Hace unas sema­nas se inau­gu­ró con amplia cober­tu­ra mediá­ti­ca y el abra­zo de la  crí­ti­ca espe­cia­li­za­da y de la  fau­na artís­ti­ca local la expo­si­ción En trán­si­to, que mar­ca  el ini­cio de una nue­va eta­pa  en el IVAM y que supo­ne la  pre­sen­ta­ción del pro­yec­to  de su direc­tor, José miguel G. Cor­tés.

La expo­si­ción está con­for­ma­da por casi sesen­ta obras per­te­ne­cien­tes a los fon­dos del IVAM, entre  foto­gra­fías, dibu­jos, cua­dros, escul­tu­ras, ins­ta­la­cio­nes y vídeos. Se tra­ta de una expo­si­ción con mucha teo­ría y mucha metá­fo­ra, “una pro­pues­ta que no sólo  pre­ten­de des­cri­bir una situa­ción, sino que pone el foco  en el pro­ce­so que con­du­ce al cam­bio, a la muta­ción, a la reno­va­ción”.

La expo­si­ción es fiel refle­jo de la situa­ción actual del IVAM  que “comien­za una eta­pa dife­ren­te, abier­ta a nue­vos pai­sa­jes, iden­ti­da­des, posi­bi­li­da­des y expe­rien­cias”, como seña­la el pro­pio museo en su comu­ni­ca­do de pren­sa.

No quie­ro can­sar las neu­ro­nas del lec­tor, ni las mías pro­pias, con mis errá­ti­cas ten­ta­ti­vas de expli­car la doc­tri­na de esta ambi­cio­sa pro­pues­ta expo­si­ti­va, por­que ade­más carez­co de la titu­la­ción aca­dé­mi­ca  nece­sa­ria para hacer­lo, mi coefi­cien­te inte­lec­tual no  está a la altu­ra del dis­cur­so teó­ri­co de la con­tem­po­ra­nei­dad y estoy escri­bien­do  en una ama­ble y lige­ra publi­ca­ción don­de se con­sul­tan  res­tau­ran­tes para comer y tien­das para com­prar.

Pero sí quie­ro invi­tar al lec­tor a que visi­te la expo­si­ción, que  ocu­pa aho­ra la sala cen­tral  del IVAM, para que saque sus pro­pias con­clu­sio­nes o se que­de con la boca abier­ta como un pez de colo­res  en su pece­ra… Al mar­gen de  las dis­qui­si­cio­nes teó­ri­cas  que pue­den ser­vir de guía de  lec­tu­ra o de orna­men­to para la expo­si­ción, tan sólo diré que En trán­si­to se ha hecho una selec­ción de obras muy  sig­ni­fi­ca­ti­vas de los fon­dos del pro­pio museo.

Tam­bién  están repre­sen­ta­dos algu­nos de los gran­des  nom­bres con mayús­cu­la y negri­ta  del arte con­tem­po­rá­neo: Richard Serra, Gor­don Mat­ta­clark , Robert Smith­son,  Dara Birn­baum, Gary hill, Ser­ge Spitzer, Gil­ber­to Zorio o Reiner Ruthen­beck. Entre los nati­vos de la penín­su­la  y de estas tie­rras levan­ti­nas figu­ranÁnge­les Mar­có, Cris­ti­na Igle­sias, Juan Muñoz,  José maría ytu­rral­de, Juan  Geno­vés o Miquel Nava­rro.

No hay nin­gún modis­to, ni nin­gún pelu­que­ro. Como no ten­go una opi­nión for­ma­da  y con­sis­ten­te sobre los derro­te­ros actua­les del arte con­tem­po­rá­neo, la expo­si­ción del IVAM me ha lle­va­do a inte­re­sar­me por lo que dicen algu­nas rele­van­tes per­so­na­li­da­des cul­tu­ra­les. Pero no des­de el ámbi­to de la teo­ría y de la crí­ti­ca, cuya pala­bre­ría esdrú­ju­la y car­ga­da de subor­di­na­das y pre­fi­jos no entien­do y me abu­rre, sino des­de el más entre­te­ni­do de la fic­ción. Como si fue­sen unas opo­si­cio­nes, en estos últi­mos días me he tra­ga­do tres libros muy reco­men­da­bles que tra­tan de for­ma direc­ta o tan­gen­cial sobre  arte con­tem­po­rá­neo. El pri­me­ro no es exac­ta­men­te una nove­la, sino más bien una  repor­ta­je perio­dís­ti­co nove­la­do: En el diver­ti­do Kas­sel  no invi­ta a la Lógi­ca, Enri­que Vila-Matas cuen­ta su expe­rien­cia  como escri­tor invi­ta­do e ins­ta­la­ción vivien­te en la tre­cea­va edi­ción de la Docu­men­ta de Kas­sel, que se cele­bró en 2012.  Con su habi­tual sen­ti­do de la iro­nía, Vila- Matas repa­sa las curio­sas y ori­gi­na­les pro­pues­tas de la Docu­men­ta 13 y refle­xio­na sobre las muy diver­sas mani­fes­ta­cio­nes y orien­ta­cio­nes del arte con­tem­po­rá­neo actual. Un libro tan diver­ti­do como didác­ti­co para quie­nes aún no aca­ban de enten­der a : Mar­cel Duchamp, Joseph  Beuysy su legión de pos­te­rio­res imi­ta­do­res. Aun­que el  arte con­tem­po­rá­neo no es  el tema cen­tral tam­bién qui­sie­ra reco­men­dar la diver­ti­da  nove­la Bloody Mia­mi, en la  que el siem­pre corro­si­vo Tom  Wol­fe­se sir­ve de la cele­bra­ción de la exclu­si­va feria Art Basel de Mia­mi para rea­li­zar  una sáti­ra feroz del mun­di­llo  artís­ti­co actual con sus artis­tas, colec­cio­nis­tas, crí­ti­cos,  comi­sa­rios o gale­ris­tas, todo  ellos más preo­cu­pa­dos por la  espe­cu­la­ción eco­nó­mi­ca que por la esté­ti­ca, o por los fon­dos de inver­sión que por los museís­ti­cos.

Final­men­te, en El mun­do des­lum­bran­te, Siri Hust­vedt (la refi­na­da y exqui­si­ta mujer de Paul Aus­ter) retra­ta la esce­na artís­ti­ca de Nue­va York en los años 80 y denun­cia las mez­quin­da­des  de los habi­li­do­sos titi­ri­te­ros que mane­jan los hilos del mer­ca­do del arte. Tan­to la cró­ni­ca nove­la­da de Vila-matas  como las nove­las de Wol­fe y Hust­vedt son tres libros que  vie­nen muy bien para ejer­ci­tar  el apén­di­ce lin­güís­ti­co en los tiem­pos muer­tos (aho­ra cada vez más lar­gos) que se pro­du­cen entre cana­pé, cer­ve­za y cana­pé en  las inau­gu­ra­cio­nes de las expo­si­cio­nes artís­ti­cas de nues­tras gale­rías e  ins­ti­tu­cio­nes museís­ti­cas.

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