Valencia reivindica la obra y la vigencia de Concha Piquer
El Ayuntamiento abre una exposición sobre la cantante valenciana, basada en el cómic Doña Concha. La rosa y la espina, que podrá verse hasta el 11 de junio
De niña prodigio de la copla a empresaria que hablaba inglés y daba trabajo a decenas de trabajadores, Concha Piquer no cambió sus letras bajo el franquismo, que al mismo tiempo la multaba por cantar Ojos Verdes y se aprovechaba de su éxito para adueñarse de un género popular. Ahora, una exposición del Ayuntamiento de Valencia «pone freno» a quienes la tacharon de «franquista», con un repaso a la figura de la Piquer a partir del cómic de Carla Berrocal.
Doña Concha. La Rosa y la espina es el título de esta obra, el hilo conductor de la muestra que acogerá hasta el 11 de junio la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia. La nieta de la artista, Concha Romero Márquez; la comisaria, Cristina Chumillas, la propia Berrocal y la concejala de Cultura, Glòria Tello, presentaron este recorrido por la vida de la artista.
A partir de las páginas del cómic de Berrocal, Chumillas ha construido en Doña Concha un recorrido por la vida de la Piquer que incluye fotos y trajes no expuestos antes, fragmentos de la película sonora que rodó en 1923, carteles, portadas y sus famosos baúles. Acompaña a la exposición un catálogo en el que, además de las aportaciones de expertos, Romero Márquez firma una carta a su abuela.
El cómic de Carla Berrocal acompaña al recorrido que repasa desde la partida hacia Nueva York cuando era niña, hasta el final de su carrera, en 1958. Incide particularmente en desmontar la imagen de «franquista» que se le impuso.
Chumillas ha destacado que, en todo su estudio, no ha encontrado ninguna declaración a favor ni en contra del régimen de Franco. Tampoco aceptó Piquer ninguna condecoración más que la calle que le dedicaron en Valencia.
De hecho, la comisaria ha lamentado que Concha Piquer «continúa siendo hoy en día prácticamente una desconocida» y se la asocia a «un género musical considerado rancio» por motivos ideológicos. Sin embargo, Chumillas insistió en que el hecho de que la cantante viviera y trabajara en España durante el franquismo, no quiere decir que se adhiriera a sus principios: Cada vez que cantaba Ojos Verdes, cuya letra se refiere a una prostituta, la multaban con 500 pesetas, como recordaba también el escritor Manuel Vicent es su libro Retrato de una mujer moderna (Alfaguara, 2020).
La comisaria ha recordado que «interpretaba coplas, que no eran otra cosa que canciones que alimentaban el gusto popular durante la larga posguerra». Sin embargo, la apropiación de las coplas por parte del franquismo derivó en que se considerara un «género muerto» tras la dictadura.
Aún en tiempos de Franco, este tipo de cante comenzó a decaer a partir de los 60, cuando comenzaron a llegar influencias de la música pop y la población lo entendía como «rancio». Antes, en los años 40 y 50, las coplas representaban la imagen de «ángel del hogar”»que la Sección Femenina imponía a las mujeres, algo de lo que Concha Piquer se mantuvo al margen.
Feminista… o no
La exposición realza el papel de mujer «fuerte, valiente y empoderada» de Concha Piquer, que en la España de la primera mitad del siglo era empresaria, fumaba y hablaba inglés. Sin embargo, el calificativo de «feminista», para Chumillas, es una revisión posterior, ya que considera probable que Piquer no fuera consciente de su posición.
Así, ha apuntado que «es posible que no fuera una mujer feminista, pero tanto su comportamiento respecto a cuestiones de género, a la homosexualidad y a su valía como profesional, teniendo en cuenta en todo momento su condición de mujer, se merecen esta exposición, apasionada como ella».
De hecho, Chumillas apuntó que no creía que Piquer «fuera consciente ni pensara que estaba siendo una mujer referente», ni tampoco diera relevancia al hecho de que su marido, Antonio Márquez Serrano, dejara su carrera de torero para trabajar para ella. «No creo que fuera consciente de lo que estaba consiguiendo».
Sin embargo, la comisaria ha destacado que en la actualidad existen unas «nuevas visiones de la copla», encarnadas en el cómic de Carla Berrocal o el podcast Ay Campaneras de Lidia García que «hacen que ahora la veamos de otra manera».
Por ejemplo, destacó las letras de autores como Rafael de León, que no podía ser abiertamente homosexual en la España franquista, pero que componía letras con «dobles lecturas»; o Miguel de Molina, que «cuando cantaba Ojos Verdes, le acusaban de sodomía».
También ha apuntado Chumillas que Piquer era una «privilegiada» en muchos sentidos: mientras que a De Molina se le acusaba de lo que en aquel entonces era un delito, ella podía cantar Ojos Verdes pagando una multa.
Doña Concha se exhibe está en la Sala de Exposiciones Municipal, a la que se accede por la calle Arzobispo Mayoral (la trasera del Ayuntamiento). Estará en cartel hasta el 11 de junio.
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