Disfruté, ayer miércoles 28, de una mañana clara. Temperatura primaveral. Desayuno saludable. A las 9 de la mañana ya estaba camino del Metro. El trayecto desde Mislata a Marítim-Serrería apenas dura veinte minutos. Cuando tengo tiempo libre y no sé muy bien qué hacer, suelo saber muy bien qué hacer: acercarme al Cabanyal y disfrutar a fondo de ese barrio maravilloso.

En los vagones del Metro casi todos los viajeros están entregados a sus móviles. Evito esa tentación. Prefiero la adicción a la lectura. No recuerdo el libro que metí hace unos días en la bandolera. Lo compruebo: Personas tóxicas (Silvia Congost, editado por Zenith en 2022). Lo hojeo por décima vez. Página 75: «Características de las personas con trastorno de personalidad antisocial. Algunas de ellas desprecian de forma persistente los derechos de los demás; actúan de forma totalmente impulsiva, sin planificación alguna ni pensar en las consecuencias; no se arrepienten de sus acciones ni hay remordimientos tras herir o maltratar a los demás». Cierro el libro: estoy ya en la penúltima estación (Ayora) del recorrido suburbano.
En Marítim-Serrería (me gustan los juegos de palabras: yo llamo a esta última estación de la línea 5 «Mari-Trini se reía»). En diez minutos de paseo llego por la Avenida del Puerto a las Atarazanas (sensacional nombre mono-vocálico: seis ‘aes’). Paso por delante de lo que fueron dos populares cines de barrio: el Monumental Levante (allí vi La senda de los elefantes, William Dieterle, 1954) y el Teatro Cine Benlliure, después cine Lírico, en el que vi la reposición de Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935), película gloriosa de los Hermanos Marx, quizá no tan buena y redonda como Sopa de ganso (Leo McCarey, 1933), pero con mejores momentos estelares.

En las Atarazanas contemplo las obras finalistas de la III Bienal María Isabel Comenge, con una dotación para premios de 22.000 euros. Es reconfortante que el mecenazgo privado apueste claramente por el arte. En la colectiva predomina la abstracción radical y poderosa. Grandes formatos, pintura-pintura, el intento apasionado de conquistar la belleza y la emoción. Algunos de los cuadros tienen elementos figurativos, pero son los menos. El primer premio lo obtuvo Grass Nussknacker (2022), de Oliver Johnson, y el segundo S/t, Common Ground, de Kike Vilabelda (no acabo de comprender la querencia por los títulos en inglés).
Recorro las imponentes naves de las Atarazanas pobladas de cuadros exquisitos y locos. Me gustan mucho las obras, entre otras, de Victoria Iranzo, Núria Rodríguez, José Luis Cremades (Still life, 2021, primer accésit), Álvaro Porras Soriano (sensacional el título de su fabulación pictórica: A través de los pinos o eso que queremos quitarnos), Mery Sales, Nico Munuera, Sergio Barrera (Rhizomes/violaceous), 2022, segundo accésit) y Carolina Ferrer (de la serie El lugar de la espera).

Ya son las once. Por Doctor Josep Joan Dómine, enfrente mismo del Puerto, y luego por una encrucijada de calles populares con escaso tráfico (ese es un aspecto grato del barrio), llego a Casa Guillermo: las mejores anchoas de la ciudad. Pido dos y una cerveza. Sublime aperitivo en el corazón del Cabanyal. Paso por un clásico, Bodega Montaña: a esa hora, son las once y media, está cerrada. Toca regresar. Desde la estación «Mari-Trini se reía» a la de Colón, son poco más de diez minutos. En la librería París-Valencia del Parterre compro la biografía de Wittgenstein (RBA, 2019). Entre los grandes filósofos, es, con Nietzsche y Karl Popper, al que mejor entiendo, el más accesible para mí en su terminología. Sus aforismos son deslumbrantes: «Los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo». Compro también, para regalar a un amigo cinéfilo, Actrices en perspectiva (Carles Ezquerra, editado por S*N en 2008, con semblanzas de Pier Angeli, Carroll Baker, Claire Bloom, Scarlett Johansson, Silvia Koscina, Ann Margret, Luciana Paluzzi, Kim Novak…)
De París-Valencia a La Nau. Dos minutos de paseo ciudadano. La Col.lecció Martínez Guerricabeitia nos ofrece, en la sala que lleva su nombre, una excelente colectiva: José Martínez-Medina i la innovació artística a València, con obras de Equipo Crónica, Michavila, Anzo, Yturralde, Salvador Soria, Javier Calvo, Artur Heras…

Regreso a Mislata, de nuevo con el Metro. Hojeo otra vez Personas tóxicas: leo el capítulo (breve) titulado ¿Por qué un narcisista no cambiará jamás? Respuesta evidente: si van al psicólogo, harán gala de su superioridad y la consulta con el especialista no servirá para nada.

A la una y media en casa. Una mañana maravillosa. Alguien podrá decir: «Clar, amb diners, torrons». Equivocada conclusión. Yo no necesito, para sentirme a gusto conmigo mismo, tener relojes con diamantes –la gran horterada- y yates y aviones privados como los que exhiben Ronaldo, Messi o Sergio Ramos (los duros agravios comparativos, tan ofensivos, serán la muerte del capitalismo). Mis placeres son más accesibles y culturalmente enriquecedores. Disponer de una mañana libre y disfrutar con el Cabanyal, el arte, las anchoas, los libros y el Metro (sí, yo disfruto con el Metro, tan rápido, puntual y económico). Hago cuentas. Subir tres veces al Metro: 1,65 euros en total. La entrada a las Atarazanas, gratis. Las anchoas y la cerveza en Casa Guillermo, 8 euros. La biografía de Wittgenstein, 2,50 euros. Actrices en perspectiva, 1 euro. La entrada a La Nau, gratis. En total, 13,15 euros.
En estos días finales de 2022 me reafirmaré con los versos de Walt Whitman: «Valora la belleza de las cosas simples / Víve tu vida intensamente, sin mediocridad». Y sin relojes valorados en un millón de euros. ¡Quina preocupació!
LA COLUMNA ABIERTA de Rafa Marí
«Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde”
Jaime Gil de Biedma

Durante los dos últimos años, el periodista cultural Rafa Marí ha venido publicando en este espacio de Valencia City sus crónicas sobre cine, primero como Diario de un cinéfilo, y posteriormente bajo el título Desde el sillón de mi casa… en Mislata. Han sido dos años de divertidas y originales digresiones sobre su gran pasión, el cine, pero ahora toca explorar nuevos territorios, renovar una fructífera colaboración, una columna abierta.
En ajedrez, otra de las inteligentes actividades de Rafa Marí, una columna abierta es una columna sin peones; en el periodismo, una columna abierta es una columna donde puede reflexionarse sobre el precio de las cosas, la alta cocina, un libro, una película o los amores de Isabel Pantoja.
Pese a ser un periodista tardío, Rafa Marí (Valencia, 1945) ha tenido tiempo para trabajar en muchos medios de comunicación: Cartelera Turia, Cal Dir, Valencia Semanal, cartelera Qué y Donde, Noticias al día, Papers de la Conselleria de Cultura, Levante-EMV, El Hype… Siempre en las páginas de cultura. En 1984 se incorporó a la redacción de Las Provincias, diario donde actualmente ejerce su activismo como gran comentarista.
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