No sé qué tiene la Navidad pero la asocio al baloncesto. Quizás por aquel torneo que siempre daban por la tele cuando no había nada más que ver a media tarde. Entonces no había baloncesto de primer nivel en Valencia, así que todos estábamos abocados a la televisión. Pero ahora es distinto, no solo tenemos el mejor basket en vivo sino que tenemos equipo, y además emblemático, el Valencia Basket, y estas Navidades recibe en la Fonteta al Real Madrid, un choque electrizante, con el equipo taronja muy arriba. Partido cardiaco, seguro.
Será una de las citas de la Navidad, como son ese continuo de conciertos y corales que nos animan musicalmente. Contra la ventisca y el frío, música, tierna y alegre, entre los populares villancicos y los valses vieneses. Consulten la agenda y comprobarán que hay una plétora de conciertos navideños sin parar, y un sinfín de orquestas en acción, la de Valencia y la del Mediterráneo, la de la Universitat y la de la Generalitat… y un sinfín de orfeones y corales… Nunca Valencia ha sido tan musical, tan vibrante. Nos hemos quedado sin bancos pero nos queda la música. Y no somos el Titanic por más que nos lluevan bofetadas por todos lados. Saldremos a flote, nos les quepa duda, y esta Navidad va a ser el principio de la recuperación. Pero nadie nos va a cambiar, eso sí, somos críticos, feroces, cainitas dijo alguien, material inflamable para fallas dijo otro, homenot… Nos autodestruimos… y renacemos.
En esas estaremos, y si no que se lo pregunten a los circos –el de Nadal, el Wonderland, el Gran Fele…– que Navidad tras Navidad acampan aquí. ¿Por algo será? Por algo cuidamos a los niños, les protegemos. Somos un punto neoyorquinos.
No sé qué tiene la Navidad pero la asocio al baloncesto. Quizás por aquel torneo que siempre daban por la tele cuando no había nada más que ver a media tarde. Entonces no había baloncesto de primer nivel en Valencia, así que todos estábamos abocados a la televisión. Pero ahora es distinto, no solo tenemos el mejor basket en vivo sino que tenemos equipo, y además emblemático, el Valencia Basket, y estas Navidades recibe en la Fonteta al Real Madrid, un choque electrizante, con el equipo taronja muy arriba. Partido cardiaco, seguro.
Será una de las citas de la Navidad, como son ese continuo de conciertos y corales que nos animan musicalmente. Contra la ventisca y el frío, música, tierna y alegre, entre los populares villancicos y los valses vieneses. Consulten la agenda y comprobarán que hay una plétora de conciertos navideños sin parar, y un sinfín de orquestas en acción, la de Valencia y la del Mediterráneo, la de la Universitat y la de la Generalitat… y un sinfín de orfeones y corales… Nunca Valencia ha sido tan musical, tan vibrante. Nos hemos quedado sin bancos pero nos queda la música. Y no somos el Titanic por más que nos lluevan bofetadas por todos lados. Saldremos a flote, nos les quepa duda, y esta Navidad va a ser el principio de la recuperación. Pero nadie nos va a cambiar, eso sí, somos críticos, feroces, cainitas dijo alguien, material inflamable para fallas dijo otro, homenot… Nos autodestruimos… y renacemos.
En esas estaremos, y si no que se lo pregunten a los circos –el de Nadal, el Wonderland, el Gran Fele…– que Navidad tras Navidad acampan aquí. ¿Por algo será? Por algo cuidamos a los niños, les protegemos. Somos un punto neoyorquinos.
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