Ruzafa se ha convertido en la referencia en Valencia de una moda que no para de crecer, y que a convertido al cap i casal en una referencia nacional en esta subcultura en la que hay mucho más de lo que parece.

La nue­va tien­da Reborn, en la calle de la Paz de Valen­cia.

Hubo car­te­les por toda Valen­cia para anun­ciar la aper­tu­ra. Cer­ve­za gra­tis y tres horas de djs en direc­to para los que se acer­ca­ron, y lue­go la fies­ta con­ti­nuó en la dis­co­te­ca Tor­men­to. Pare­ce exa­ge­ra­do para una tien­da de ape­nas 30 metros cua­dra­dos, pero la inau­gu­ra­ción de Jaleo en la calle Car­los Cer­ve­ra 38 de Ruza­fa —la enési­ma tien­da vin­ta­ge del barrio— fue más que eso. Es la cons­ta­ta­ción de lo que Ángel Díaz, el res­pon­sa­ble del local, lla­ma «la esce­na de vin­ta­ge». Razón no le fal­ta, esto va más allá de com­prar ropa de colo­res a buen pre­cio.

Aun­que es difí­cil nave­gar en entre dis­tin­tos con­cep­tos como vin­ta­ge, rewor­ked, segun­da mano, retro, reci­cling… pero todos los entre­vis­ta­dos para este repor­ta­je coin­ci­den en varias cosas. El pri­me­ro, que es difí­cil —casi impo­si­ble— esta­ble­cer cate­go­rías exce­si­va­men­te rígi­das, par­tien­do de la base de que todo es segun­da mano. Lo segun­do, que es mucho más que segun­da mano: lo que da valor a la pren­da es lo que ocu­rre des­de que apa­re­ce en el alma­cén has­ta que se expo­ne en una per­cha para la ven­ta al públi­co.

Lo que no está tan cla­ro es cuan­do se pue­de hablar con pro­pie­dad de vin­ta­ge, un tér­mino here­da­do del mun­do del dise­ño, es cuan­do la pren­da tie­ne al menos 20 años o es ante­rior al año 2000; otros, más puris­tas, van retra­san­do la fecha tope a los 90, los 80 y has­ta los 70. En el fon­do es lo de menos, lo que impor­ta es que que­de bien.

La empre­sa­ria Eva Ángel Ber­na­bé, que aca­ba de abrir su cuar­ta tien­da de su mar­ca Reborn.

Un cúmulo de explicaciones

La perio­dis­ta espe­cia­li­za­da en moda Eva Mon­te­si­nos, no se atre­ve a dar una úni­ca expli­ca­ción sobre el éxi­to de este tipo de pren­das en los últi­mos años, aun­que tam­bién recuer­da que «es lo que hacía­mos cuan­do era joven con mis ami­gas. Íba­mos al mer­ca­di­llo —creo que los mar­tes, cer­ca de Jeru­sa­lén— y bus­cá­ba­mos ropa anti­gua entre los mon­to­nes. Siem­pre apa­re­cía algo»

La perio­dis­ta se atre­ve a apor­tar algu­nas apor­tar para enten­der el fenó­meno, aun­que advier­te que la res­pues­ta es la suma de todas: «pue­de haber moti­vos de con­cien­cia­ción eco­ló­gi­ca, de recu­pe­rar pren­das vie­jas; tam­bién pue­de ser en que en un momen­to de cri­sis la gen­te opte por algo más bara­to. Pero no se pue­de olvi­dar que se encuen­tran pren­das muy intere­san­tes, en per­fec­to esta­do y a muy buen pre­cio». Eso sí, advier­te que no hay que con­fun­dir el vin­ta­ge con la segun­da mano. «Hay dife­ren­cia», expli­ca.

Par­te de esa expli­ca­ción la tie­ne Eva Ángel Ber­na­bé, que suma ya tres tien­das de este esti­lo: dos en Ruza­fa, una sobre la para­da del metro de Colón. Y la fami­lia Reborn —así se lla­ma su fir­ma— está a pun­to de cre­cer: des­pués del verano abri­rá una de tres plan­tas en la calle de la Paz. Eva, que el año pasa­do ganó el Pre­mio Mujer Pro­fe­sio­nal Autó­no­ma Cai­xa­Bank, es un fiel refle­jo de que es este mun­do, en el que los ama­teurs que alqui­lan un local y lo lle­nan de per­chas vie­jas no tie­ne mucho futu­ro.

Para empe­zar, detrás de su nego­cio, ade­más de subir­se a una ola —nada que cri­ti­car— hay con­cep­to que tras­cien­de la sim­ple ven­ta de ropa. Sus loca­les no son tien­das, son bou­ti­ques en toda regla, que nada tie­nen que envi­diar a la segun­da mano. «El vin­ta­ge es, tam­bién, un pro­ce­so que comien­za con defi­nir qué quie­res ven­der e inclu­so por­qué. Lue­go bus­cas bue­nos pro­vee­do­res, y empie­za el pro­ce­so de selec­ción de las pie­zas, de curar la colec­ción e inclu­so de inter­ve­nir en las pie­zas en nues­tros ate­liers para dar­les un nue­vo aspec­to, que es lo que se cono­ce como upcy­cling». Su equi­po inclu­ye esca­pa­ra­tis­tas, modis­tas, esti­lis­tas, foto­gra­fo y CM (para redes) ade­más de ven­de­do­ras. Está cla­ro que los loca­les de Riborn tie­nen mucho más de bou­ti­que que de tien­da de la esqui­na con ropa bara­ta.

Su for­ma de enten­der su empre­sa tam­bién evi­den­cia que detrás del vin­ta­ge, muchas veces se encuen­tra una filo­so­fía. «Yo tra­ba­jo sobre todo con muje­res por­que creo en la soro­ri­dad. Una vez a la sema­na desa­yu­na­mos jun­tas para hablar del pro­yec­to, tene­mos cla­ses de yogas, pro­cu­ro dar­les la mayor fle­xi­bi­li­dad hora­ria para que pue­dan empren­der otros pro­yec­tos per­so­na­les. Me gus­ta decir que la moda, ade­más de sos­te­ni­ble tie­ne que ser feliz».

La perio­dis­ta Eva Mon­te­si­nos expli­ca que bajo el nom­bre de ‘tien­da vin­ta­ge’ hay de todo. «Te pue­des encon­trar algu­nas como El Ves­ti­dor Vin­ta­ge, don­de son pren­das de fir­ma de hace algu­nas tem­po­ra­das y que sales ves­ti­da como una rei­na, y otras como Fla­min­gos, que está a dos­cien­tos metros, don­de se ven­den pren­das a kilo y se vis­te esa gen­te que le gus­tan los colo­ri­nes y la ropa tipo made in USA —me mira con con­des­cen­den­cia—. En algu­nas, por lo que tie­nen, la deco­ra­ción, cómo te tra­tan… no te das cuen­ta de qué tipo de tien­da es has­ta que te lo dicen; en otras, te atien­de una cho­ni de 18 años, que la pobre está en su pri­me­ra tra­ba­jo con más ganas que ofi­cio, sue­na regue­tón a toda pas­ti­lla y son de salir huyen­do».

Inte­rior de Jaleo, la últi­ma en lle­gar a Ruza­fa.

Las que dan primero… dan tres veces

Las pio­ne­ras de la moda vin­ta­ge en Ruza­fa son Emi­lia y Eli­sa, dos ruma­nas que son madre e hija, y que lle­van más de doce años en Espa­ña. Hace seis años ges­tio­na­ban un alma­cén de ropa, y nota­ron el auge de la ropa vin­ta­ge, así que abrie­ron la pri­me­ra tien­da: Aie­clé. El edi­fi­co en el que esta­ban ame­na­za­ba rui­na, pero su nego­cio no. Una sema­na antes que Ángel Díaz die­ra su fies­ta para pre­sen­tar Jaleo ellas abrie­ron su ter­ce­ra tie­ne en la esqui­na de Cuba con Azo­rín. Curio­sa­men­te, hace años allí la polé­mi­ca orga­ni­za­ción Huma­na tenía una tien­da de ropa ‘soli­da­ria’ de segun­da mano, cuan­do el tér­mino vin­ta­ge aún o se uti­li­za­ba

¿Abri­rán una cuar­ta tien­da? «Si encon­tra­mos algún local bueno, sí, pero fue­ra de Ruza­fa, aquí ya está un poco satu­ra­do». Eli­sa reco­no­ce que el nego­cio les va bien y que lo impor­tan­te no es abrir cuan­tos más pun­tos de ven­ta, mejor, sino «que cada tien­da ten­ga su pro­pia per­so­na­li­dad. Las nues­tras están en un radio de 300 metros y cada una ofre­ce cosas que no vas a encon­trar en las otras y la gama de pre­cios tam­po­co es la mis­ma».

Dis­tin­guir­se de la com­pe­ten­cia y dar per­so­na­li­dad a cada uno de los loca­les pro­pios es lo fun­da­men­tal, en eso coin­ci­den todos. De hecho, es lo que hace que los com­pra­do­res se ani­men a ir a visi­tar varios. Es habi­tual apos­tar por un pro­duc­to con­cre­to —los vaque­ros Levi’s o la ropa depor­ti­va, por ejem­plo— y lue­go ir estruc­tu­ran­do la ofer­ta en fun­ción de los gus­tos, lo que pide el mer­ca­do, las pre­fe­ren­cias de la clien­te­la…

¿Y cómo se con­si­gue la ropa? Aun­que se aso­cia mucho el vin­ta­ge a la ropa ame­ri­ca­na, lo cier­to es que son muy pocos los que tie­nen pro­vee­do­res en Esta­dos Uni­dos. «Traer un con­te­ne­dor des­de allí es muy caro por­que en los últi­mos años se han enca­re­ci­do mucho los por­tes, y ade­más hay mucha mer­ma: la mayo­ría de lo que lle­ga es inser­vi­ble», expli­ca Eva Ángel.

Ángel Díaz coin­ci­de con ella y aña­de que «casi todo lo que se ven­de vie­ne de Euro­pa, pero tam­bién hay que tener en cuen­ta que lo que la gen­te deja en un con­ten­dor en Ingla­te­rra, Fran­cia u Holan­da —paí­ses con un mayor nivel adqui­si­ti­vo— no tie­ne nada que ver con lo que tira­mos aquí».

Inte­rior de una de las tres tien­das de Aie­clé en Ruza­fa.

Una empresa… una forma de vida

Pero más allá de la pren­da, está la filo­so­fía. A veces se tra­ta de aho­rrar dine­ro, expli­ca Ángel Díaz, «por­que en una tien­da de mar­ca, con 300 euros te lle­vas cua­tro cosas, pero aquí te lle­nas un arma­rio. Pero no es solo eso. Fren­te a la uni­for­mi­dad que dan los Gap, Pri­mark, Zara… y demás fran­qui­cias que pue­des encon­trar en medio mun­do, aquí un cha­val con poco dine­ro pue­de encon­trar la ropa que le gus­ta y cons­truir su iden­ti­dad».

El due­ño de Jaleo tie­ne muy cla­ro a lo que se dedi­ca. Estu­dia una Inge­nie­ría Mecá­ni­ca, y se le nota en la soli­dez de su dis­cur­so. Con 16 años abrió su pri­me­ra tien­da con dos ami­gos y tras varias vici­si­tu­des deci­dió mon­tár­se­lo por su cuen­ta: duran­te la pan­de­mia se dedi­có a pen­sar has­ta el últi­mo deta­lle de Jaleo, que tras fun­cio­nar como web aho­ra tie­ne tien­da físi­ca. «Yo quie­ro dife­ren­ciar­me por el pre­cio, aquí las pren­das cues­tan son un poco más caras», expli­ca. Tam­bién son más difí­ci­les de encon­trar en otros loca­les. «Lo que te com­pras aquí», aña­de, «no lo va a lle­var nadie más». Más que la segun­da mano, lo que pesa es la exclu­si­vi­dad. Si ade­más es a buen pre­cio…

Para Díaz, el vin­ta­ge hay que ver­lo más en el con­tex­to de la ropa urba­na —pasan más des­aper­ci­bi­das, pero en Ruza­fa hay tien­das de refe­ren­cia en este seg­men­to como Five‑0 o Snea­ker Lane—, que a su vez es el refle­jo de una cul­tu­ra. Solo hay que ver los cua­dros que deco­ran su local para enten­der que hay algo más. El ejem­plo es Scrap­world, el fes­ti­val de fes­ti­val de Street­wear y cul­tu­ra urba­na que lle­va ya varios años en mar­cha y que este año se cele­bró el mayo. Tien­das, sí, pero tam­bién char­las, talle­res, expo­si­cio­nes, actua­cio­nes… todo orga­ni­za­do por el influen­cer ByCar­li­tos y patro­ci­na­do por fir­mas de la talla de Zalan­do, Pull&Bear, Lacos­te, FootLoc­ker, Red­bull, Mahou… Poca bro­ma.

En estos momen­tos, en las tres pri­me­ras man­za­nas de la calle Cádiz empe­zan­do por la Gran Vía hay seis tien­das de ropa vin­ta­ge, de las casi 20 que hay en el barrio. Todos se cono­cen y hablan bien unos de otros: hay más com­pe­ten­cia (sana) que riva­li­dad. La cifra supo­ne que en ese tra­mo hay más loca­les de este tipo que bares, que ya es decir para el lla­ma­do Soho de Valen­cia y, jun­to con El Car­men, don­de más loca­les dedi­ca­dos a este tema hay. La pre­sen­cia de esta moda es tal que en Kowals­ki (una tien­da de dis­cos, ropa, libros… muy molo­na), situa­da en la calle Denia (per­pen­di­cu­lar a Cádiz) tie­ne un car­tel en la puer­ta que dice «No tene­mos segun­da mano. No ‘Vin­ta­je». El que avi­sa no es trai­dor.

En Ruza­fa se con­cen­tran cer­ca de la mitad de las tien­das de vin­ta­ge que Goo­gle encuen­tra en Valen­cia, más inclu­so que en El Car­men: entre los dos barrios suman más del 80% de estos loca­les. No extra­ña pues que el cap i casal sea en estos momen­tos la refe­ren­cia en este sec­tor, muy por delan­te de Madrid, don­de está más orien­ta­do hacia el turis­ta que al local. El barrio empie­za a dar mues­tras de satu­ra­ción, pero el nego­cio no. Tie­ne toda una ciu­dad para seguir cre­cien­do.

Colas para asis­tir a la inau­gu­ra­ción de Vin­ta­ge Workshop de Reborn.

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