El disfrute de las prendas de moda tiende a no racionalizarse, ya que la industria respalda su utilización durante un espacio de tiempo cada vez más corto, como es el caso de marcas generalistas y moda pronta.
En cambio, en las grandes marcas con nombres propios adscritas al mundo del lujo, el período se prolonga hasta incluso llegar a convertirse en vintage, o sea, en una recuperación de los clásicos.
En esta época de interregno, con propuestas intergeneracionales, con visos de interrelación y de carácter intersexual, en la que todo sirve para todo y cualquier gesto o moda puede ser fotografiada y difundida de manera inmediata, en las propuestas para vestir se abren dos vías diferentes.
Una, echarnos al shopping y consumir a ciegas sin pedir demasiada explicación al proceso, más bien en pos del resultado final en búsqueda del “divina de la muerte”.
Por otra, movimientos más antifashion promulgan el diseño y la confección de artículos de vestir con materias primas que pueden llegar hasta las orgánicas realizadas con elementos tradicionales huyendo del 100% prêt-a-porter.
Estas tendencias proponen llevar una prenda una temporada, dos o cinco, para luego regalarlas a los miembros de tu familia, a tu prima o a tu abuela, extendiendo su vida más allá de lo fashion. La moda lenta es una consecuencia de la moda rápida, el slow food y el fast food, el “vive acelerado” o “tómatelo con calma”.
Lo cierto es que hoy en día cada vez más nuevos diseñadores se aferran a esta posición de preocuparse más por el medio ambiente, por los procesos de fabricación, sobre las condiciones de los trabajadores… para que todo el proceso revierta en unas prendas con diseño atemporal.
Los tiempos que corren son terreno de cultivo para abonar estas simientes. Apostar por la calidad y no por la temporalidad, dando el sí quiero a unas prendas que permanezcan con nosotros hasta que la muerte nos separe. La base de lo lento rechaza la tiranía de los ciclos de la moda apelando al ecologismo en todo momento, y cuya consecuencia se reduciría a no comprar más que lo imprescindible con un diseño que no pase de moda, algo vinculado a nuestra personalidad, unas prendas con las que nos sintamos especiales y que por último podamos dejar en herencia a nuestros seres queridos.
El modo de vida tiene que ver con nuestra circunstancia de vestir, y en la vida tot és un negoci para los que estamos al otro lado del telón. Opciones no nos van a faltar y la moda no va a parar de sugerirnos, susurrarnos, cuchichearnos mil y un secretos para parecer diferentes, para lucir personales y para ser “los más de lo más” en nuestro entorno.
El disfrute de las prendas de moda tiende a no racionalizarse, ya que la industria respalda su utilización durante un espacio de tiempo cada vez más corto, como es el caso de marcas generalistas y moda pronta.
En cambio, en las grandes marcas con nombres propios adscritas al mundo del lujo, el período se prolonga hasta incluso llegar a convertirse en vintage, o sea, en una recuperación de los clásicos.
En esta época de interregno, con propuestas intergeneracionales, con visos de interrelación y de carácter intersexual, en la que todo sirve para todo y cualquier gesto o moda puede ser fotografiada y difundida de manera inmediata, en las propuestas para vestir se abren dos vías diferentes.
Una, echarnos al shopping y consumir a ciegas sin pedir demasiada explicación al proceso, más bien en pos del resultado final en búsqueda del “divina de la muerte”.
Por otra, movimientos más antifashion promulgan el diseño y la confección de artículos de vestir con materias primas que pueden llegar hasta las orgánicas realizadas con elementos tradicionales huyendo del 100% prêt-a-porter.
Estas tendencias proponen llevar una prenda una temporada, dos o cinco, para luego regalarlas a los miembros de tu familia, a tu prima o a tu abuela, extendiendo su vida más allá de lo fashion. La moda lenta es una consecuencia de la moda rápida, el slow food y el fast food, el “vive acelerado” o “tómatelo con calma”.
Lo cierto es que hoy en día cada vez más nuevos diseñadores se aferran a esta posición de preocuparse más por el medio ambiente, por los procesos de fabricación, sobre las condiciones de los trabajadores… para que todo el proceso revierta en unas prendas con diseño atemporal.
Los tiempos que corren son terreno de cultivo para abonar estas simientes. Apostar por la calidad y no por la temporalidad, dando el sí quiero a unas prendas que permanezcan con nosotros hasta que la muerte nos separe. La base de lo lento rechaza la tiranía de los ciclos de la moda apelando al ecologismo en todo momento, y cuya consecuencia se reduciría a no comprar más que lo imprescindible con un diseño que no pase de moda, algo vinculado a nuestra personalidad, unas prendas con las que nos sintamos especiales y que por último podamos dejar en herencia a nuestros seres queridos.
El modo de vida tiene que ver con nuestra circunstancia de vestir, y en la vida tot és un negoci para los que estamos al otro lado del telón. Opciones no nos van a faltar y la moda no va a parar de sugerirnos, susurrarnos, cuchichearnos mil y un secretos para parecer diferentes, para lucir personales y para ser “los más de lo más” en nuestro entorno.
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