Ignacio_Jimenez_fotob.jpg

Seguridad jurídica y economía

SEGURIDAD JURÍDICA Y ECONOMÍA

Sue­le pare­cer­le al común de los mor­ta­les que esto de la “segu­ri­dad jurí­di­ca” es una cues­tión retó­ri­ca de los legu­le­yos para salir­se siem­pre con la suya, sin lle­gar a enten­der el intere­sa­do, ni cómo, ni por qué el letra­do ha obte­ni­do la razón en un litigio.Es cier­to que exis­te un gran abis­mo entre la lógi­ca jurí­di­ca y el enten­di­mien­to de la gen­te de la calle sobre como debe­rían de satis­fa­cer­se las pre­ten­sio­nes en las dispu­tas de cual­quier mate­ria (civil, mer­can­til, admi­nis­tra­ti­va, etc). La segu­ri­dad jurí­di­ca no aca­ba de enten­der­se popu­lar­men­te como un bien a pre­ser­var, y de mane­ra muy espe­cial ade­más.

Si que­re­mos com­pli­car un poco más la cues­tión, sólo tene­mos que pen­sar en las con­se­cuen­cias de la segu­ri­dad jurí­di­ca en las cues­tio­nes eco­nó­mi­cas. Muchos supon­drán que la cues­tión esca­pa a lo coti­diano o más cer­cano a uno mis­mo, o a su ámbi­to de actua­ción eco­nó­mi­ca. Sin embar­go, hay infi­ni­dad de con­se­cuen­cias en la inse­gu­ri­dad jurí­di­ca que nos cam­bian la vida.Imaginemos una socie­dad en la que los tra­ba­ja­do­res dedi­can una por­ción de sus ingre­sos sala­ria­les a garan­ti­zar­se una pen­sión en su jubi­la­ción, por ejem­plo nues­tro país, y que a pun­to de alcan­zar el momen­to jubi­lar­se, se legis­la­ra un resul­ta­do dis­tin­to y lesi­vo para el tra­ba­ja­dor, con efec­tos retro­ac­ti­vos. El ejem­plo pon­dría los pelos de pun­ta a cual­quie­ra que lle­va­ra 40, o más años, coti­zan­do. La segu­ri­dad jurí­di­ca cho­ca con ejem­plos como el men­cio­na­do, y la socie­dad no debe tole­rar dicha inse­gu­ri­dad.

Tam­bién pode­mos visua­li­zar las con­se­cuen­cias de la inse­gu­ri­dad jurí­di­ca con casos rela­cio­na­dos con la inver­sión de par­ti­cu­la­res o empre­sas. Con los pri­me­ros, supo­nien­do cam­bios a peor en la legis­la­ción que moti­va com­pras de vivien­das de pro­tec­ción, una vez hecha la adqui­si­ción tenien­do en cuen­ta, des­gra­va­cio­nes, sub­si­dios y boni­fi­ca­cio­nes.

En la actua­li­dad, asis­ti­mos al deba­te de las pri­mas a las ener­gías reno­va­bles. Que si es mucho dine­ro (que lo es), que si ha habi­do cier­to frau­de (supo­ne­mos que como en cual­quier acti­vi­dad en la que inter­vie­nen per­so­nas), que si se pre­mia en exce­so deter­mi­na­das fuen­tes de pro­duc­ción (hay que hacer los núme­ros antes de legis­lar)…

Lo cier­to es que la inten­ción de apli­car una reba­ja con carác­ter retro­ac­ti­vo a unas pri­mas de pro­duc­ción, en base a las cua­les muchas empre­sas, fon­dos de inver­sión y par­ti­cu­la­res han aco­me­ti­do ingen­tes inver­sio­nes gra­cias a un mar­co regu­la­to­rio favo­ra­ble, no es más que un cla­ro ejem­plo de inse­gu­ri­dad jurí­di­ca, y en un país que depen­de tre­men­da­men­te del cré­di­to exte­rior.

No se pue­de fomen­tar un sec­tor de pro­duc­ción y, a mitad del camino, cam­biar de opi­nión por la vía del decre­to, dejan­do empan­ta­na­dos miles de pro­yec­tos y millo­nes de inver­sión. Es injus­to, dis­pa­ra­ta­do y, ade­más, sien­ta un pési­mo pre­ce­den­te sobre la serie­dad del país que deman­da inver­sio­nes forá­neas.

SEGURIDAD JURÍDICA Y ECONOMÍA

Sue­le pare­cer­le al común de los mor­ta­les que esto de la “segu­ri­dad jurí­di­ca” es una cues­tión retó­ri­ca de los legu­le­yos para salir­se siem­pre con la suya, sin lle­gar a enten­der el intere­sa­do, ni cómo, ni por qué el letra­do ha obte­ni­do la razón en un litigio.Es cier­to que exis­te un gran abis­mo entre la lógi­ca jurí­di­ca y el enten­di­mien­to de la gen­te de la calle sobre como debe­rían de satis­fa­cer­se las pre­ten­sio­nes en las dispu­tas de cual­quier mate­ria (civil, mer­can­til, admi­nis­tra­ti­va, etc). La segu­ri­dad jurí­di­ca no aca­ba de enten­der­se popu­lar­men­te como un bien a pre­ser­var, y de mane­ra muy espe­cial ade­más.

Si que­re­mos com­pli­car un poco más la cues­tión, sólo tene­mos que pen­sar en las con­se­cuen­cias de la segu­ri­dad jurí­di­ca en las cues­tio­nes eco­nó­mi­cas. Muchos supon­drán que la cues­tión esca­pa a lo coti­diano o más cer­cano a uno mis­mo, o a su ámbi­to de actua­ción eco­nó­mi­ca. Sin embar­go, hay infi­ni­dad de con­se­cuen­cias en la inse­gu­ri­dad jurí­di­ca que nos cam­bian la vida.Imaginemos una socie­dad en la que los tra­ba­ja­do­res dedi­can una por­ción de sus ingre­sos sala­ria­les a garan­ti­zar­se una pen­sión en su jubi­la­ción, por ejem­plo nues­tro país, y que a pun­to de alcan­zar el momen­to jubi­lar­se, se legis­la­ra un resul­ta­do dis­tin­to y lesi­vo para el tra­ba­ja­dor, con efec­tos retro­ac­ti­vos. El ejem­plo pon­dría los pelos de pun­ta a cual­quie­ra que lle­va­ra 40, o más años, coti­zan­do. La segu­ri­dad jurí­di­ca cho­ca con ejem­plos como el men­cio­na­do, y la socie­dad no debe tole­rar dicha inse­gu­ri­dad.

Tam­bién pode­mos visua­li­zar las con­se­cuen­cias de la inse­gu­ri­dad jurí­di­ca con casos rela­cio­na­dos con la inver­sión de par­ti­cu­la­res o empre­sas. Con los pri­me­ros, supo­nien­do cam­bios a peor en la legis­la­ción que moti­va com­pras de vivien­das de pro­tec­ción, una vez hecha la adqui­si­ción tenien­do en cuen­ta, des­gra­va­cio­nes, sub­si­dios y boni­fi­ca­cio­nes.

En la actua­li­dad, asis­ti­mos al deba­te de las pri­mas a las ener­gías reno­va­bles. Que si es mucho dine­ro (que lo es), que si ha habi­do cier­to frau­de (supo­ne­mos que como en cual­quier acti­vi­dad en la que inter­vie­nen per­so­nas), que si se pre­mia en exce­so deter­mi­na­das fuen­tes de pro­duc­ción (hay que hacer los núme­ros antes de legis­lar)…

Lo cier­to es que la inten­ción de apli­car una reba­ja con carác­ter retro­ac­ti­vo a unas pri­mas de pro­duc­ción, en base a las cua­les muchas empre­sas, fon­dos de inver­sión y par­ti­cu­la­res han aco­me­ti­do ingen­tes inver­sio­nes gra­cias a un mar­co regu­la­to­rio favo­ra­ble, no es más que un cla­ro ejem­plo de inse­gu­ri­dad jurí­di­ca, y en un país que depen­de tre­men­da­men­te del cré­di­to exte­rior.

No se pue­de fomen­tar un sec­tor de pro­duc­ción y, a mitad del camino, cam­biar de opi­nión por la vía del decre­to, dejan­do empan­ta­na­dos miles de pro­yec­tos y millo­nes de inver­sión. Es injus­to, dis­pa­ra­ta­do y, ade­más, sien­ta un pési­mo pre­ce­den­te sobre la serie­dad del país que deman­da inver­sio­nes forá­neas.

Compartir es vivir!

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia