El otro día par­ti­ci­pé en una ter­tu­lia sobre los roles de las madres del siglo XXI. Ino­cen­te­men­te, el mode­ra­dor par­tía de la base de que la mujer actual ya no es como las de antes por­que nos hemos incor­po­ra­do al mer­ca­do labo­ral. Las muje­res pre­sen­tes en el deba­te, inclui­da yo mis­ma, nos des­pa­cha­mos a gus­to, y los hom­bres asis­ten­tes se remo­vían inquie­tos en sus sillas. Es cier­to que la mater­ni­dad actual no es la de antes, pero muchas veces me pre­gun­to si el cam­bio no ha sido para peor. Aho­ra tra­ba­ja­mos fue­ra de casa, pero… ¿Quién se encar­ga de la inten­den­cia domés­ti­ca? ¿Quién deja el tra­ba­jo ante una cita con el pedia­tra o una reu­nión en el cole­gio? ¿Quién se levan­ta antes para pre­pa­rar desa­yu­nos, almuer­zos y comi­das? ¿Eh? ¿Quién tie­ne que esco­ger entre la mater­ni­dad y la no mater­ni­dad si quie­re ascen­der (o no) en el tra­ba­jo? Pues la mujer, ami­gas mías. Hom­bres que me leéis: sé que no sois los cul­pa­bles, que no sois más que víc­ti­mas de este terri­ble rol que nos ha toca­do. Ni yo, ni el res­to de madres cabrea­das y estre­sa­das os recri­mi­na­mos nada. Sabe­mos que hacéis lo que podéis den­tro de vues­tras posi­bi­li­da­des. Sólo os pedi­mos corres­pon­sa­bi­li­dad domés­ti­ca. Y com­pren­sión. Que no es poco.
 

El otro día par­ti­ci­pé en una ter­tu­lia sobre los roles de las madres del siglo XXI. Ino­cen­te­men­te, el mode­ra­dor par­tía de la base de que la mujer actual ya no es como las de antes por­que nos hemos incor­po­ra­do al mer­ca­do labo­ral. Las muje­res pre­sen­tes en el deba­te, inclui­da yo mis­ma, nos des­pa­cha­mos a gus­to, y los hom­bres asis­ten­tes se remo­vían inquie­tos en sus sillas. Es cier­to que la mater­ni­dad actual no es la de antes, pero muchas veces me pre­gun­to si el cam­bio no ha sido para peor. Aho­ra tra­ba­ja­mos fue­ra de casa, pero… ¿Quién se encar­ga de la inten­den­cia domés­ti­ca? ¿Quién deja el tra­ba­jo ante una cita con el pedia­tra o una reu­nión en el cole­gio? ¿Quién se levan­ta antes para pre­pa­rar desa­yu­nos, almuer­zos y comi­das? ¿Eh? ¿Quién tie­ne que esco­ger entre la mater­ni­dad y la no mater­ni­dad si quie­re ascen­der (o no) en el tra­ba­jo? Pues la mujer, ami­gas mías. Hom­bres que me leéis: sé que no sois los cul­pa­bles, que no sois más que víc­ti­mas de este terri­ble rol que nos ha toca­do. Ni yo, ni el res­to de madres cabrea­das y estre­sa­das os recri­mi­na­mos nada. Sabe­mos que hacéis lo que podéis den­tro de vues­tras posi­bi­li­da­des. Sólo os pedi­mos corres­pon­sa­bi­li­dad domés­ti­ca. Y com­pren­sión. Que no es poco.
 

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