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Hace poco estu­ve en la resi­den­cia para niños que la Jun­ta Pro­vin­cial de Madrid de la Aso­cia­ción Espa­ño­la con­tra el Cán­cer (aecc) pone a dis­po­si­ción de los críos y de sus padres para cuan­do se des­pla­zan a la capi­tal para some­ter­se a los tra­ta­mien­tos. Me cons­ta que hay en todas las ciu­da­des impor­tan­tes, Valen­cia inclui­da. Ten­go la sen­sa­ción de que entró una per­so­na y de allí salió otra. ¿Por qué? Por­que estu­ve con niños y niñas enfer­mos que tenían nom­bre y cara, que eran ellos y no otros, no la mía, no la de uste­des, pero jun­to a ellos había dos muñe­cos, uno de Mic­key y otro de Min­nie, dos de esos enor­mes que todos tene­mos en casa. Y ¿saben qué? Que esos pelu­ches sí eran nues­tros hijos. Los suyos. La mía. Y en ese momen­to tuve la cer­te­za de que todos, uste­des y yo, los que tene­mos la suer­te de tener hijos sanos, vivi­mos en una bur­bu­ja que nos man­tie­ne a sal­vo de ese dolor, pero es una bur­bu­ja fal­sa y, sobre todo, egoís­ta. Si todos cola­bo­rá­se­mos, habría más dine­ro para la inves­ti­ga­ción. Y con inves­ti­ga­ción sería más fácil luchar con­tra la enfer­me­dad, con­tra el cán­cer y con­tra cual­quie­ra, inclu­so con­tra las lla­ma­das enfer­me­da­des raras. No espe­re­mos a que el dra­ma nos afec­te. Hagá­mos­lo aho­ra. Yo voy a hacer­lo. Hágan­lo uste­des tam­bién.

Hace poco estu­ve en la resi­den­cia para niños que la Jun­ta Pro­vin­cial de Madrid de la Aso­cia­ción Espa­ño­la con­tra el Cán­cer (aecc) pone a dis­po­si­ción de los críos y de sus padres para cuan­do se des­pla­zan a la capi­tal para some­ter­se a los tra­ta­mien­tos. Me cons­ta que hay en todas las ciu­da­des impor­tan­tes, Valen­cia inclui­da. Ten­go la sen­sa­ción de que entró una per­so­na y de allí salió otra. ¿Por qué? Por­que estu­ve con niños y niñas enfer­mos que tenían nom­bre y cara, que eran ellos y no otros, no la mía, no la de uste­des, pero jun­to a ellos había dos muñe­cos, uno de Mic­key y otro de Min­nie, dos de esos enor­mes que todos tene­mos en casa. Y ¿saben qué? Que esos pelu­ches sí eran nues­tros hijos. Los suyos. La mía. Y en ese momen­to tuve la cer­te­za de que todos, uste­des y yo, los que tene­mos la suer­te de tener hijos sanos, vivi­mos en una bur­bu­ja que nos man­tie­ne a sal­vo de ese dolor, pero es una bur­bu­ja fal­sa y, sobre todo, egoís­ta. Si todos cola­bo­rá­se­mos, habría más dine­ro para la inves­ti­ga­ción. Y con inves­ti­ga­ción sería más fácil luchar con­tra la enfer­me­dad, con­tra el cán­cer y con­tra cual­quie­ra, inclu­so con­tra las lla­ma­das enfer­me­da­des raras. No espe­re­mos a que el dra­ma nos afec­te. Hagá­mos­lo aho­ra. Yo voy a hacer­lo. Hágan­lo uste­des tam­bién.

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