Parafraseando al asesor de campaña de Bill Clinton en su contienda electoral contra Bush Sr. en 1.991, podemos decir que lo más importante para crecer y expandir todo negocio relacionado con las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, es precisamente, la información.
Porque la gran revolución en ciernes es la concerniente a la información, en el sentido más amplio posible, hay que recordar a diario a todos nuestros gobernantes (incluyo a los directivos de las grandes empresas privadas) que liberar bases de datos es la semilla de aplicaciones que nos van a permitir ser más eficientes y rentables económica y socialmente.
Al comienzo de la era Guttemberg, una vez se comprobó el gran avance que la imprenta suponía para la transmisión, almacenamiento y consulta de datos, relatos, pensamientos, y todo tipo de información, lo decisivo fue poder acceder a quienes disponían de manera precisa, artística y artesanal de dicha fuente informativa, que básicamente eran las universidades, monasterios y templos medievales. La difusión masiva de textos, hizo florecer toda una industria de la comunicación, que a su vez arrastró en su crecimiento exponencial a todas las artes y las ciencias conocidas, por la gran oportunidad de intercambio, confrontación y reflexión que permitía la masiva y barata difusión de ideas en forma impresa.
Hoy en día asistimos a un proceso de transformación social y económico de consecuencias desconocidas, cuyos trazos no están siquiera esbozados, por lo rápido de los movimientos, y lo imprevisible de los mismos. No han pasado ni 25 años, (¡y que son esos años en la historia de la humanidad!), desde que aparecieron en nuestras vidas, los teléfonos móviles, algo más los ordenadores portátiles, y por el estilo, el acceso a Internet de manera generalizada y económica. Y el calado de la popularización de dichos avances, no ha hecho más que empezar, sobre todo, en lo que corresponde a las conocidas como “apps” o aplicaciones informáticas para terminales inteligentes de comunicación móvil.
Las “apps” son las herramientas libres, democráticas y populares de la nueva sociedad y economía de la información. Y digo libres, porque su creación surge del inmenso potencial creativo del ser humano, al margen de consignas corporativas o estatistas, porque nacen de quien quiere y para lo que cada creador quiere. Democráticas, porque no se imponen a nadie, y es el conjunto de la comunidad internauta universal, la que decide cual es útil y necesaria para el avance de la humanidad o no, y lo premia con su uso, su compra, y el reconocimiento personal a su creador. Y es una herramienta popular porque se la descarga y utiliza cualquier persona mínimamente versada en el uso de un móvil inteligente, sin necesidad de conocimientos sofisticados, para mejorar habilidades o técnicas, tanto para ocio, como para negocio o profesión.
Lo fundamental para incidir y profundizar en el negocio incipiente de las “apps” es liberar bases de datos que actualmente poseen administraciones, universidades, grandes corporaciones, etc. Todavía viven en el oscuro mundo de la información bloqueada, oculta, apropiada, y comercializada con intereses espurios, por personajes trasnochados que se apoderan de lo que debiera ser de libre circulación para la entera humanidad. Hay que “desamortizar” las grandes bases de datos para que las mentes libres y creativas puedan poner al servicio de la sociedad aplicaciones informáticas que mejoren nuestra calidad de vida, de trabajo y de negocios, que permitan circular información que es de todos y para todos, y no sigan en “manos muertas”, o peor aún, “largas”.
Pensemos en las bases de datos que se manejan en organismos de Sanidad, Cultura, Transportes, Hacienda, Economía, Catastros, Registros, Juzgados, Ayuntamientos, Empresas de Telefonía, Policía, Institutos de Estadistica, Bancos, etc. etc. Todas esas bases, son la materia prima de nueva revolución industrial y cultural, y solo los países que van a la cabeza de los acontecimientos, básicamente Estados Unidos, saben del enorme interés que liberalizar esa información tiene, para el avance de su economía productiva y su seguridad nacional. Europa, y España en especial, no pueden seguir siendo un territorio fragmentado, aislado y receloso de la verdadera libertad de acceso a las bases de datos públicas y privadas, si quiere mantener cierta pujanza y dinamismo social, económico y cultural. Nos jugamos la partida, y yo propongo un gran movimiento nacional y popular para “la toma de la base de datos” y su uso indiscriminado por quien más y mejor rendimiento obtenga de las posibles “applicaciones” que de las mismas se puedan hacer, y de paso,
empecemos a señalar con el dedo a quien guarda para sí, el inmenso tesoro de la información.
Parafraseando al asesor de campaña de Bill Clinton en su contienda electoral contra Bush Sr. en 1.991, podemos decir que lo más importante para crecer y expandir todo negocio relacionado con las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, es precisamente, la información.
Porque la gran revolución en ciernes es la concerniente a la información, en el sentido más amplio posible, hay que recordar a diario a todos nuestros gobernantes (incluyo a los directivos de las grandes empresas privadas) que liberar bases de datos es la semilla de aplicaciones que nos van a permitir ser más eficientes y rentables económica y socialmente.
Al comienzo de la era Guttemberg, una vez se comprobó el gran avance que la imprenta suponía para la transmisión, almacenamiento y consulta de datos, relatos, pensamientos, y todo tipo de información, lo decisivo fue poder acceder a quienes disponían de manera precisa, artística y artesanal de dicha fuente informativa, que básicamente eran las universidades, monasterios y templos medievales. La difusión masiva de textos, hizo florecer toda una industria de la comunicación, que a su vez arrastró en su crecimiento exponencial a todas las artes y las ciencias conocidas, por la gran oportunidad de intercambio, confrontación y reflexión que permitía la masiva y barata difusión de ideas en forma impresa.
Hoy en día asistimos a un proceso de transformación social y económico de consecuencias desconocidas, cuyos trazos no están siquiera esbozados, por lo rápido de los movimientos, y lo imprevisible de los mismos. No han pasado ni 25 años, (¡y que son esos años en la historia de la humanidad!), desde que aparecieron en nuestras vidas, los teléfonos móviles, algo más los ordenadores portátiles, y por el estilo, el acceso a Internet de manera generalizada y económica. Y el calado de la popularización de dichos avances, no ha hecho más que empezar, sobre todo, en lo que corresponde a las conocidas como “apps” o aplicaciones informáticas para terminales inteligentes de comunicación móvil.
Las “apps” son las herramientas libres, democráticas y populares de la nueva sociedad y economía de la información. Y digo libres, porque su creación surge del inmenso potencial creativo del ser humano, al margen de consignas corporativas o estatistas, porque nacen de quien quiere y para lo que cada creador quiere. Democráticas, porque no se imponen a nadie, y es el conjunto de la comunidad internauta universal, la que decide cual es útil y necesaria para el avance de la humanidad o no, y lo premia con su uso, su compra, y el reconocimiento personal a su creador. Y es una herramienta popular porque se la descarga y utiliza cualquier persona mínimamente versada en el uso de un móvil inteligente, sin necesidad de conocimientos sofisticados, para mejorar habilidades o técnicas, tanto para ocio, como para negocio o profesión.
Lo fundamental para incidir y profundizar en el negocio incipiente de las “apps” es liberar bases de datos que actualmente poseen administraciones, universidades, grandes corporaciones, etc. Todavía viven en el oscuro mundo de la información bloqueada, oculta, apropiada, y comercializada con intereses espurios, por personajes trasnochados que se apoderan de lo que debiera ser de libre circulación para la entera humanidad. Hay que “desamortizar” las grandes bases de datos para que las mentes libres y creativas puedan poner al servicio de la sociedad aplicaciones informáticas que mejoren nuestra calidad de vida, de trabajo y de negocios, que permitan circular información que es de todos y para todos, y no sigan en “manos muertas”, o peor aún, “largas”.
Pensemos en las bases de datos que se manejan en organismos de Sanidad, Cultura, Transportes, Hacienda, Economía, Catastros, Registros, Juzgados, Ayuntamientos, Empresas de Telefonía, Policía, Institutos de Estadistica, Bancos, etc. etc. Todas esas bases, son la materia prima de nueva revolución industrial y cultural, y solo los países que van a la cabeza de los acontecimientos, básicamente Estados Unidos, saben del enorme interés que liberalizar esa información tiene, para el avance de su economía productiva y su seguridad nacional. Europa, y España en especial, no pueden seguir siendo un territorio fragmentado, aislado y receloso de la verdadera libertad de acceso a las bases de datos públicas y privadas, si quiere mantener cierta pujanza y dinamismo social, económico y cultural. Nos jugamos la partida, y yo propongo un gran movimiento nacional y popular para “la toma de la base de datos” y su uso indiscriminado por quien más y mejor rendimiento obtenga de las posibles “applicaciones” que de las mismas se puedan hacer, y de paso,
empecemos a señalar con el dedo a quien guarda para sí, el inmenso tesoro de la información.
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