron­to cono­ce a Ilda, una mucha­cha del ser­vi­cio domés­ti­co que visi­ta con fre­cuen­cia el taller don­de tra­ba­ja y de quien le sedu­cen su inde­pen­den­cia y des­par­pa­jo. Ambos comien­zan un roman­ce que se ve trun­ca­do por el cho­que con su reali­dad coti­dia­na.

El jue­ves 27 abril, a las 18 horas, y el domin­go 7 de mayo, a las 20 horas, la Fil­mo­te­ca valen­cia­na pro­yec­ta Mudar de vida (1966), escri­ta por Pau­lo Rocha en cola­bo­ra­ción con Antó­nio Reis e ins­pi­ra­da en los tra­ba­jos de Manoel de Oli­vei­ra y en La Poin­te Cour­te de Agnès Var­da.

Este dra­ma, con imá­ge­nes casi docu­men­ta­les sobre la lucha por la super­vi­ven­cia de un pue­blo de pes­ca­do­res, cuen­ta el regre­so de Ade­lino, un hom­bre de media­na edad que vuel­ve de com­ba­tir en Ango­la a Fora­dou­ro, el pue­blo pes­que­ro que le vio nacer. Al vol­ver, com­prue­ba que la casa don­de vivía sigue en pie, jun­to a sus padres y her­ma­nos, pero la reali­dad es que todo ha cam­bia­do. Ade­lino des­cu­bre que Julia, la novia a la que dejó en espe­ra, se aca­bó casan­do con su her­mano Rai­mun­do y aho­ra tie­nen una hija en común.

Foto­gra­ma de «Mudar de vida».

«La más bella»

El miér­co­les 3 de mayo, a las 18 horas, y el vier­nes 5 de mayo, a las 20 horas, la Fil­mo­te­ca valen­cia­na pro­yec­ta La isla de los amo­res (A ilha dos amo­res, 1982), con­si­de­ra­da por Manoel de Oli­vei­ra como «la más bella pelí­cu­la del cine por­tu­gués».

Com­ple­ta­men­te ale­ja­da del rea­lis­mo de las pri­me­ras pelí­cu­las de Rocha, su pues­ta en esce­na evo­lu­cio­na hacia ese otro polo de la moder­ni­dad cine­ma­to­grá­fi­ca que se basa en la tea­tra­li­dad y el arti­fi­cio. Una obra ope­rís­ti­ca en la que lo míti­co y lo his­tó­ri­co se dan la mano para des­cri­bir las pasio­nes y los due­los amo­ro­sos de un per­so­na­je de vida fas­ci­nan­te, el escri­tor Wen­ces­lau de Moraes, naci­do en Lis­boa en 1854 y falle­ci­do en Tokushi­ma (Japón) en 1929.

Estruc­tu­ra­da como un gran poe­ma, La isla de los amo­res es una obra monu­men­tal, rea­li­za­da duran­te quin­ce años, que fil­ma la bio­gra­fía de un hom­bre de letras expan­dien­do las fron­te­ras del arte cine­ma­to­grá­fi­co.

«La isla de Moraes».

«Fasciante retrato íntimo»

El mar­tes 16 de mayo, a las 18 horas, y el sába­do 20 de mayo, a las 20.15 horas, la Fil­mo­te­ca valen­cia­na pro­yec­ta La isla de Moraes (A iha de Moraes, 1984). Siguien­do la este­la de su ante­rior pelí­cu­la, La isla de los amo­res, Pau­lo Rocha se sumer­ge de nue­vo en el ima­gi­na­rio y el recuer­do del escri­tor por­tu­gués Wen­ces­lau de Moraes a tra­vés de tex­tos, foto­gra­fías, manus­cri­tos y, espe­cial­men­te, los tes­ti­mo­nios de aque­llas per­so­nas mar­ca­das por su vida y su obra, tan­to en Por­tu­gal como en Japón.

El docu­men­tal es un «fas­ci­nan­te retra­to ínti­mo», con imá­ge­nes fil­ma­das duran­te más de una déca­da, que refle­ja la admi­ra­ción de Rocha por Moraes, el escri­tor cla­ve del orien­ta­lis­mo por­tu­gués.

El mar­tes 23 de mayo, a las 20.15 horas, y el vier­nes 26 de mayo, a las 18 horas, la Fil­mo­te­ca valen­cia­na pro­yec­ta El río de oro (O rio do ouro, 1998). Acla­ma­da por la crí­ti­ca des­pués de su estreno mun­dial en Can­nes, Pau­lo Rocha cons­tru­ye un inten­so ejer­ci­cio de cul­tu­ra popu­lar que bas­cu­la entre la come­dia, la tra­ge­dia y el surrea­lis­mo en una hip­nó­ti­ca obra maes­tra.

En un pue­blo a ori­llas del río Due­ro, los recién casa­dos Caro­li­na y Anto­nio con­vi­ven con Meli­ta, la joven sobri­na del hom­bre. Duran­te una jor­na­da de píc­nic, Anto­nio arries­ga su vida para sal­var a su sobri­na de morir aho­ga­da en las aguas del río. Mor­ti­fi­ca­da por los celos, Caro­li­na no pue­de evi­tar sen­tir envi­dia de la belle­za y la juven­tud de Meli­ta, y bus­ca con­sue­lo jun­to a Zé dos Ouros, un gitano viden­te.

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