La exposición «Sorolla en negro» cierra sus puertas el domingo 10 de septiembre

La Fun­da­ción Ban­ca­ja ha pre­sen­ta­do la expo­si­ción Soro­lla en negro, rea­li­za­da con la cola­bo­ra­ción del Museo Soro­lla y la Fun­da­ción Museo Soro­lla, que mues­tra por pri­me­ra vez en Valèn­cia una nue­va lec­tu­ra de la obra de Soro­lla cen­tra­da en la impor­tan­cia del color negro en la pale­ta del artis­ta valen­ciano, reco­no­ci­do por su plas­ma­ción pic­tó­ri­ca de la luz y el color. La mues­tra podrá visi­tar­se has­ta el pró­xi­mo 10 de sep­tiem­bre.

La expo­si­ción reve­la la pre­sen­cia noto­ria del negro en la pin­tu­ra de Soro­lla duran­te toda su carre­ra y apor­ta otro pun­to de vis­ta para com­pren­der y apre­ciar al artis­ta en toda su com­ple­ji­dad. La mues­tra reúne un cen­te­nar de obras de Soro­lla, de las que par­te se exhi­bie­ron en el Museo Soro­lla en Madrid en 2022, pre­sen­tán­do­se aho­ra en Valèn­cia de for­ma amplia­da con obras que se expo­nen por pri­me­ra vez al públi­co en esta expo­si­ción y muchas de ellas exhi­bién­do­se por pri­me­ra vez en Valèn­cia.

Jun­to con los lien­zos, data­dos entre 1887 y 1920, se expo­nen otros mate­ria­les artís­ti­cos y docu­men­ta­les como foto­gra­fías, notas de color, un álbum de estam­pas japo­ne­sas y una pale­ta del pin­tor.

El uso del negro en Soro­lla arran­ca de la tra­di­ción pic­tó­ri­ca espa­ño­la —de su cono­ci­mien­to de Veláz­quez, el Gre­co o Goya— para con­ver­tir­se en un ele­men­to de expre­si­vi­dad, suge­rir esta­dos poé­ti­cos y aní­mi­cos, y rein­ter­pre­tar­se como un color que tra­du­ce la moder­ni­dad de su tiem­po y su sobria ele­gan­cia.

La expo­si­ción se estruc­tu­ra en cua­tro sec­cio­nes: Armo­nías en negro y gris, Negro sim­bó­li­co, Super­fi­cies negras y oscu­ras, y Mono­cro­mías. El reco­rri­do se ini­cia con los acor­des cro­má­ti­cos de negros y gri­ses en retra­tos que dotan a su pin­tu­ra de una per­so­na­li­dad par­ti­cu­lar, y con­ti­núa con el sim­bo­lis­mo y el sig­ni­fi­ca­do cul­tu­ral del color negro que impreg­na la épo­ca y la obra del pin­tor natu­ra­lis­ta.

En el reco­rri­do expo­si­ti­vo se ana­li­za el nue­vo uso del negro, que toma for­ma en el siglo XIX como crea­dor de con­tras­tes radi­ca­les y poten­cia­dor de otros colo­res. La mues­tra fina­li­za con las mono­cro­mías, esce­nas envuel­tas en tonos gri­sá­ceos o azu­la­dos, que lejos de supo­ner una menor com­ple­ji­dad, impli­can un sin­gu­lar ejer­ci­cio de vir­tuo­sis­mo téc­ni­co.

La expo­si­ción nace de una inves­ti­ga­ción que pro­fun­di­za no solo en el estu­dio de la pin­tu­ra de Soro­lla y el sig­ni­fi­ca­do de las tona­li­da­des oscu­ras en su poé­ti­ca, sino tam­bién en la valo­ra­ción esté­ti­ca y cul­tu­ral de negros y gri­ses en la pin­tu­ra de entre­si­glos.

Soro­lla en negro for­ma par­te del pro­gra­ma ofi­cial de la con­me­mo­ra­ción en 2023 del cen­te­na­rio del falle­ci­mien­to de Joa­quín Soro­lla, y con esta expo­si­ción la Fun­da­ción Ban­ca­ja ini­cia su pro­gra­ma­ción en el mar­co del Año Soro­lla, decla­ra­do Acon­te­ci­mien­to de Excep­cio­nal Inte­rés Públi­co, y en el año en el que tie­ne lugar tam­bién la cele­bra­ción del déci­mo ani­ver­sa­rio de la nue­va Fun­da­ción Ban­ca­ja.

Coin­ci­dien­do con la expo­si­ción se ha edi­ta­do un catá­lo­go que reco­ge la repro­duc­ción de las obras expues­tas acom­pa­ña­das de tex­tos del comi­sa­rio Car­los Reye­ro, Estre­lla de Die­go e Isa­bel Cúa. Den­tro del pro­gra­ma de media­ción cul­tu­ral y artís­ti­ca, la Fun­da­ción Ban­ca­ja ofre­ce­rá talle­res didác­ti­cos gra­tui­tos vin­cu­la­dos con la expo­si­ción y diri­gi­dos a esco­la­res, per­so­nas con diver­si­dad fun­cio­nal y per­so­nas en ries­go de exclu­sión social, así como visi­tas comen­ta­das para públi­co gene­ral y gru­pos de la mano de un exper­to espe­cia­lis­ta en arte y media­ción cul­tu­ral.

Armonías en negro y gris

El uso de gamas negras y gri­ses —par­ti­cu­lar­men­te en los retra­tos— debe tan­to a la tra­di­ción pic­tó­ri­ca espa­ño­la como a una rein­ter­pre­ta­ción moder­na, en la que negros y gri­ses son con­si­de­ra­dos colo­res ele­gan­tes y cos­mo­po­li­tas, pro­pios del buen gus­to.

Esta sec­ción invi­ta a refle­xio­nar, por una par­te, sobre aspec­tos liga­dos al géne­ro: la ele­gan­cia del tra­je negro de las muje­res o su sen­sua­li­dad; o la serie­dad, res­pon­sa­bi­li­dad y dis­cre­ción que sugie­re la indu­men­ta­ria oscu­ra en los retra­tos mas­cu­li­nos. Pero tam­bién habla de la rela­ción entre la edad y la pues­ta en esce­na; o sobre el mis­te­rio de la figu­ra que emer­ge de un fon­do oscu­ro.

El gris, lejos de ser per­ci­bi­do como una mez­cla sucia de negros y blan­cos, fue inter­pre­ta­do como un color moderno, dotan­do de una per­so­na­li­dad par­ti­cu­lar a la pin­tu­ra como no se había vis­to antes. Unas veces, el gris es un color pro­fun­do; otras veces es la luz mis­ma, la cla­ri­dad, sin las estri­den­cias del color. Com­bi­na­do con el negro, el gris nos sumer­ge en una atmós­fe­ra líri­ca que con­vier­te el retra­to en una expre­sión pic­tó­ri­ca autó­no­ma cer­ca­na al este­ti­cis­mo.

Negro simbólico

El sig­ni­fi­ca­do del color es cul­tu­ral y ni siquie­ra un pin­tor natu­ra­lis­ta como Soro­lla esca­pa a las suge­ren­cias aní­mi­cas y poé­ti­cas vin­cu­la­das a los colo­res que per­ci­be y uti­li­za.

El siglo XIX fue par­ti­cu­lar­men­te pro­cli­ve a la con­si­de­ra­ción del color como fuen­te de sen­sa­cio­nes y, en este con­tex­to par­ti­cu­lar, el negro adquie­re múl­ti­ples sig­ni­fi­ca­dos que lo ligan a valo­res nega­ti­vos. Intrín­se­ca­men­te aso­cia­do a la melan­co­lía, el mal o el pesi­mis­mo, tam­bién, al opo­ner­se al color y a las con­no­ta­cio­nes posi­ti­vas de la luz, es sím­bo­lo de tris­te­za y deca­den­cia. Es asi­mis­mo el color del mis­te­rio y de la incer­ti­dum­bre, del dra­ma que mue­ve a la con­cien­cia.

Con tonos oscu­ros y negros, Soro­lla tam­bién se acer­ca a la esté­ti­ca de la Espa­ña negra para carac­te­ri­zar tipos huma­nos que deno­tan la dure­za de la vida de las cla­ses popu­la­res o subli­man, en el caso de los naza­re­nos en Sema­na San­ta, el dolor más pro­fun­do.

Superficies negras y oscuras

El color negro fun­cio­nó, a fina­les del siglo XIX, como un plano inten­so que apor­ta­ba en sí mis­mo lumi­no­si­dad, una lec­ción here­da­da de Veláz­quez por pin­to­res como Manet y, por supues­to, Soro­lla. Nin­gún otro pig­men­to per­mi­te de for­ma tan evi­den­te crear con­tras­tes y apor­tar cua­li­da­des a la luz gene­ral de la obra. El negro fun­cio­nó, a fines del siglo XIX, como un plano inten­so que poten­cia los otros colo­res como pue­de ver­se en las obras del pin­tor valen­ciano.

El recur­so de una super­fi­cie fuer­te­men­te ilu­mi­na­da fre­ne a otra oscu­ra u oscu­re­ci­da, negra en algu­nas oca­sio­nes, apa­re­ce con fre­cuen­cia en la obra de Soro­lla. Con este fin actúan las pro­fun­das y oscu­ras som­bras que enmar­can las esce­nas de bar­cas de algu­nas obras de Soro­lla. En estos casos, las som­bras oscu­ras adquie­ren un valor plás­ti­co autó­no­mo.

Pero la fas­ci­na­ción por las super­fi­cies negras con carác­ter deco­ra­ti­vo que se dio en la épo­ca pro­ce­de tam­bién de la cul­tu­ra japo­ne­sa. Y no es casual su cone­xión con la obra de Soro­lla, pues­to que en su colec­ción con­ser­va­ba tres álbu­mes de estam­pas japo­ne­sas en los que el negro defi­ne y equi­li­bra las figu­ras y obje­tos, con­vir­tién­do­los en el cen­tro de aten­ción.

Car­los Reye­ro, Blan­ca Pons Soro­lla, Rafael Alcón, Enri­que Vare­la y Anto­nio Mollá.

Monocromías

El empleo de la mono­cro­mía, lejos de ser un recur­so sim­plis­ta, sig­ni­fi­ca en la obra de Soro­lla una demos­tra­ción de vir­tuo­sis­mo téc­ni­co. Entre todas las razo­nes que sub­ya­cen a la renun­cia del color, ya sean tan­to de cor­te fun­cio­nal como esté­ti­co o filo­só­fi­co, en el caso del pin­tor valen­ciano cobra más peso la facul­tad que tie­ne este recur­so para real­zar las for­mas y moti­vos, acen­tuar los con­tras­tes de luz y oscu­ri­dad y pro­por­cio­nar una dimen­sión emo­cio­nal a la ima­gen.

A tra­vés de las mono­cro­mías, Soro­lla sabe cap­tar con maes­tría deter­mi­na­dos valo­res y poé­ti­cas. Del mis­mo modo que sus obras más lumi­nis­tas irra­dian una inter­pre­ta­ción vita­lis­ta, en otros casos, pai­sa­jes don­de pre­do­mi­nan mono­cro­mías de gri­ses trans­mi­ten una visión melan­có­li­ca.

En otras oca­sio­nes el pin­tor se decan­tó por la mono­cro­mía por nece­si­da­des del for­ma­to, y en con­cre­to cuan­do se tra­tó de obras des­ti­na­das a la impre­sión foto­me­cá­ni­ca, como demues­tran los óleos sobre car­tón que reali­zó para la edi­ción ilus­tra­da de las Leyen­das de José Zorri­lla; un com­pro­mi­so con la empre­sa ilus­tra­do­ra que obli­gó al pin­tor a pres­cin­dir del color.

La pre­sen­ta­ción ha con­ta­do con la par­ti­ci­pa­ción del pre­si­den­te de la Fun­da­ción Ban­ca­ja, Rafael Alcón; el direc­tor del Museo Soro­lla, Enri­que Vare­la; y el comi­sa­rio de la expo­si­ción, Car­los Reye­ro; así como la asis­ten­cia de la exper­ta en la obra del pin­tor y patro­na de la Fun­da­ción Ban­ca­ja, Blan­ca Pons-Soro­­lla; y el pre­si­den­te de la Comi­sión Per­ma­nen­te de la Fun­da­ción Museo Soro­lla, Anto­nio Mollá.

Las obras pro­ce­den de un amplio elen­co de ins­ti­tu­cio­nes públi­cas y pri­va­das como el Museo Soro­lla, la Fun­da­ción Museo Soro­lla, Museo de Bellas Artes de Bil­bao, Museo de Sego­via, Museo de Mála­ga, Fun­da­ción Sori­gué, Fun­da­ción Ban­co San­tan­der, Museo de Bellas Artes de Mur­cia, Museo de Bellas Artes de Valèn­cia, Colec­ción BBVA, Museo de Zara­go­za, IVAM, Minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res, Pala­cio de Via­na. Fun­da­ción Caja Sur Cór­do­ba, Colec­ción Cai­xa­Bank y Gale­ría Ana Chi­cla­na, a las que se suman obras pro­ce­den­tes de la Fun­da­ción Ban­ca­ja y de una vein­te­na de colec­cio­nes par­ti­cu­la­res.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia