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Juan Gil-Albert le abrió las con­tra­ven­ta­nas a Luis Cer­nu­da para ense­ñar­le el pai­sa­je urbano: “es la calle más calle que he vis­to nun­ca”, le expre­só el poe­ta sevi­llano. Esta­ban en la calle de la Paz, de nom­bre her­mo­so y en don­de se han vivi­do en pri­me­ra per­so­na muchos acon­te­ci­mien­tos de la ciu­dad. Una calle rotun­da, tra­za­da con el tira­lí­neas de la razón del urba­nis­mo deci­mo­nó­ni­co, con la armo­nía en sus altu­ras y el talen­to esté­ti­co en sus facha­das, inclu­yen­do una con deli­cio­sos infan­tes de Mariano Benlliure.Una calle deli­cio­sa en suma, y no exen­ta de polé­mi­cas, pues no lle­ga a nin­gu­na par­te rec­ta y res­pe­ta en su final la pers­pec­ti­va de San­ta Cata­li­na y el deli­cio­so caos de las calle­jas jun­to a la Pla­za Redon­da, aho­ra ya con pocos peri­qui­tos y tor­tu­gas pero con los cro­mos de siem­pre y los gor­mi­tis actua­les.
La calle de la Paz –y su con­ti­gua del Mar–, cons­ti­tu­ye en cual­quier caso un ejem­plo de ciu­dad bien hecha y de entre­ga al buen comer­cio. De sus arte­rias sur­gen corrien­tes impor­tan­tes como la Milla de Oro y el pala­cio del Mar­qués de Dos Aguas jun­to a las remo­za­das San Mar­tín y San Juan de la Cruz, el Patriar­ca que cele­bra su cuar­to cen­te­na­rio res­tau­ran­do su exqui­si­ta igle­sia y con una gran expo­si­ción del Con­sor­ci de Museus, el his­tó­ri­co edi­fi­cio de la Nau que la Uni­ver­si­tat está con­si­guien­do pro­po­ner como un gran foco cul­tu­ral…
Con­vie­ne pues vol­ver a la Paz, dis­fru­tar de sus pro­pues­tas y apo­yar a sus empren­de­do­res, recor­dar sus lec­cio­nes a lo lar­go de la his­to­ria y su urba­ni­dad más allá de la teo­ría urba­na. Las calles de Alta­rri­ba, la Unión Musi­cal, Prie­to, Vicen­te Gra­cia, Rafael Torres, Mer­ca­der de Indias, Cup­ca­kes, Caro­li­na Herre­ra, la Ópti­ca Come­dias –y el horno–, Palo­ma Ver­de­guer, Cam­per, Pri­ma del Alma, los sur­fe­ros de Quick­sil­ver, Bur­deos in love, el Pomo­do­ro, EK, la fan­tás­ti­ca Doc­to­ra Ridau­ra…
Antes, des­de lue­go, dis­fru­ten de la Sema­na de la Moda, recuer­den que el genial músi­co argen­tino, Daniel Baren­boim, regre­sa al Palau de la Músi­ca, o que la car­te­le­ra de tea­tro vuel­ve a estar car­ga­di­ta. Y no se dejen de lado al IVAM. Este es el mes de los gigan­tes, de la con­fron­ta­ción de dos artis­tas de la meta­lur­gia: Julio Gon­zá­lez fren­te a David Smith de la mano del pro­fe­sor José Fran­cis­co Yvars… del surreal Rober­to Mat­ta, de la pode­ro­sa mira­da pop de Jas­per Johns. La ciu­dad vuel­ve por sus fue­ros cul­tu­ra­les, pero en un abrir y cerrar de ojos ya están aquí las Fallas. Antes, pasen por Reque­na, la his­tó­ri­ca ciu­dad que el AVE ha resi­tua­do al fren­te de la moder­ni­dad. Hay que des­cu­brir­la.
 

Juan Gil-Albert le abrió las con­tra­ven­ta­nas a Luis Cer­nu­da para ense­ñar­le el pai­sa­je urbano: “es la calle más calle que he vis­to nun­ca”, le expre­só el poe­ta sevi­llano. Esta­ban en la calle de la Paz, de nom­bre her­mo­so y en don­de se han vivi­do en pri­me­ra per­so­na muchos acon­te­ci­mien­tos de la ciu­dad. Una calle rotun­da, tra­za­da con el tira­lí­neas de la razón del urba­nis­mo deci­mo­nó­ni­co, con la armo­nía en sus altu­ras y el talen­to esté­ti­co en sus facha­das, inclu­yen­do una con deli­cio­sos infan­tes de Mariano Benlliure.Una calle deli­cio­sa en suma, y no exen­ta de polé­mi­cas, pues no lle­ga a nin­gu­na par­te rec­ta y res­pe­ta en su final la pers­pec­ti­va de San­ta Cata­li­na y el deli­cio­so caos de las calle­jas jun­to a la Pla­za Redon­da, aho­ra ya con pocos peri­qui­tos y tor­tu­gas pero con los cro­mos de siem­pre y los gor­mi­tis actua­les.
La calle de la Paz –y su con­ti­gua del Mar–, cons­ti­tu­ye en cual­quier caso un ejem­plo de ciu­dad bien hecha y de entre­ga al buen comer­cio. De sus arte­rias sur­gen corrien­tes impor­tan­tes como la Milla de Oro y el pala­cio del Mar­qués de Dos Aguas jun­to a las remo­za­das San Mar­tín y San Juan de la Cruz, el Patriar­ca que cele­bra su cuar­to cen­te­na­rio res­tau­ran­do su exqui­si­ta igle­sia y con una gran expo­si­ción del Con­sor­ci de Museus, el his­tó­ri­co edi­fi­cio de la Nau que la Uni­ver­si­tat está con­si­guien­do pro­po­ner como un gran foco cul­tu­ral…
Con­vie­ne pues vol­ver a la Paz, dis­fru­tar de sus pro­pues­tas y apo­yar a sus empren­de­do­res, recor­dar sus lec­cio­nes a lo lar­go de la his­to­ria y su urba­ni­dad más allá de la teo­ría urba­na. Las calles de Alta­rri­ba, la Unión Musi­cal, Prie­to, Vicen­te Gra­cia, Rafael Torres, Mer­ca­der de Indias, Cup­ca­kes, Caro­li­na Herre­ra, la Ópti­ca Come­dias –y el horno–, Palo­ma Ver­de­guer, Cam­per, Pri­ma del Alma, los sur­fe­ros de Quick­sil­ver, Bur­deos in love, el Pomo­do­ro, EK, la fan­tás­ti­ca Doc­to­ra Ridau­ra…
Antes, des­de lue­go, dis­fru­ten de la Sema­na de la Moda, recuer­den que el genial músi­co argen­tino, Daniel Baren­boim, regre­sa al Palau de la Músi­ca, o que la car­te­le­ra de tea­tro vuel­ve a estar car­ga­di­ta. Y no se dejen de lado al IVAM. Este es el mes de los gigan­tes, de la con­fron­ta­ción de dos artis­tas de la meta­lur­gia: Julio Gon­zá­lez fren­te a David Smith de la mano del pro­fe­sor José Fran­cis­co Yvars… del surreal Rober­to Mat­ta, de la pode­ro­sa mira­da pop de Jas­per Johns. La ciu­dad vuel­ve por sus fue­ros cul­tu­ra­les, pero en un abrir y cerrar de ojos ya están aquí las Fallas. Antes, pasen por Reque­na, la his­tó­ri­ca ciu­dad que el AVE ha resi­tua­do al fren­te de la moder­ni­dad. Hay que des­cu­brir­la.
 

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