“Está buenísima, sabe como la de Alboraia”, afirman quienes prueban la nueva receta de la firma Panach, que se conserva durante más tiempo.

El formato envasado se convierte en el complemento perfecto para el ritual de reunirse al atardecer en el paseo marítimo de la Malvarrosa.

Toman­do Chu­fa­to­pía en el paseo de la Mal­va­rro­sa.

En el ecua­dor del verano, cuan­do julio se des­pi­de y agos­to se avis­ta en el hori­zon­te, solo que­da un con­sue­lo: las noches a la fres­ca. Pocas cosas hay más valen­cia­nas que salir a la calle, para reu­nir­se con los veci­nos, cuan­do la tem­pe­ra­tu­ra va cedien­do gra­dos. No es algo exclu­si­vo de la Comu­ni­dad Valen­cia­na, se prac­ti­ca en muchos otros pue­blos de Espa­ña, don­de miles de per­so­nas pos­tran una silla en la puer­ta de su casa o toman posi­cio­nes en los ban­cos de los paseos marí­ti­mos ‑si tie­nen la suer­te de vivir fren­te a la ori­­lla-. El ritual se tor­na más ape­te­ci­ble si se acom­pa­ña de pipas o un boca­ta, y aho­ra tam­bién de una hor­cha­ta. No hay que espe­rar a visi­tar un esta­ble­ci­mien­to de Albo­raia para dis­fru­tar del sabor de esta bebi­da: Xufa­to­pía By Panach nos lo pone muy fácil.

Xufa­to­pía a la fres­ca.

La nue­va mar­ca de Panach per­mi­te su con­su­mo en casa, o fue­ra de ella, gra­cias a una fór­mu­la que resis­te al enva­sa­do y la neve­ra, sin renun­ciar ni a la fres­cu­ra ni al sabor. Esto hace de Xufa­to­pía By Panach la madre de todas las hor­cha­tas, con una fór­mu­la y una rece­ta codi­cia­da por todas las mar­cas de super­mer­ca­do, por­que no solo garan­ti­za el sabor de toda la vida, sino una mayor prac­ti­ci­dad para con­su­mir­la en cual­quier momen­to.

Un paseo por la pla­ya de la Mal­va­rro­sa al atar­de­cer per­mi­te obser­var a varios gru­pos de veci­nos que acep­tan, gus­to­sos, una hor­cha­ta de Xufa­to­pía By Panach. “Está bue­ní­si­ma, sabe como la de Albo­raia”, dice Vicent. Mues­tra una amplia son­ri­sa, pero tam­bién lan­za algu­nas pre­gun­tas, empe­zan­do por si se tra­ta de hor­cha­ta natu­ral. Y es que el sabor deja lugar a dudas. Las mejo­res carac­te­rís­ti­cas orga­no­lép­ti­cas se con­ser­van en esta bote­lla, gra­cias al lar­go pro­ce­so de I+D lle­va­do a cabo por la empre­sa valen­cia­na, que al mis­mo tiem­po es una fir­ma arte­sa­na de toda la vida. De hecho, la mayo­ría de tran­seún­tes de este paseo la cono­cen bien, y la recuer­dan con afec­to. Algu­nos se remon­tan a la infan­cia, cuan­do visi­ta­ban la hor­cha­te­ría que toda­vía hoy se encuen­tra en el cen­tro de Albo­raia, tras pasar de gene­ra­ción en gene­ra­ción. José Ramón Panach es el actual pro­pie­ta­rio.

Jugan­do a las car­tas con una refres­can­te Xufa­to­pía.

Vicent, Agus­tín y Vicen­ta están toman­do el aire fren­te a sus casas, a tiro de pie­dra de la Pata­co­na, que cons­ti­tu­ye una pla­ya muy popu­lar entre los valen­cia­nos. Son veci­nos del Marí­tim, pero tam­bién de Albo­raia. Esa doble con­di­ción les hace bue­nos jue­ces de la hor­cha­ta, bebi­da que les ha acom­pa­ña­do des­de peque­ños, y lo cier­to es que afir­man que la de Panach “es la mejor y está muy bue­na”. La enva­sa­da de Xufa­to­pía “sabe casi igual”, corro­bo­ra Vicent. “A mí dame tam­bién, aun­que ten­go azú­car”, comen­ta risue­ño Agus­tín. “Somos mucho de venir a la pla­ya, tam­bién en invierno. Es un lujo vivir aquí”, expli­ca Vicen­ta, quien cuen­ta que se lle­van la cena pre­pa­ra­da de casa. A par­tir de aho­ra, tal vez hagan lo pro­pio con esta bebi­da, en bote­lla de cris­tal de 750 o enva­se de 230 ml.

La máxi­ma se repi­te en casi todos los valen­cia­nos que salen a tomar la fres­ca jun­to al mar. Aun­que su lugar de naci­mien­to se encuen­tre lejos ‑con­cre­ta­men­te a 8.817 kiló­me­tros, la dis­tan­cia que sepa­ra Boli­via de España‑, Fer­nan­do y Nelly han adop­ta­do las bue­nas cos­tum­bres de la terre­ta. Es por ello que jue­gan a las car­tas en un ban­co, situa­do jun­to a los chi­rin­gui­tos, aun­que se han lle­va­do cena y un par de tum­bo­nas para más tar­de. “Él está recién lle­ga­do de Boli­via, pero le encan­ta la hor­cha­ta”, dice Nelly de su mari­do, que se apre­su­ra a pro­bar Xufa­to­pía. Son­ríe, y el dic­ta­men es cla­ro: “Está bue­ní­si­ma”.

Un envase nacido de la investigación

La mejor com­pa­ñía para este calu­ro­so verano.

Los nue­vos enva­ses se pue­den lle­var a la pla­ya o a estas cenas a la fres­ca por­que, gra­cias al I+D, los maes­tros hor­cha­te­ros de Panach des­cu­brie­ron que enva­sar al vacío y sin oxí­geno per­mi­tía ampliar la fecha de cadu­ci­dad. Así, pasa de man­te­ner­se cin­co días a todo un mes, siem­pre que no se rom­pa la cade­na del frío. Y ade­más, lo hace con el sabor ade­cua­do, ese que recuer­dan Vicent o Agus­tín, o con el que tam­bién ha cre­ci­do Nuria, quien acu­de a la pla­ya con su mari­do, Enri­que, su hijo y sus padres, José y Lidia. Por­que si algo tie­ne la hor­cha­ta es que se tra­ta de una bebi­da total­men­te inter­ge­ne­ra­cio­nal, que gus­ta por igual a mayo­res y jóve­nes, a las fami­lias del paseo o a los gru­pos ado­les­cen­tes que mien­dan en la are­na. Entre todos tie­ne cabi­da, y más aho­ra, Xufa­to­pia by Panach.

A las mascotas también les encanta la Chufatopía.

A las mas­co­tas tam­bién les encan­ta la Chu­fa­to­pía.

Pero el gru­po que reci­be con mejor áni­mo la hor­cha­ta es el de Cindy. Cindy no es una per­so­na, sino un bichón mal­tés de pelo blan­co, con un cole­te­ro rosa, que acep­ta de buen gra­do el sor­bi­to de Xufa­to­pía By Panach ofre­ci­do por su due­ña, una risue­ña Car­men, que se des­cu­bre como “orgu­llo­sa naci­da en la Mal­va­rro­sa”. En este gru­po, es José de Alba quien hace las pre­sen­ta­cio­nes de los miem­bros, aña­dien­do siem­pre cuán­to cues­ta el cha­let en el que viven, a pie de pla­ya. De uno de sus ami­gos dice que vive en una casa “a la que se sube por una esca­le­ra con cuer­das”, lo que no le impi­de lle­var­se un par de hor­cha­tas a casa. “A ver cómo las subes”, le pre­gun­ta entre car­ca­ja­das su ami­go. “Nos gus­ta mucho salir aquí, y nos encan­ta la hor­cha­ta por­que somos de la zona, así que nos vie­ne estu­pen­da­men­te el enva­se”, indi­ca otra de las veci­nas sobre Xufa­to­pía.

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