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¿Tiem­pos difí­ci­les para el inte­rio­ris­mo? Todo el mun­do tie­ne cier­ta sen­si­bi­li­dad o inte­rés por cui­dar el inte­rior de su vivien­da o de su empre­sa, y esto se ha desa­rro­lla­do has­ta lle­gar a un momen­to actual en que el clien­te poten­cial está satu­ra­do. Hay empre­sas que nece­si­tan un reci­cla­je, pero no un cam­bio total, por­que no care­cen de dise­ño. El inte­rio­ris­ta ha de jugar un papel impor­tan­te para crear espa­cios don­de los mate­ria­les sean eco­nó­mi­ca­men­te acce­si­ble y reci­cla­bles, don­de la sos­te­ni­bi­li­dad sea impor­tan­te.

¿Que­da atrás una eta­pa de con­fu­sión con el lujo y la osten­ta­ción? Al inte­rio­ris­mo se le lla­ma lujo cuan­do se abu­sa de él, cuan­do se hace sin medi­da. Te tie­nes que encon­trar a gus­to en casa, bus­car a la per­so­na que te cree ese entorno agra­da­ble, igual que bus­cas a un fisio­te­ra­peu­ta. Cuan­do este entorno se crea con áni­mo de impre­sio­nar, sí que me pare­ce osten­to­so.

¿El buen gus­to es el prin­ci­pal valor de un inte­rio­ris­ta? El inte­rio­ris­ta tie­ne que ser prin­ci­pal­men­te un téc­ni­co. Hay mucha filo­so­fía sobre la esté­ti­ca, la exqui­si­tez, sobre el inte­rio­ris­ta que adi­vi­na y ana­li­za. Es intere­san­te, pero al final es una per­so­na que mate­ria­li­za los deseos de otra, que muchas veces son capri­cho­sos y otras, autén­ti­cas nece­si­da­des comer­cia­les

¿Debe tener mucha capa­ci­dad para mime­ti­zar los deseos del clien­te? Si, aun­que a veces nos cree­mos una ima­gen equi­vo­ca­da de algún clien­te, pero tene­mos la capa­ci­dad de recon­du­cir las cosas en el trans­cur­so de la obra. No pue­des cono­cer el encar­go total­men­te has­ta que no has cono­ci­do a la per­so­na o a la empre­sa que te lo hace.

¿Cómo se sos­la­ya el ries­go de la uni­for­mi­dad? Antes no suce­día tan­to, pero aho­ra la gen­te está influen­cia­da total­men­te por las revis­tas, que son todas lo mis­mo. Ves una revis­ta ingle­sa, una fran­ce­sa, una ita­lia­na y una espa­ño­la, y en todas están los mis­mos mue­bles y los mis­mos espa­cios. Eso es pro­duc­to de la glo­ba­li­za­ción, del mes­ti­za­je, que ha hecho que todo se uni­fi­que.

¿Valen­cia es una poten­cia en inte­rio­ris­mo? Sí, y en eso tie­ne mucho que ver el Cole­gio de Dise­ña­do­res de Inte­rio­res, que ha con­tri­bui­do a que los inte­rio­ris­tas valen­cia­nos ten­gan una posi­ción impor­tan­te en el con­jun­to nacio­nal. En este momen­to es el pri­mer cole­gio en toda Espa­ña en acti­vi­da­des y en recur­sos pro­fe­sio­na­les.

¿Usted se defi­ni­ría como un inte­rio­ris­ta sobrio?  Todo lo que hago quie­ro que se reco­noz­ca y reco­no­cer­lo como pro­pio, aun­que eso me haga menos ver­sá­til. Ten­go una per­so­na­li­dad muy acu­sa­da en cuan­to al inte­rio­ris­mo. Todo ha de poseer ese sello de aus­te­ri­dad, sobrie­dad, for­ma­lis­mo.

¿Tres obras de las que se sien­ta espe­cial­men­te orgu­llo­so? La pri­me­ra podría ser Las Cor­tes Valen­cia­nas, en su pri­me­ra pues­ta en esce­na, en el Pala­cio de Beni­car­ló. Otra sería el Hotel Valen­cia Pala­ce, que des­pués de 40 años fue el pri­mer cin­co estre­llas que se hizo en Valen­cia. El últi­mo pro­yec­to impor­tan­te ha sido el Hotel Soro­lla, y en la actua­li­dad esta­mos desa­rro­llan­do un tra­ba­jo muy intere­san­te en Croa­cia.

¿Tra­ba­ja más a gus­to para el mun­do pri­va­do o para las admi­nis­tra­cio­nes? En la admi­nis­tra­ción sue­len ser pro­yec­tos que com­par­tes con la arqui­tec­tu­ra, y en este momen­to la arqui­tec­tu­ra en la admi­nis­tra­ción tie­ne un nivel muy alto. Tra­ba­jar para la admi­nis­tra­ción como inte­rio­ris­ta es una goza­da, aun­que eso tam­bién es posi­ble en ini­cia­ti­vas pri­va­das como el Hos­pi­tal 9 de Octu­bre, en el que hici­mos todo el equi­pa­mien­to inte­rior sobre una arqui­tec­tu­ra impor­tan­te. Con el par­ti­cu­lar es más inti­mis­ta, más inme­dia­to. Cap­to la idea y lue­go en el estu­dio hil­va­na­mos ese per­fil y vamos dan­do pun­ta­das has­ta lograr lo que el clien­te nos pide.

Se habla de arqui­tec­tu­ra de inte­rio­res, pero uste­des no son arqui­tec­tos. Los estu­dios de inte­rio­ris­mo en este momen­to son mul­ti­dis­ci­pli­na­res y están lle­nos de arqui­tec­tos téc­ni­cos, arqui­tec­tos de gra­do supe­rior y de titu­la­dos en dise­ño de inte­rio­res, que en otro país serían arqui­tec­tos de inte­rio­res.

¿Es más difí­cil hacer buen inte­rio­ris­mo en un edi­fi­cio feo? Cada vez se da menos este caso. Tra­ba­ja­mos sobre espa­cios mejor cons­trui­dos, don­de el exte­rior te invi­ta a con­ti­nuar el inte­rior, aun­que hemos teni­do que hacer cosas muy extra­ñas, como cuan­do una bode­ga me encar­gó un salón de recep­cio­nes den­tro de una nave, de una caja de plan­cha. Fue un reto. La magia no exis­te y nos guia­mos por las posi­bi­li­da­des de cada espa­cio

¿La acti­vi­dad ferial ha con­tri­bui­do al desa­rro­llo del inte­rio­ris­mo en Valen­cia? En un momen­to deter­mi­na­do, las ferias fue­ron un motor del sec­tor. Con el tiem­po, se ha estan­da­ri­za­do. Los inte­rio­ris­tas han apor­ta­do y apor­tan a la ins­ti­tu­ción, como con el Con­gre­so de Arqui­tec­tu­ra Ibe­ro­ame­ri­ca­na, que ja orga­ni­za­do el Con­gre­so den­tro de la Feria del Hábi­tat.

¿De qué se nutre un inte­rio­ris­ta? Se nutre de sin­te­ti­zar y ana­li­zar las viven­cias, los recuer­dos, por­que las ten­den­cias son cícli­cas. Ha habi­do momen­tos de mue­ble rús­ti­co, pro­ven­zal, étni­co, mini­ma­lis­ta… A mi edad he pasa­do por esas ten­den­cias dos veces.

¿Usted es un inte­rio­ris­ta con sello de autor? Eso es lo que pre­ten­de­mos todos: ser auto­res. Sí, soy autor de las obras que hago, las for­mo y se me reco­no­ce por ellas.
¿Tiem­pos difí­ci­les para el inte­rio­ris­mo? Todo el mun­do tie­ne cier­ta sen­si­bi­li­dad o inte­rés por cui­dar el inte­rior de su vivien­da o de su empre­sa, y esto se ha desa­rro­lla­do has­ta lle­gar a un momen­to actual en que el clien­te poten­cial está satu­ra­do. Hay empre­sas que nece­si­tan un reci­cla­je, pero no un cam­bio total, por­que no care­cen de dise­ño. El inte­rio­ris­ta ha de jugar un papel impor­tan­te para crear espa­cios don­de los mate­ria­les sean eco­nó­mi­ca­men­te acce­si­ble y reci­cla­bles, don­de la sos­te­ni­bi­li­dad sea impor­tan­te.

¿Que­da atrás una eta­pa de con­fu­sión con el lujo y la osten­ta­ción? Al inte­rio­ris­mo se le lla­ma lujo cuan­do se abu­sa de él, cuan­do se hace sin medi­da. Te tie­nes que encon­trar a gus­to en casa, bus­car a la per­so­na que te cree ese entorno agra­da­ble, igual que bus­cas a un fisio­te­ra­peu­ta. Cuan­do este entorno se crea con áni­mo de impre­sio­nar, sí que me pare­ce osten­to­so.

¿El buen gus­to es el prin­ci­pal valor de un inte­rio­ris­ta? El inte­rio­ris­ta tie­ne que ser prin­ci­pal­men­te un téc­ni­co. Hay mucha filo­so­fía sobre la esté­ti­ca, la exqui­si­tez, sobre el inte­rio­ris­ta que adi­vi­na y ana­li­za. Es intere­san­te, pero al final es una per­so­na que mate­ria­li­za los deseos de otra, que muchas veces son capri­cho­sos y otras, autén­ti­cas nece­si­da­des comer­cia­les

¿Debe tener mucha capa­ci­dad para mime­ti­zar los deseos del clien­te? Si, aun­que a veces nos cree­mos una ima­gen equi­vo­ca­da de algún clien­te, pero tene­mos la capa­ci­dad de recon­du­cir las cosas en el trans­cur­so de la obra. No pue­des cono­cer el encar­go total­men­te has­ta que no has cono­ci­do a la per­so­na o a la empre­sa que te lo hace.

¿Cómo se sos­la­ya el ries­go de la uni­for­mi­dad? Antes no suce­día tan­to, pero aho­ra la gen­te está influen­cia­da total­men­te por las revis­tas, que son todas lo mis­mo. Ves una revis­ta ingle­sa, una fran­ce­sa, una ita­lia­na y una espa­ño­la, y en todas están los mis­mos mue­bles y los mis­mos espa­cios. Eso es pro­duc­to de la glo­ba­li­za­ción, del mes­ti­za­je, que ha hecho que todo se uni­fi­que.

¿Valen­cia es una poten­cia en inte­rio­ris­mo? Sí, y en eso tie­ne mucho que ver el Cole­gio de Dise­ña­do­res de Inte­rio­res, que ha con­tri­bui­do a que los inte­rio­ris­tas valen­cia­nos ten­gan una posi­ción impor­tan­te en el con­jun­to nacio­nal. En este momen­to es el pri­mer cole­gio en toda Espa­ña en acti­vi­da­des y en recur­sos pro­fe­sio­na­les.

¿Usted se defi­ni­ría como un inte­rio­ris­ta sobrio?  Todo lo que hago quie­ro que se reco­noz­ca y reco­no­cer­lo como pro­pio, aun­que eso me haga menos ver­sá­til. Ten­go una per­so­na­li­dad muy acu­sa­da en cuan­to al inte­rio­ris­mo. Todo ha de poseer ese sello de aus­te­ri­dad, sobrie­dad, for­ma­lis­mo.

¿Tres obras de las que se sien­ta espe­cial­men­te orgu­llo­so? La pri­me­ra podría ser Las Cor­tes Valen­cia­nas, en su pri­me­ra pues­ta en esce­na, en el Pala­cio de Beni­car­ló. Otra sería el Hotel Valen­cia Pala­ce, que des­pués de 40 años fue el pri­mer cin­co estre­llas que se hizo en Valen­cia. El últi­mo pro­yec­to impor­tan­te ha sido el Hotel Soro­lla, y en la actua­li­dad esta­mos desa­rro­llan­do un tra­ba­jo muy intere­san­te en Croa­cia.

¿Tra­ba­ja más a gus­to para el mun­do pri­va­do o para las admi­nis­tra­cio­nes? En la admi­nis­tra­ción sue­len ser pro­yec­tos que com­par­tes con la arqui­tec­tu­ra, y en este momen­to la arqui­tec­tu­ra en la admi­nis­tra­ción tie­ne un nivel muy alto. Tra­ba­jar para la admi­nis­tra­ción como inte­rio­ris­ta es una goza­da, aun­que eso tam­bién es posi­ble en ini­cia­ti­vas pri­va­das como el Hos­pi­tal 9 de Octu­bre, en el que hici­mos todo el equi­pa­mien­to inte­rior sobre una arqui­tec­tu­ra impor­tan­te. Con el par­ti­cu­lar es más inti­mis­ta, más inme­dia­to. Cap­to la idea y lue­go en el estu­dio hil­va­na­mos ese per­fil y vamos dan­do pun­ta­das has­ta lograr lo que el clien­te nos pide.

Se habla de arqui­tec­tu­ra de inte­rio­res, pero uste­des no son arqui­tec­tos. Los estu­dios de inte­rio­ris­mo en este momen­to son mul­ti­dis­ci­pli­na­res y están lle­nos de arqui­tec­tos téc­ni­cos, arqui­tec­tos de gra­do supe­rior y de titu­la­dos en dise­ño de inte­rio­res, que en otro país serían arqui­tec­tos de inte­rio­res.

¿Es más difí­cil hacer buen inte­rio­ris­mo en un edi­fi­cio feo? Cada vez se da menos este caso. Tra­ba­ja­mos sobre espa­cios mejor cons­trui­dos, don­de el exte­rior te invi­ta a con­ti­nuar el inte­rior, aun­que hemos teni­do que hacer cosas muy extra­ñas, como cuan­do una bode­ga me encar­gó un salón de recep­cio­nes den­tro de una nave, de una caja de plan­cha. Fue un reto. La magia no exis­te y nos guia­mos por las posi­bi­li­da­des de cada espa­cio

¿La acti­vi­dad ferial ha con­tri­bui­do al desa­rro­llo del inte­rio­ris­mo en Valen­cia? En un momen­to deter­mi­na­do, las ferias fue­ron un motor del sec­tor. Con el tiem­po, se ha estan­da­ri­za­do. Los inte­rio­ris­tas han apor­ta­do y apor­tan a la ins­ti­tu­ción, como con el Con­gre­so de Arqui­tec­tu­ra Ibe­ro­ame­ri­ca­na, que ja orga­ni­za­do el Con­gre­so den­tro de la Feria del Hábi­tat.

¿De qué se nutre un inte­rio­ris­ta? Se nutre de sin­te­ti­zar y ana­li­zar las viven­cias, los recuer­dos, por­que las ten­den­cias son cícli­cas. Ha habi­do momen­tos de mue­ble rús­ti­co, pro­ven­zal, étni­co, mini­ma­lis­ta… A mi edad he pasa­do por esas ten­den­cias dos veces.

¿Usted es un inte­rio­ris­ta con sello de autor? Eso es lo que pre­ten­de­mos todos: ser auto­res. Sí, soy autor de las obras que hago, las for­mo y se me reco­no­ce por ellas.

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