¿Cómo con­di­cio­na la ener­gía y la pre­sen­cia del ser humano la con­fi­gu­ra­ción de entor­nos natu­ra­les como la Albu­fe­ra de Valen­cia o de encla­ves urba­nos como el de Ciu­tat Vella? La Gale­ría Cua­tro de Valen­cia (C/ Nave, 25) aco­ge has­ta el pró­xi­mo 9 de diciem­bre la mues­tra Ener­gías de la hue­lla, de Vic­to­ria Cano, pin­to­ra y pro­fe­so­ra de Bellas Artes en la UPV.

En un reco­rri­do por dos espa­cios cla­ra­men­te dife­ren­cia­dos apo­ya­dos con ilu­mi­na­ción ultra­vio­le­ta, luz negra y luz cáli­da, la artis­ta pre­ten­de abrir al visi­tan­te los uni­ver­sos de ener­gía que deja el ser humano cuan­do suma su hue­lla, su pre­sen­cia y su pro­ta­go­nis­mo en el entorno que habi­ta. Así, las 48 pie­zas que com­po­nen la mues­tra abren al espec­ta­dor un torren­te de emo­cio­nes úni­co para cada per­so­na. En pala­bras de la artis­ta, “mis pro­duc­cio­nes per­si­guen que la tela des­apa­rez­ca para entrar en otro uni­ver­so, una ven­ta­na que cada per­so­na ve de for­ma dis­tin­ta por­que cada uno de noso­tros deja­mos una hue­lla y for­ma­mos un uni­ver­so dife­ren­cia­do”. 

Vic­to­ria Cano da un paso más en el esti­lo que defi­ne su tra­yec­to­ria como artis­ta, con el uso de fluo­res­cen­cias y fos­fo­res­cen­cias, inves­ti­ga­ción que lle­va desa­rro­llan­do des­de hace años, mate­ria­les nobles como el car­bo­run­do, ele­men­tos tras­lú­ci­dos, telas como el lino y refe­ren­tes ins­pi­ra­do­res como la flo­ra, el medio natu­ral, la luz dia­man­ti­na del Medi­te­rrá­neo y encla­ves iden­ti­fi­ca­bles como la Albu­fe­ra o Ciu­tat Vella. Aun­que el ver­da­de­ro pro­ta­go­nis­ta de la obra es el ser humano como tes­ti­go indi­rec­to de su pro­duc­ción y como artí­fi­ce de la ener­gía que con­vier­te en hue­lla y cuyo per­fil tras­to­ca todo con lo que inter­ac­túa.

“Cuan­do veo el mar veo per­fi­les de per­so­nas; mis cua­dros lle­van una par­te de las ener­gías inter­nas de cada indi­vi­duo y se eri­gen en via­je inte­rior de las per­so­nas apo­ya­das en la luz que pro­yec­to sobre ellas”. Cano expli­ca de esta mane­ra la pre­sen­cia de per­fi­les de ros­tros huma­nos inte­gra­dos en las for­mas de su obra. Son esen­cia que le apor­ta la cone­xión entre las per­so­nas con los entor­nos que ins­pi­ran su obra antro­po­mór­fi­ca. 

En la mis­ma línea, la hue­lla huma­na que pro­yec­tan sus cua­dros resi­de en la ener­gía, en la de la luz y en la de las tona­li­da­des lumí­ni­cas que recaen en los “uni­ver­sos” de su pro­duc­ción. “Sin ener­gía no hay hue­lla; no exis­te el color, sino la luz”, mati­za la artis­ta. 

Otro de los atrac­ti­vos de la mues­tra se apo­ya en una ins­ta­la­ción com­pues­ta por 15 libros. Con­fec­cio­na­dos a par­tir del mis­mo esti­lo lumí­ni­co, la mis­ma ener­gía y la mis­ma hue­lla, Vic­to­ria Cano recu­rre a mate­ria­les adi­cio­na­les como las trans­pa­ren­cias para for­mar una biblio­te­ca de pared cama­leó­ni­ca, capaz de trans­mi­tir las emo­cio­nes pro­pias de los libros des­de su pun­to de vis­ta más per­so­na­lis­ta. “Los libros trans­mi­ten la hue­lla de la per­so­na que no está”, refle­xio­na la tam­bién pro­fe­so­ra de Bellas Artes de la UPV. Asi­mis­mo, la artis­ta indi­ca que “los libros no des­apa­re­cen, se que­dan”.

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