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Es curio­so como los diri­gen­tes polí­ti­cos pue­den pasar, de afir­mar con total rotun­di­dad que nues­tro sis­te­ma finan­cie­ro es el mas sóli­do del mun­do, a fir­mar su acta de defun­ción por lo abul­ta­do de su ries­go res­pec­to a su capi­tal, en cues­tión de un par de años.

Y es que, todo apun­ta a que la mitad del sec­tor finan­cie­ro espa­ñol com­pues­to por las cajas de aho­rros, tie­ne los días con­ta­dos, tal y como lo cono­ce­mos y hemos cono­ci­do. Pri­me­ro fue­ron el FROB y los SIP, aho­ra su trans­for­ma­ción en ban­cos y su coti­za­ción en bol­sa. Es decir, lo que se nega­ban a admi­tir unos y otros (polí­ti­cos regio­na­les, loca­les y cen­tra­les, inclui­dos los geri­fal­tes del Ban­co de Espa­ña), a aca­ba­do impo­nién­do­se por el inexo­ra­ble man­da­to del “mer­ca­do”, y mas con­cre­ta­men­te por los inver­so­res de cedu­las hipo­te­ca­rias, bonos y paga­rés, y los poten­cia­les inver­so­res en accio­nes de los ban­cos de las SIP.

Y ¿que se nega­ba y ocul­ta­ba?, pues que los acti­vos inmo­bi­lia­rios que garan­ti­zan los cré­di­tos hipo­te­ca­rios han per­di­do y están per­dien­do valor a mar­chas for­za­das por el hun­di­mien­to del mer­ca­do, y que los impa­gos cre­cen como la espu­ma, lo cual esta con­su­mien­do todo el capi­tal y las reser­vas acu­mu­la­das.

Y mien­tras la nave se hun­día, se apun­ta­la­ban los pre­cios de sola­res y vivien­das en un vano inten­to de achi­car el des­co­mu­nal torren­te de moro­si­dad par­ti­cu­lar y mor­tan­dad empre­sa­rial. Todo ello, con la aquies­cen­cia de la otro­ra todo­po­de­ro­sa maqui­na­ria de la poli­cía finan­cie­ra, que era la ins­pec­ción del Ban­co de Espa­ña.

Pues bien, las cosas son como son, y no como qui­sié­ra­mos que fue­ran, y nos toca hacer con retra­so, lo que otros paí­ses mas rigu­ro­sos hicie­ron hace dos años y pico; hay que valo­rar los acti­vos a su ver­da­de­ro valor, es decir al de mer­ca­do actual, no al de enton­ces, y asu­mir que todo lo demás son pér­di­das, y si las cajas no tie­nen accio­nis­tas para repo­ner capi­tal, hay que bus­car­los, y estos que­rrán man­dar, como es lógi­co y nor­mal.

Con­se­cuen­cia inelu­di­ble: adiós al mode­lo de las Cajas de Aho­rros cono­ci­do. ¿El futu­ro? Me atre­vo a pen­sar que la ley del pén­du­lo nos depa­ra un futu­ro para la mitad del nego­cio ban­ca­rio de nues­tro país, pla­ga­do de com­pe­ti­do­res forá­neos. El hun­di­mien­to del mode­lo de las cajas por la negli­gen­cia y nepo­tis­mo loca­lis­ta, ha crea­do el cal­do de cul­ti­vo pro­pi­cio para que la ban­ca cen­tro­euro­pea (ale­ma­na, fran­ce­sa y neer­lan­de­sa espe­cial­men­te) se haga con la par­te del pas­tel que nun­ca con­si­guie­ron de nues­tro mer­ca­do. No olvi­de­mos que son los prin­ci­pa­les acree­do­res de nues­tras cajas de aho­rros, y que hay que devol­ver­les un dine­ro que no está ni se le espe­ra.

Pues si lo ante­rior sir­ve para que flu­ya de nue­vo el cré­di­to y flo­rez­can comer­cios e indus­trias, bien­ve­ni­dos sean los acree­do­res de las cajas y sus nue­vos pro­pie­ta­rios por todos los que sufri­mos las con­se­cuen­cias del actual esta­do de cosas.
 

Es curio­so como los diri­gen­tes polí­ti­cos pue­den pasar, de afir­mar con total rotun­di­dad que nues­tro sis­te­ma finan­cie­ro es el mas sóli­do del mun­do, a fir­mar su acta de defun­ción por lo abul­ta­do de su ries­go res­pec­to a su capi­tal, en cues­tión de un par de años.

Y es que, todo apun­ta a que la mitad del sec­tor finan­cie­ro espa­ñol com­pues­to por las cajas de aho­rros, tie­ne los días con­ta­dos, tal y como lo cono­ce­mos y hemos cono­ci­do. Pri­me­ro fue­ron el FROB y los SIP, aho­ra su trans­for­ma­ción en ban­cos y su coti­za­ción en bol­sa. Es decir, lo que se nega­ban a admi­tir unos y otros (polí­ti­cos regio­na­les, loca­les y cen­tra­les, inclui­dos los geri­fal­tes del Ban­co de Espa­ña), a aca­ba­do impo­nién­do­se por el inexo­ra­ble man­da­to del “mer­ca­do”, y mas con­cre­ta­men­te por los inver­so­res de cedu­las hipo­te­ca­rias, bonos y paga­rés, y los poten­cia­les inver­so­res en accio­nes de los ban­cos de las SIP.

Y ¿que se nega­ba y ocul­ta­ba?, pues que los acti­vos inmo­bi­lia­rios que garan­ti­zan los cré­di­tos hipo­te­ca­rios han per­di­do y están per­dien­do valor a mar­chas for­za­das por el hun­di­mien­to del mer­ca­do, y que los impa­gos cre­cen como la espu­ma, lo cual esta con­su­mien­do todo el capi­tal y las reser­vas acu­mu­la­das.

Y mien­tras la nave se hun­día, se apun­ta­la­ban los pre­cios de sola­res y vivien­das en un vano inten­to de achi­car el des­co­mu­nal torren­te de moro­si­dad par­ti­cu­lar y mor­tan­dad empre­sa­rial. Todo ello, con la aquies­cen­cia de la otro­ra todo­po­de­ro­sa maqui­na­ria de la poli­cía finan­cie­ra, que era la ins­pec­ción del Ban­co de Espa­ña.

Pues bien, las cosas son como son, y no como qui­sié­ra­mos que fue­ran, y nos toca hacer con retra­so, lo que otros paí­ses mas rigu­ro­sos hicie­ron hace dos años y pico; hay que valo­rar los acti­vos a su ver­da­de­ro valor, es decir al de mer­ca­do actual, no al de enton­ces, y asu­mir que todo lo demás son pér­di­das, y si las cajas no tie­nen accio­nis­tas para repo­ner capi­tal, hay que bus­car­los, y estos que­rrán man­dar, como es lógi­co y nor­mal.

Con­se­cuen­cia inelu­di­ble: adiós al mode­lo de las Cajas de Aho­rros cono­ci­do. ¿El futu­ro? Me atre­vo a pen­sar que la ley del pén­du­lo nos depa­ra un futu­ro para la mitad del nego­cio ban­ca­rio de nues­tro país, pla­ga­do de com­pe­ti­do­res forá­neos. El hun­di­mien­to del mode­lo de las cajas por la negli­gen­cia y nepo­tis­mo loca­lis­ta, ha crea­do el cal­do de cul­ti­vo pro­pi­cio para que la ban­ca cen­tro­euro­pea (ale­ma­na, fran­ce­sa y neer­lan­de­sa espe­cial­men­te) se haga con la par­te del pas­tel que nun­ca con­si­guie­ron de nues­tro mer­ca­do. No olvi­de­mos que son los prin­ci­pa­les acree­do­res de nues­tras cajas de aho­rros, y que hay que devol­ver­les un dine­ro que no está ni se le espe­ra.

Pues si lo ante­rior sir­ve para que flu­ya de nue­vo el cré­di­to y flo­rez­can comer­cios e indus­trias, bien­ve­ni­dos sean los acree­do­res de las cajas y sus nue­vos pro­pie­ta­rios por todos los que sufri­mos las con­se­cuen­cias del actual esta­do de cosas.
 

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