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Aun­que afor­tu­na­da­men­te a mí ya me que­da lejos, sigo leyen­do con inte­rés las noti­cias que apa­re­cen sobre el cóli­co del lac­tan­te: el bebé llo­ra y gri­ta duran­te al menos tres horas, tres días a la sema­na y más de tres meses. Como no se sabe la cau­sa, tam­po­co se cono­ce la cura y las teo­rías al res­pec­to son vario­pin­tas. La idea gene­ral es que cual­quier reme­dio que no entron­que con la lógi­ca y con la inte­gri­dad físi­ca, es váli­do por­que si los padres están tran­qui­los, trans­mi­ti­rán esa tran­qui­li­dad al bebé y el cóli­co se ate­nua­rá o, por lo menos, se hará más lle­va­de­ro. Vamos, que se vin­cu­la al esta­do de los padres, sobre todo, al de la madre. Pero la igual­dad tam­bién ha lle­ga­do a este asun­to. Menos mal. Un estu­dio holan­dés afir­ma que el padre con sín­to­mas de depre­sión tam­bién pue­de tener algo que ver. El 4,1% de los padres depri­mi­dos tuvie­ron niños que pasa­ron por el tran­ce del cóli­co infan­til. Total, que la cul­pa es nues­tra, pobres de noso­tros. Pero al menos aho­ra, es com­par­ti­da.
 

Aun­que afor­tu­na­da­men­te a mí ya me que­da lejos, sigo leyen­do con inte­rés las noti­cias que apa­re­cen sobre el cóli­co del lac­tan­te: el bebé llo­ra y gri­ta duran­te al menos tres horas, tres días a la sema­na y más de tres meses. Como no se sabe la cau­sa, tam­po­co se cono­ce la cura y las teo­rías al res­pec­to son vario­pin­tas. La idea gene­ral es que cual­quier reme­dio que no entron­que con la lógi­ca y con la inte­gri­dad físi­ca, es váli­do por­que si los padres están tran­qui­los, trans­mi­ti­rán esa tran­qui­li­dad al bebé y el cóli­co se ate­nua­rá o, por lo menos, se hará más lle­va­de­ro. Vamos, que se vin­cu­la al esta­do de los padres, sobre todo, al de la madre. Pero la igual­dad tam­bién ha lle­ga­do a este asun­to. Menos mal. Un estu­dio holan­dés afir­ma que el padre con sín­to­mas de depre­sión tam­bién pue­de tener algo que ver. El 4,1% de los padres depri­mi­dos tuvie­ron niños que pasa­ron por el tran­ce del cóli­co infan­til. Total, que la cul­pa es nues­tra, pobres de noso­tros. Pero al menos aho­ra, es com­par­ti­da.
 

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